CLAROSCURO DE LA FE
No sé si de primas a primeras vas a estar de acuerdo conmigo, pero a mí me parece que el Evangelio de hoy nos habla de fe… Pero, dándonos una visión adecuada de la fe: aquella de que, la fe no es un salvavidas o una especie de varita mágica.
Se suele hablar, al menos en teología, del claroscuro de la fe. No es que se refiera exactamente a esto. Pero, tal vez, la que pienso que puede ser tema de nuestro rato de oración del día de hoy, le podríamos llamar la parte “oscura”; dependiendo de cómo la mires… No es que sea la parte mala o fea; simplemente “oscura”, en el sentido que cuesta más, la que es un poco más dura…
Vamos al Evangelio:
«Entonces llamó a los doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino, más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran «Calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.» Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos»».
(Mc 6, 7-11)
Hasta allí vamos a leer del Evangelio.
DE DOS EN DOS
Tú, Jesús, los mandas con lo justo. Incluso con menos de lo justo, porque les dices que no lleven dinero, que ni siquiera tengan 2 túnicas… Encima, das por descontado que en algunos lugares ni siquiera los van a recibir, ni los van a escuchar: no les “van a tirar chibola” dirían algunos… Eso sí, los mandas de dos en dos. ¡Qué bueno es contar con alguien en quién apoyarse!
Pero, a lo que voy es que la misión que les encomiendas no tiene el éxito asegurado; tampoco implica comodidad ni recompensa. Pero eso es lo que les pides a los apóstoles hoy.
AYÚDAME A ENTENDER
Mira Jesús, yo me he encontrado con gente que piensa que si le falta una túnica (entiéndase: han tenido un revés económico o laboral) o que si los demás no los entienden o incluso los rechazan, que si sus oraciones no obtienen respuesta inmediata, ¡creen que Te has olvidado de ellos!
Pero aquí los apóstoles van enviados por Ti y no tienen ni dinero, ni comodidad, ni bienvenida o acogida, ni éxito asegurado. Es evidente que ¡no te has olvidado de ellos!… porque eres Tú el que los envía.
¡Ayúdame a entender!, porque yo mismo me desconcierto. Ayúdame, ayúdanos, porque muchas veces pensamos que está bendecido por Dios o por Ti Jesús, el que es aceptado por todos, el que tiene medios materiales o a quien le va bien en su trabajo, el que goza de buena salud…
Y si resulta, que nos falta algo de esto, nos enredamos y se escucha decir: ¡estoy perdiendo la fe! Algo raro hay en este planteamiento… Porque ¿será entonces que todos los famosos, las celebridades, son hombres bendecidos por Dios? o ¿Será que todos los adinerados y los genios son gente recompensada de esta manera por su fe? ¿Será que todos los atletas son consentidos de Dios por su excelente estado físico…?
¿Será que la fe tiene que ver con eso: con el dinero, la salud, la inteligencia, la fama…?
MOMENTOS OSCUROS
A mí me parece que a todos nos hace falta una túnica de vez en cuando, que no somos monedita de oro que a todos guste y que los achaques no nos van a faltar (¡y más a medida que pasan los años!). Pero también me parece que eso, poco tiene que ver con la fe.
Poco tiene que ver el hecho que nos sucedan estas cosas; en cambio, mucho tiene que ver -en todo caso- la actitud que tomamos ante estas cosas: ante el hecho de tenerlas o de carecer de ellas… ¡Eso sí que tiene que ver!
Los santos, los maestros de fe, no han contado con soluciones fáciles, ni vidas cómodas; en sus días se han encontrado con dificultades, muchas veces angustiantes… Porque así es la vida. Y la fe no nos ahorra esos momentos “oscuros” de la vida de cualquier hombre sobre la tierra.
Ahora que ya ha pasado el primer domingo de San José nos puede servir recordar lo que nos ha escrito el Papa Francisco:
“El realismo cristiano, que no rechaza nada de lo que existe, vuelve una vez más. La realidad (…) es portadora de un sentido de la existencia con sus luces y sombras. Esto hace que el apóstol Pablo afirme: «Sabemos que todo contribuye al bien de quienes aman a Dios» (Rm 8, 28). Y san Agustín añade: «Aún lo que llamamos mal (…)».
En esta perspectiva general, la fe da sentido a cada acontecimiento feliz o triste.
“Entonces, lejos de nosotros el pensar que creer significa encontrar soluciones fáciles que consuelan. La fe que Cristo nos enseñó es, en cambio, la que vemos en san José, que no buscó atajos, sino que afrontó “con los ojos abiertos, lo que le acontecía, asumiendo la responsabilidad en primera persona.”
(Carta Apostólica, Patris corde)
Esa es la fe a la que me refiero. A la que creo que te refieres Tú Señor con esta escena, con las condiciones en las que envías a los apóstoles, con las dificultades con las que se encuentran…
SOMOS PERSONAS NORMALES
Me gusta como lo explica un autor:
“La vida de todos los hombres tiene unas cosas buenas y otras menos buenas. Lo que no podemos pretender es que, por tener fe, nuestra vida tenga que ser como una balsa de aceite o disfrutar de la felicidad de un cuento de hadas o vivir en un perpetuo descanso físico, psíquico y afectivo. No podemos pretender que los problemas tengan que desaparecer por sí solos, por el mero hecho de creer en Dios. O que los dolores de cabeza deban convertirse en efluvios místicos. O que las preocupaciones tengan también que desvanecerse como por arte de magia. Es verdad que la fe ayuda a afrontar esas situaciones y a estar alegre, pero no las hace desaparecer. Las personas con fe no dejan de ser personas normales.”
(Alfonso Aguiló. “¿Es razonable ser creyente?”)
Tú y yo somos personas normales y somos apóstoles. Tenemos fe y eso no significa que los problemas, las enfermedades, las necesidades: “desaparecen”. Significa que las vivimos de otra manera…, como los apóstoles.
“El enfoque cristiano del sufrimiento, es compatible con poner un gran empeño, en nuestro deber de dejar el mundo mejor que como lo hemos encontrado.” ¡Aunque nos cueste!…
Eso es lo que están intentando hacer los apóstoles…: dejar el mundo un poco mejor, llevar la buena noticia, acercar a los otros a Jesús.
Señor, dame fe, ayúdame a vivir la fe, el claroscuro de la fe… Lo acepto: las partes claras se viven fácilmente; las oscuras no. Pero allí también está la fe. No en la ausencia de dificultades sino en la manera de vivirlas…
NO ESTAMOS SOLOS
Hace poco alguien me comentaba (aunque me lo han comentado muchas veces):
“Tener fe es no estar nunca solo…, porque siempre estamos con Dios. Qué duro debe ser tener un montón de problemas (como tarde o temprano todos los tenemos) y, encima, ¡estar solo!; por el simple hecho de no tener a Dios…”
¡No estamos solos!… El Evangelio dice que Tú, Jesús, los enviaste de dos en dos; así quiero ir yo, nunca solo, siempre acompañado. Acompañado por Ti Jesús. Y, si se vale pedir más: también acompañado de Tu Madre.
Es que así, pase lo que pase, es parte de mi fe y voy a tirar para adelante contigo.
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