Hoy escucharemos en misa el Evangelio de San Lucas donde nos cuenta:
“En aquel tiempo, Jesús decía: ¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y sembró en su huerto, creció hasta hacerse arbusto y los pajaros anidan en sus ramas.
Dijo también: ¿A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó.”
En esta parábola el Señor nos enseña qué es lo que tiene un sentido principal, viene dado por ese contraste: entre lo pequeño y lo grande.
También nos enseña cómo se vale el Señor de la historia de todo lo que tiene vida. Los comienzos de esas novedades son siempre pequeños, son casi invisibles, incluso pasan inadvertidos, pero llevan en sí esa potencialidad infinita Dios.
Y esa inversión de las proporciones es uno de los misterios de Dios.
A fin de cuentas lo grande, lo poderoso, siempre comienza pequeño o es la suma de muchas cosas pequeñas.
La parábola o las parábolas aluden evidentemente a la universalidad de crecimiento del Reino de Dios, principalmente la Iglesia.
Y qué todos los hombres pueden acudir a ella, hombres de cualquier clase, de cualquier condición, de toda las latitudes, de todo tiempo, de todo lugar.
Y que se desarrolla constantemente a pesar de las muchas dificultades, contrariedades y ataques.
Es así la razón por la cual ella se desarrolla; la Iglesia, en virtud de las promesas y la asistencia divina de Dios.
El reino es por consiguiente una acción eficaz, pero al mismo tiempo misteriosa que Dios lleva a cabo en el Universo y en el entramado de las situaciones y vicisitudes humanas.
Vence las resistencias del mal con paciencia y no con prepotencia, ni siquiera de forma glamorosa y que a veces pasa oculta. Pero si que es eficaz, porque el reino es gracia, es amor de Dios al mundo, que para nosotros es una fuente grande de serenidad y de confianza.
Los temores, las luchas, las angustias, desaparecen porque el Reino de Dios está en medio de nosotros y sigue estando en medio de nosotros en la persona de Cristo.
El grano de mostaza y la levadura simbolizan principalmente a la Iglesia que era al principio un grupo de discípulos; apóstoles -Que si tú y yo lo hubiésemos que escogido… pues no sé nos hubiese ocurrido, ni de lejos, escoger a los que el Señor escogió- Unos pobres pescadores de Galilea, sin ninguna instrucción, sin ningún nivel intelectual, que además, tenían muchas limitaciones y miserias.
Que los Evangelios los dejan muy mal a los pobres apóstoles, ¡no! El grupo de los discípulos que el Señor escogió se fue extendiendo con la fuerza maravillosa del Espíritu Santo, hasta hacerse con todos los pueblos de la tierra.
Conocemos esa afirmación de Tertuliano: (un hombre que vivió en el siglo segundo) que afirmaba: “Somos de ayer y lo llenamos todo”.
Esos pocos hombres, que el Señor eligió para integrar su reinado del mundo, eran en su mayoría humildes pescadores, diríamos que de escaza cultura, con defectos y sin medios materiales.
Como dice él mismo San Pablo:
“Eligió la flaqueza del mundo, para confundir a los fuertes.”
Esto con miras humanas es un absurdo, no tiene sentido. Es incomprensible que estos hombres llegaron a difundir la doctrina de Cristo por toda la tierra en tan corto tiempo y además teniendo enfrente innumerables trabas y contradicciones.
Un imperio Romano que era muy cruel con los que se alzaban contra él o a los que no le seguían. Con la parábola del grano de mostaza, el Señor les hace ver que la predicación del Evangelio se propagará con rapidez a pesar de todo.
Así vemos cómo ese reducido grupo inicial de los discípulos del Señor crece en los comienzos de la Iglesia y se extiende a lo largo de los siglos.
Llega a ser una muchedumbre inmensa.
Aquella gente que escuchaba el Señor esta familiarizada con la elaboración del pan. Lo habían visto hacer muchas veces en los hornos familiares que ellos mismos habían hecho… un poco de aquella levadura, muy poco guardada, quizás el día anterior podría transformar una buena masa de harina y convertirla en un pedazo grande de pan.
Ahí también la semejanza enseña, lo poco que es la levadura en relación a la masa y que luego debe transformar siendo tan poca cosa.
Eso permite a los discípulos del Señor que fueran audaces en la expansión de ese Reino, porque la fuerza del fermento Cristiano no es simplemente humana, sino es la misma fuerza del Espíritu Santo que actúa en la Iglesia.
También el Señor cuenta con nuestra poquedades, con nuestra flaquezas, con nuestras limitaciones. Porque que el Reino no se expande porque seamos muy inteligentes, o buenas personas, se expande porque somos buenos instrumentos de las manos de Dios y por su gracia. Quien actúa a través de los instrumentos, aunque a veces un poco inútiles (y eso sí somos, pues ponemos siempre trabas) Por eso no podemos desanimarnos, ante nuestra pequeñez o ante nuestra debilidad. Con la gracia de Dios y con nuestra fidelidad irán creciendo como el grano de mostaza o actuando silenciosamente, pero eficaz como la levadura.
Esperamos a que crezca
Como esas plantas pequeñas, ¡crecerá! No es que vayamos todos los días a ver cómo va el crecimiento. ¡no! Cuando uno siembra una pequeña planta, pareciera que no crecieran si la vemos todos los días, hace falta paciencia, porque la esperanza necesita paciencia. Como dice San Pablo: “La paciencia de saber que nosotros sembramos pero que es Dios quién pone el incremento”. Es una un una siembra un poco artesanal, pequeña digamos, sembrar un grano y dejar que sea la tierra la que la haga crecer.
También eso se realiza en nuestra alma, ese misterio del crecimiento y la figura también del Cristiano, junto con “la levadura” estamos en el mundo, conquistamos al mundo con nuestro ejemplo, con la palabra del Señor y como ciudadanos corrientes, en todas las actividades temporales, para hacer esa levadura que da forma a la masa entera del mundo.
Tener también un poco de paciencia con los otros, que va haciendo lo suyo. A pesar de que a veces le pongamos un poco de dificultades, si ponemos un poco de voluntad, echaremos para adelante…
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