Jesús dijo a sus discípulos:
“No juzguen para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará y la medida con que midan se usará para ustedes”
(Mt 7,1-2).
Estas palabras que hemos escuchado muchísimas veces, y que la Iglesia nos propone en la Misa del día de hoy, nos puede llevar a considerar como trabajamos normalmente nosotros; el tema de juzgar a los demás, el tema de poner etiquetas, de tener prejuicios… ¿Cómo lo hacemos, no?
GERSON
Conversaba hace pocos días con Gerson, que tal vez esté escuchando esta misma meditación. Es un chico que, como dicen: “salió del clóset”. Se declaró abiertamente homosexual hace algún tiempo y vive en Perú. Es un católico practicante que sabe que tiene esta tendencia.
Ha sido impresionante la cantidad de gente que le juzga, y él hace un trabajo impresionantemente bueno, intentando hacer que los católicos nos demos cuenta que las personas que tienen esta inclinación, sufren.
Y que no se puede calificar a una persona directamente, sólo por tener esa inclinación. Una cosa es el pecado y otra cosa es el pecador. Son dos cosas completamente distintas.
¡No hay que juzgar! ¡Al Señor no le gusta juzgar! Y… si juzgamos tenemos que ser extremadamente misericordiosos.
“No juzgar a los demás”, es una cosa que queda súper clara en este Evangelio.
IMITACIÓN DE CRISTO
Hay un libro que se llama “La Imitación de Cristo” que nos puede servir. Es un tratado del siglo XV y dice:
“No juzguéis y no seréis juzgados, tú sabes excusar y disimular muy bien tus faltas, y no quieres oír las disculpas ajenas. Más justo sería que te acusases a ti y excusases a tu hermano. Sufre a los otros si quieres que te sufran. Mira cuán lejos estás aún de la verdadera caridad y humildad, la cual no sabe desdeñar y airarse sino contra sí. No es mucho conversar con los buenos y mansos, pues esto a todos da gusto naturalmente; y cada uno de buena gana tiene paz, y ama a los que concuerdan con él.
Pero poder vivir en paz con los duros, perversos y mal acondicionados, y con quien nos contradice, grande gracia es, y acción varonil y loable. El que sabe mejor padecer, tendrá mayor paz. Éste es el vencedor de sí mismo y señor del mundo, amigo de Cristo y heredero del Cielo”
(Imitación de Cristo, Libro II, c. 3).
Estas palabras son impresionantes, escritas en el siglo XV. Y en esto es donde tenemos más mérito: cuando esperamos a los que son más lentos. O cuando no nos desesperamos con los que son muy rápidos. O como cuando tenemos más delicadeza al conversar con los malos -por así decirlo- con los perversos, con los duros.
Esta es una forma concreta de vivir este evangelio: “Sin juzgar”, siendo misericordiosos. Sabiendo que hay una cantidad de personas buenas en este mundo, que a veces no se conocen, o no tienen ese cartel de “buenos”, sino que van por el mundo así…
CHRIS EL HOMELESS
Cuentan que, en una ocasión, una joven chica se encontraba en una cafetería bebiendo un café, cuando por la ventana miró a un indigente que recogía unas monedas que se le habían caído, esas mismas que le habían regalado las personas que pasaban cerca de él.
Después miró que el hombre entraba al lugar en donde ella se encontraba y empezaba a contar esas monedas, pero se dio cuenta que en su rostro había una decepción, entendió que quizás no tenía lo suficiente para comprarse algo de comida. Esta chica decidió hacer algo muy bueno por él. Lo llamó y le invitó un sándwich y un café. El hombre no parecía muy amable, pero tenía hambre y aceptó el ofrecimiento de la joven.
Cuando le entregaron su desayuno, la joven chica se dirigió nuevamente a él y le preguntó si quería sentarse con ella en la mesa, el hombre sorprendido por el gesto, la miró confundido y luego se acercó.
NO JUZGUEN A LAS PERSONAS POR SU APARIENCIA
Este chico, este homeless, se llamaba Chris. Y estuvo conversando con la chica, cómo es que había terminado en la calle. Le contó que las personas eran normalmente muy groseras con él, la mayor parte del tiempo él estaba sucio, no olía nada bien, que nadie solía acercarse justamente por su aspecto y que muchos le temían.
Que el hecho de vivir en la calle, le hacía pensar a los demás, que tal vez era un delincuente. También le confesó que su problema con las drogas no había terminado, seguía con ese problema…
ABRIÓ SU CORAZÓN
En definitiva, Chris abrió su corazón y le contó toda su historia a la chica. Y, de como siempre había soñado, con ser el hijo que su madre deseaba. Pero lamentablemente su madre había muerto de una enfermedad y ya no tendría nunca esa oportunidad de demostrarle nada.
Por más de una hora estuvieron charlando, hasta que la joven chica tuvo que despedirse, pues su próxima clase estaba por comenzar.
Antes de irse, Chris le pidió a la chica esperar unos segundos, y rápidamente le escribió un mensaje en un papel arrugado. Tomó la mano de la chica, lo colocó ahí -no eran tiempos de COVID- y luego cerró su puño. Le pidió disculpas por su letra y le agradeció el desayuno y la charla que tuvieron, asegurándole que nunca olvidaría ese gesto.
Cuando la chica se marchó, abrió el papel que le había dado Chris y comprendió que había hecho mucho más que obsequiarle un desayuno, pues el papel decía:
”Yo quería suicidarme hoy, pero gracias a ti ya no lo voy hacer. Gracias linda persona”.
NO JUZGAR A LOS DEMÁS
¡No juzgar a los demás! ¡Estar a la altura! ¡Intentar dar todo lo que tenemos! No sabemos qué es lo que está pasando en el corazón de las otras personas, si está pasando por un problema grave, si tienen una depresión, si sufren un trastorno…
No tenemos que juzgar las personas: que es vago, que es comodón… ¡Oye! ¿No será que tiene un problema un poco más grave? No vamos a justificar absolutamente todo, de acuerdo… pero el Señor, nos da una claridad en estas palabras: ¡No podemos juzgar!
“¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Deja que te saque la paja de tu ojo”, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”
(Mt 7, 4-5).
Vamos a pedirle hoy: -Señor Jesús, que tengamos esa delicadeza de no juzgar, de ser muy misericordiosos con los demás, de no juzgar el CD por su tapa -decía un amigo-, ahora los niños no saben lo que es un CD, pero es una cosa que antes usábamos bastante. O no juzgar un libro por su tapa.
LAS NIÑAS DE LOS OJOS DE DIOS
Hay personas que por fuera parecen terribles, pero en realidad son impresionantes por dentro. O que son muy amigas de Dios, esto es otra cosa que tal vez no consideramos, pero Dios les tiene un especial cariño, una especial delicadeza.
Con lo cual, son como las niñas de los ojos de Dios; los pobres, la gente que sufre, los que tienen más limitaciones…
Por eso debemos comportarnos bien, no simplemente “por conveniencia”, pero es importante que nos sepamos dar esa tolerancia, esa forma de ser delicados en el trato, de no poner inmediatamente etiquetas; de vago, de perezoso, de looser…
Por favor, vamos a actuar como esta chica, que al ver que un hermano sufre, se comporta de forma que salva la vida de esa persona. Nosotros tal vez no salvaremos muchas vidas, pero sí que podremos hacer que el mundo sea un mejor sitio para estar.
Eso es lo que quiere Jesús para ti y para mí, que hagamos que a nuestro alrededor haya paz, haya seguridad.
Que no somos látigo para dar duro a la gente, y decir cuáles son las malas cosas… sino que seamos personas que dan paz, que no juzgan, que hacen la vida agradable a los demás.
¡No juzguen para no ser juzgados!
Le pedimos a nuestra Madre la Virgen, que nos ayude a vivir siempre en nuestra vida, esta máxima de Jesús.
Gracias y más gracias por estos 10 min con Jesús, hacen en mi maravillas.
Gracias Padre Juan Carlos! Esta meditación me llegó en el momento justo, la necesitaba para juzgar mi propia actitud y tratar de comprender a mi prójimo.
Gracias Padre Juan Carlos! Esta meditación me llegó en el momento justo, la necesitaba para juzgar mi propia actitud y tratar de comprender a mi prójimo.
Gracias y más gracias por estos 10 min con Jesús, hacen en mi maravillas.