¿Para qué he sido creado? ¿Cuál es mi propósito en la vida? ¿De qué forma podré entregar mis talentos y ser feliz? Todas estas son preguntas que, al ser tan profundas y con tantas posibles opciones, nos pueden abrumar, haciéndonos sentir perdidos, sin rumbo o con la enorme responsabilidad de elegir un camino por obligación y no por convicción.
Somos llamados al amor, descubre tu vocación
Todos nosotros hemos sido creados por el Amor y para el Amor, esto significa que la vocación particular de cada uno será la forma concreta como viviremos esa vocación única del amor. Descubrir tu propio camino al Amor es una experiencia personal, hermosa y gratificante, si te dispones a vivir un discernimiento sereno y confiado en Aquel que te ha llamado.
A continuación te propongo 5 consejos que podrán ser de ayuda en tu proceso:
1. Dios habla en tus anhelos
Si bien todos hemos sido llamados a una vocación de amor, todos somos únicos, irrepetibles y distintos. Existen multiplicidad de carismas, de misiones y de caminos, esto es así porque Dios mismo ha puesto en nuestro corazón deseos particulares, dones concretos y anhelos profundos.
Conocernos a nosotros mismos es clave en el proceso de discernimiento: no todos tus deseos pueden ser satisfechos, pero los anhelos más profundos de tu corazón tienen un mensaje de Dios respecto a tu vocación particular.
2. Te ha capacitado
En el discernimiento de la vocación nos desanimamos con facilidad porque vemos el llamado como algo superior a nuestras fuerzas y capacidades. La realidad es que toda gran empresa humana implicará retos, dificultades y cruces, pero cuando se trata de la propia vocación, es Dios mismo quien te ha capacitado y te seguirá capacitando para cumplir el llamado que te ha hecho.
Se requiere profunda confianza en la providencia de Dios que seguirá acompañándote con su fuerza y también una preparación personal para luchar por las metas que tenemos en el camino.
3. Vida interior y sacramentos
Para reconocer la voz de Aquel que nos llama a una vocación particular es importante recibirlo y tener una relación de profunda intimidad. Será muy difícil poder reconocer tú vocación personal si no tienes una vida interior sólida, constituida por constante oración y meditación.
El recogimiento del corazón nos capacita para ser dóciles y alegres ante el llamado, mientras los sacramentos nos dan la gracia divina y la fuerza necesaria para seguirlo.
4. No escuches tantas voces: en el silencio hablará a tu corazón
Si bien en el proceso de discernimiento vocacional necesitamos acompañamiento y dirección, es un error común la tendencia a buscar respuestas en todos lados. Pedir consejos a personas que realmente no nos conocen, exponer nuestra duda en grupos de oración, y buscar reivindicaciones externas de la propia decisión personal, solo traerá mayor confusión al dividirnos entre las múltiples voces que querrán guiarnos en direcciones opuestas.
La consejería y la dirección espiritual deben pedirse y escogerse con cuidado, con personas con experiencia suficiente en este campo, que estén dispuestas a conocerte y acompañarte a descubrir lo que Dios quiere para ti.
5. A nadar se aprende nadando
Cuando se trata de discernir una vocación particular no podrás hacerlo desde la teoría o las hipótesis de tu mente, es necesario vivir experiencias que nos permitan conocer las realidades que llevan a una vocación particular.
El matrimonio se discierne desde el conocimiento propio de la soltería, y se hace concreto en la experiencia del noviazgo. Para esto no basta solo desearlo, es importante formarnos, preparar y sanar el propio corazón, ser intencional en el deseo de conocer a alguien, frecuentar grupos de personas con intereses y principios similares a los nuestros… solo en la experiencia concreta podremos discernir si es el camino idóneo para nosotros.
De la misma manera, tanto en la vida consagrada como en el sacerdocio, si existe la inquietud, es importante arriesgarse a vivir la experiencia. Nadie se ordena sacerdote al día siguiente de entrar al seminario, por eso existen procesos y etapas de discernimiento en cada carisma. Para esto es necesario también ser intencional: no te quedes solo con el deseo o la duda, buscar las comunidades cercanas a tu ciudad, o los carismas que más atraen tu atención, llama, pregunta, inscríbete.
Procura, sin embargo, no empezar millones de experiencias que te puedan confundir más, ya que hay muchos que pasan de grupo en grupo, de carisma en carisma, sin definirse jamás. El proceso interior debe acompañar la experiencia concreta. ¡Mucho ánimo!
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