Un día muy especial
El segundo domingo de Pascua recibe el nombre de la Divina Misericordia. Así lo anunció san Juan Pablo II, el año 2000, durante la canonización de sor Faustina Kowalska, religiosa polaca.
Santa Faustina, conocida como la mensajera de la divina misericordia, recibió revelaciones místicas en las que Jesús le mostró su corazón, fuente de misericordia, y le expresó su deseo de que se estableciera esta fiesta. Fiesta, que en palabras de san Juan Pablo II, constituye una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años venideros.
En el contexto actual de pandemia, en que tantas personas sufren por la enfermedad, la soledad, la pérdida de un ser querido o la falta de trabajo, estas palabras adquieren un carácter profético y nos llaman a profundizar en el sentido del mensaje.
¿Qué necesito para recibir el don de la misericordia divina?
Para el cristianismo, la misericordia es un atributo divino entendido como sinónimo de consideración, amabilidad y perdón, que los fieles piden a Dios para que éste tenga piedad por sus pecados y sus desobediencias.
Sor Faustina dejó escritos varios documentos, algunos son alocuciones del mismo Jesús, que la santa escuchaba en sus ratos de contemplación. Por ejemplo, nos dice que “la humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a mi misericordia”(Diario, 300). “Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confíen en mi misericordia. Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza”.
¡Mar de misericordia! ¿No te llena de esperanza esa expresión? Nuestras faltas, nuestros errores y caídas se vuelven solo gotas en ese inmenso mar. ¡Acrecienta Señor en mi alma el deseo de hacer una buena confesión para recibir tu perdón misericordioso! La confianza es esencial, es la primera condición, ¡Jesús confío en ti!, ¡confío en tu divina misericordia!
La mujer pecadora del Evangelio
Como la mujer pecadora, que al enterarse que Jesús está a la mesa en casa de Simón, el fariseo, tomó un vaso de alabastro con perfume y por detrás se puso a sus pies llorando. Los riega de lágrimas, los besa y los unge con perfume.
El fariseo piensa “si este fuera profeta sabría quién y qué clase de mujer es la que le toca”. Jesús le responde con la historia del prestamista que perdona a dos deudores que no tienen con qué pagarle, uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Y le pregunta al fariseo ¿Cuál de los dos le querrá más?
Simón le responde: “pienso que aquel a quien más perdonó”. Y Jesús le dice que ha juzgado bien. Le hace ver que al entrar en su casa no lo recibió con agua para los pies ni ungió su cabeza con aceite. En cambio, esta mujer ha bañado sus pies con lágrimas y con perfume. Sus muchos pecados le son perdonados porque ha amado mucho (Lucas 7, 36-50).
La mujer le ha mostrado a Jesús cuánto lo quiere y cuánto confía en Él. Ese amor y esa confianza han llenado su corazón de sincero arrepentimiento, provocando el derroche de misericordia desde el corazón sacratísimo de Jesús.
Además, ha demostrado ese amor con obras. Jesús destaca esa actitud de amor activo hacia el prójimo. Esa es otra condición para recibir sus gracias. “Si el alma no practica la misericordia de alguna manera, no conseguirá mi misericordia en el día del juicio”.
¡Cuántas oportunidades diarias tenemos para poner en obra esa misericordia!, ya sea con acciones, palabras u oración: cuidando a un enfermo, dando de comer al hambriento, dando de beber al sediento, vistiendo al desnudo, dando sepultura al difunto, enseñando al que no sabe, entregando un buen consejo, siendo paciente con los defectos de otros, rezando por los que están junto a nosotros y por los que ya han fallecido.
¿Ponemos en Dios nuestra confianza o somos incrédulos como Tomás?
Este segundo domingo de Pascua, en que la iglesia ofrece indulgencia plenaria, acerquémonos a la imagen de la divina misericordia, revelada por Jesús mismo a santa Faustina. En ella, Jesús levanta su mano derecha en señal de bendición y apunta con su mano izquierda sobre su pecho, del que salen rayos blancos y rojos, símbolos de la caridad, el perdón y el amor de Dios.
Es un día que se vincula al evangelio en que Jesús, ocho días después de su resurrección, se aparece a sus apóstoles y a Tomás, a quien invita a tocar sus llagas. “No seas incrédulo sino fiel” le dice, y Tomás respondió ¡Señor mío y Dios mío!
Que el domingo de la divina misericordia sea ocasión de recibir las gracias que nos ayuden a afrontar con confianza y esperanza las dificultades presentes.
Muy buenos y edificantes para el espíritu, las refleccioned
Gracias Señor por tú amor, tú ternura, tú bondad pero sobre todo por tú Misericordia. aquella que día a día derramas sobre nosotros y especial hoy en tú fiesta. Te amamos mi Señor Jesús 🙏😇💗
Me ayuda a fortalecer mi conocimiento
muy interesante y rico en perdonar
Las reflexiones me mantienen conectadas con el Señor. 🙏
Las reflexiones me mantienen conectadas con el Señor. 🙏
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Gracias Señor por tú amor, tú ternura, tú bondad pero sobre todo por tú Misericordia. aquella que día a día derramas sobre nosotros y especial hoy en tú fiesta. Te amamos mi Señor Jesús 🙏😇💗
Muy buenos y edificantes para el espíritu, las refleccioned