Quise empezar con la voz de este niño de cuatro años que, con el permiso de su mamá, el otro día me envió estos “voice notes” contándome cómo, al ir escuchando en el trayecto estos ratos de oración, se ha ido aprendiendo la oración introductoria y que ya se la sabe de memoria.
Creo que nos puede servir para meditar hoy en esta fiesta de la Virgen del Rosario, en esa necesidad de hacernos como niños para, como dice Jesús, entrar en el Reino de los cielos.
FIESTA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO
“Y acudir a ti, Madre nuestra, al comenzar nuestra oración; quizá ya con una voz un poco más ronca, pidiéndote tener el alma de ese niño para que cada vez que empezamos nuestra oración nos sintamos en verdad así, niños delante de Dios”.
Que no nos vaya a pasar como ese joven universitario que viajaba, contaban, que viajaba en el mismo asiento del transporte con un venerable anciano que iba rezando su Rosario. El joven se atrevió a decirle: ¿Por qué en vez de rezar el Rosario no se dedica a aprender e instruirse un poco más? Yo le puedo enviar algún libro para que se instruya.
El anciano le dijo: le agradecería que me enviara el libro a esta dirección y le entregó su tarjeta. La tarjeta decía: Luis Pasteur Instituto de Ciencias de París.
El universitario se quedó avergonzado, había pretendido darle consejos al más famoso sabio de su tiempo. El inventor de las vacunas, nada más y nada menos, estimado en todo el mundo y devoto del Rosario.
COMO NIÑOS
Pues ya ves… que esto de hacerte niño no tiene tanto que ver con tener las mejillas sonrosadas, sino es una actitud del alma. Y efectivamente, en este mes que la Iglesia nos invita a rezar el Rosario, es la oportunidad que tenemos de aprender de la Virgen muchas cosas.
Y siguiendo por ese caminito de infancia espiritual, quisiera fijarme en un detalle que es el de la confianza. Cómo, para rezar el Rosario necesitamos muchísimo de esta cualidad. Necesitamos confiar mucho en el Señor, necesitamos confiar mucho en María.
CON CONFIANZA
Es que, efectivamente, los niños para hacer un acto de virtud, de pequeños no saben qué es lo bueno y qué es lo malo pero tienen una referencia segura, que es su madre. Y como confían en ella le pregunta ¿mamá puedo? Y entonces ella dice: pues puedes o no puedes.
Eso les va ejercitando para que al crecer ya sepan distinguir el bien del mal. Gracias a la confianza que tuvieron en sus padres y en concreto, en su madre.
No nos vaya a pasar tampoco como aquello que cuentan de un pueblo; lo que los papás hacían a los hijos para hacerlos, entre comillas, madurar según ellos. Los subían a un closet y desde lo alto el papá le pedía a aquel niño que sea aventara: ¡échate, échate, aquí te cacho!
Y en cuanto se echaba el niño, el papá se quitaba y hacía que se golpeara en toda la cara en el piso; ya que lo veía llorar y ensangrentado le decía aquel padre: ¡lo has entendido! No te fíes ni de tu padre.
No, efectivamente esa no es una manera de educar en la confianza a nadie; pobre niño con qué traumas crecería… Dios no es como su papá, que se quita para que se azote el chamaco.
SIEMPRE ESTÁ ALLÍ
En todo caso se parece más bien; yo no sé tú, cómo aprendiste a nadar, pero casi todos aprendimos un poco así, con nuestros papás que nos decían: ¡echate yo te cacho! Y te aventabas al agua se iba echando para atrás para atrás y como que sentías que te ahogabas; pero cuando ya no podías más te tomaba entre sus brazos y te decía: ¡ya ves, nadaste media alberca! Al final, tu papá siempre estaba allí.
Es que sin confianza no se puede hacer nada. La confianza es fundamental; si no confiaras en nadie estarías condenado al aislamiento, es que no habría forma de vivir. Esa confianza que tenemos en nuestros padres, cuánto más debemos de tener en Dios que es nuestro Padre y que nos ha dado una Madre tan buena como María.
OCTUBRE, MES DEL ROSARIO
Hoy que es fiesta de la Virgen del Rosario, porque es el mes de octubre también mes del Rosario, la Iglesia nos invita a meditar en cómo estamos honrando a nuestra Madre del cielo, especialmente, a través de esta devoción Mariana del rezo del Santo Rosario.
Y volviendo al tema de la confianza, fíjate en el Avemaría y verás que es una relación de mucho abandono y confianza en Dios; y el motivo fundamental de nuestra confianza es esta frase que dice: “El Señor es contigo”.
Si pudiéramos detenernos un momentito en esta consideración, san Josemaría lo hacía, fíjate lo que decía:
“Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo. Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado y está como un Padre amoroso, a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo… y perdonando”
(Camino 267).
EL SEÑOR ES CONTIGO
Seguro te acuerdas de dónde viene esta frase: “El Señor es contigo”. Aquella escena del Evangelio que narra la Anunciación:
“Y, habiendo entrado donde ella estaba, le dijo el Ángel Gabriel a María: Dios te salve, llena de gracia; el Señor es contigo”
(Lc 1, 28).
Fueron las palabras con que el ángel saludó a nuestra Señora.
Y nosotros las hemos repetido tantas veces y en tonos tan distintos y en circunstancias bien diferentes.
“Podemos aprovechar nuestra oración de hoy para hablar contigo Señor y hacer un poquito de examen: ¿Con qué amor rezamos todos los días el Rosario? ¿Con qué atención rezamos cada una de sus Avemarías? Si aprovechamos cada misterio para ofrecerlo, por ejemplo, por alguna intención,etc..”.
ROSAS A LA VIRGEN
Y antes de dejarte un rato en silencio para que continúes tu oración por tu cuenta, te quería contar que, el nombre de Rosario en lengua castellana proviene del conjunto de oraciones a modo de rosas dedicadas a la Virgen. Dice San Bernardo, que los días de la Virgen en esta tierra fueron rosas blancas y rosas rojas. Blancas de serenidad y pureza, rojas de sufrimiento y amor. Hay una costumbre en Roma, que tiene lugar en la “Piazza Spagna” el 8 de diciembre de cada año.
LOS BOMBEROS DE ROMA
A los pies de esa columna de la Inmaculada Concepción, los bomberos de Roma tienen un detalle con la Virgen, a la que acuden cada año a llevarle un ramo de rosas (pero no podría llevarla nadie más que a los bomberos porque la columna tiene más de 20 m de altura. Es una estatua de bronce de la Virgen María que está en la parte superior).
Ponen la escalera y cuelgan en el brazo derecho de la Virgen ese arreglo de flores cada año; una corona de flores de los bomberos a la Virgen, un Rosario. Y tienen un espectador en esa pequeña ceremonia del todo especial, que es nada menos que el Papa.
El Papa suele acudir a esa cita y es una gran ocasión para que la gente vaya, la gente de Roma, la gente que está por allí a los alrededores, los turistas también y contemplé esa maravilla y estén un ratito también con el Papa.
SÍMBOLO DE ALEGRÍA
Una corona de rosas… es que en la Edad Media se saludaba a la Virgen con el título de Rosa Mística, que era un símbolo de alegría y se adornaban sus imágenes, como ahora, con una corona o ramo de rosas; queriendo expresar que las alabanzas nacen de un corazón lleno de amor.
Pienso que estas últimas palabras son también clave, junto con la confianza, para no dejar nunca de rezar el Rosario, tener el corazón lleno de amor. Hay algunos qué les puede parecer que, recitar Avemarías, una tras otra, una tras otra, primero 10 y luego otras 10 y así… como que les podría llegar a parecer que es una cosa aburrida, rutinaria…
Mira, te contesto con unas palabras de San Josemaría, escritas en la introducción de un librito que se titula precisamente: “Santo Rosario” dice así:
“Pero, en el Rosario… ¡decimos siempre lo mismo! ¿Siempre lo mismo? ¿Y no se dicen siempre lo mismo los que se aman?… ¿Acaso no habrá monotonía en tu Rosario, porque en lugar de pronunciar palabras como hombre, emites sonidos como animal, estando tu pensamiento muy lejos de Dios?”.
EL SANTO ROSARIO
“Pues es así, porque el Rosario es un medio excelente, para contigo, Madre nuestra, contemplada a tu Hijo Jesús. Esa oración tan querida por Ti, esa oración tan querida por el pueblo cristiano, por todos los Papas, camino seguro para confiar, para amar y seguir a nuestro Salvador”.
Hoy, fiesta de la Virgen del Rosario ¿qué buen propósito podríamos hacer? Rezar cada día el Rosario, porque después de la Misa, es la oración que más le gusta a nuestra Madre.
Pues vamos a terminar (no precisamente con la oración de este niño que nos la debe, porque esa no me mando la oración final, pero bueno) cada uno le dice, también con esa alma de niño: Te doy gracias Dios mio…
Deja una respuesta