VIAJAR CON LA MENTE
Esta pandemia en la que aún estamos y que tanto sufrimiento ha traído al mundo, también nos ha aportado algunas cosas buenas.
No podemos negar que en estos meses, aquello de las telecomunicaciones, ha dado pasos de gigante (aunque seguramente nunca podrá sustituir el contacto personal).
Por ejemplo, te habrás dado cuenta de que ahora, sin tener que pagar un boleto de avión, puedes visitar de modo virtual algunos destinos históricos o culturales desde la comodidad de tu casa.
Es verdad, no es lo mismo, pero ya es un primer paso poder ir a ese museo, a ese teatro o a ese estadio que tanto querías conocer, sin tener que hacer fila y a veces gratis.
Hoy seguimos de aniversario en 10 minutos con Jesús América Latina y lo vamos a celebrar con un paseo virtual a Tierra Santa.
Nos ponemos el visor de realidad virtual y entre las muchas cosas que podemos visitar, empezamos por lo más importante: el Templo de Jerusalén.
NO QUEDARÁ PIEDRA SOBRE PIEDRA
Caminamos Contigo Señor, por el patio de los gentiles; vemos los árboles que ordenó colocar el rey Herodes. Nos asombramos por la elegancia de esas enormes columnas en los pórticos.
Hay también muchos tapices y alfombras estupendas. ¡Qué maravillas de candelabros y de vasijas de oro! Señor, ¿no te parece espectacular todo esto que estamos viendo?
Tú Jesús, creador de los mares, de los más altos montes, de esos paisajes paradisíacos de nuestras tierras, te ríes por nuestra inocencia y nos dices: “Sí, esto es bello, pero también esto pasará”.
Nosotros, que somos tus discípulos, nos quedamos de piedra. Claramente esta no era la respuesta que esperábamos.
Dinos, al menos, un comentario positivo, algo así como: “Es verdad, ¡qué bonitas columnas! ¡Qué espléndidos mosaicos!”
En cambio, Tú, que no desaprovechas ninguna oportunidad para recordarnos las cosas importantes y que no nos distraigamos con lo accesorio, nos lo dejas muy claro:
“No quedará piedra sobre piedra”.
TODO SE PASA, DIOS NO SE MUDA…
Y nos lo dices de tal modo que nos damos cuenta de que, todo lo bello que tenemos, incluso aquello que nos parece absolutamente necesario, también pasará.
Miro mi teléfono celular, mi computadora, mi PlayStation, mi carro, mi casa… y todo esto pasará.
O incluso: miro el Instagram, la gente atractiva, los viajes, la vida cómoda, la buena suerte del vecino y me pregunto: ¿qué sentido tiene perder la paz por estas cosas, si también esto pasará?…
«Todo se pasa, Dios no se muda»,
dice el famoso poema de santa Teresa de Ávila, que ya desde muy niña, experimentaba a su manera este sentimiento de lo eterno.
SU OBJETIVO: GANARSE EL CIELO
Como se demuestra en aquel episodio narrado por ella misma en su autobiografía: “A los siete años, convenció un día a su hermano Rodrigo de huir de Ávila rumbo a tierra de moros (tierra de musulmanes) a que los decapitaran, porque le parecía que así se ganaba muy barato el Cielo.
Y para dar valor a su pequeño hermano que se asustaba, le repetía: «¡Es para siempre, siempre, siempre!» (Vida, I).
En cuanto un pariente los reconoció en la puerta de la ciudad, los devolvió a su casa, donde los reprendieron.
Pero en esta aventura infantil, hay algo de heroico, y ese sentimiento de la eternidad no la abandonó nunca, y le dio esa gran fortaleza tan suya en medio de las más arduas empresas apostólicas.
Eso nos enseña a nosotros aquí en la tierra, que hay muchas cosas que nos parecen imprescindibles, sin las cuales no podríamos vivir.
Y, en efecto, es así: no es que sean cosas de por sí malas, pero ¡qué pena que algo que me parece absolutamente necesario, me aleje de aquello que es en realidad lo único verdaderamente necesario e indispensable!
UNA MORADA TRANSITORIA
Tú, Señor, no quieres que nos pongamos apáticos con la vida. Por el contrario, quieres que la vivamos a plenitud, pero sabiendo que
“no tenemos aquí morada permanente”
(Hb 3,14).
Tú estás aprovechando esta visita virtual al Templo de Jerusalén para que no se nos olvide esta gran lección.
Y nosotros, aprovechamos para reflexionar, hacer examen de la propia vida, y tomar nota de qué cosas me parecen a mi necesarias, pero que eso también pasará…
“Gracias Señor, por esta lección “sorpresa” con ocasión de esta visita virtual”.
ESTAR CON DIOS
Aún tenemos el visor de realidad virtual y nos trasladamos ahora a ese pequeño pueblo cerca de Jerusalén donde tan bien te la pasabas, Jesús.
En aquella casa sencilla de Betania donde ahora estamos, somos testigos de esta misma lección del templo de Jerusalén.
A Marta, esa hermana de Lázaro y de María, le haces saber que todo lo que hacía eran cosas buenas, pero que debían ser medio -no un fin en sí mismo-, para alcanzar aquello importante:
“Marta, Marta, te preocupas demasiado por muchas cosas. Pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la va a quitar”
(Lc 10,41-42).
María había comprendido que muchas de las cosas importantes de acá abajo también pasarán, no quedará piedra sobre piedra.
Construir templos espectaculares para Dios -como el de Jerusalén-, no es algo malo, pero qué pena si el construirlo no nos hace más santos, más cercanos a Dios.
QUE NO ME DISTRAIGA
Y lo mismo podemos decir de todo en la vida: el trabajo, el estudio, el deporte, las amistades, el descanso, no son cosas malas en sí mismas… Pero, ¡qué pena que Dios las haya dispuesto como medios para encontrarlo a Él, y se conviertan, en cambio, en cosas que me distraigan del Él!
Sería un error garrafal confundir los medios como si fueran fines. Esto nos llevaría a la frustración, al cansancio, incluso a la desesperación.
Si prestamos atención, el Evangelio de hoy que, a simple vista parece de tono apocalíptico, catastrófico, hecatombico, es en realidad una invitación del Señor a que fomentemos la confianza en Él.
De hecho, ya no nos hacen falta estos visores de realidad virtual porque podemos verificar hoy en día lo que Jesús nos anunciaba en Jerusalén, ya es realidad el día de hoy.
ESTAR VIGILANTES
Podemos comprobar esas “noticias de guerras y de revoluciones (…):
“Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países pasarán hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo”
(Lc 21,10-11).
Pero no olvidemos que este es el mismo Dios que nos habla de lo pasajero de las cosas, Él mismo que nos asegura que:
“Hasta los cabellos de nuestras cabezas están contados”
(cfr. Mt 10,30, Lc 12,7);
es el mismo que nos promete que:
“Estará con nosotros hasta el final de los tiempos”
(cfr. Mt 28, 16,20).
Entonces, ¿para qué nos dices estas cosas Señor, si no podemos saber exactamente cuándo será este final? Pues para que vigilemos, para que no nos dejemos seducir por la vana gloria.
La invitación a la vigilancia del Evangelio de hoy no es aquella de quien está agobiado porque algo malo sucederá en cualquier momento, sino la tranquilidad de quien se ocupa de vigilar en el amor.
LO VERDADERO E IMPORTANTE
El amor a Dios es lo único que no pasa, aunque no quede piedra sobre piedra, siempre quedará el amor de Dios: es lo que permanece fiel, lo verdaderamente importante y necesario.
Pues este viaje virtual que parecía simple turismo, y qué cosas tan profundas hemos considerado gracias a estos 10 minutos con Jesús.
«Ayúdanos Señor a no distraernos con lo pasajero de este mundo y a mantenernos vigilantes, sin agobios».
Que esta espera, es la espera en el amor a Dios, viendo todo como un medio para mantenernos en la fidelidad, para encontrarnos con el Amor (con mayúscula).
Pidámosle a nuestra Madre que nos ayude a tener siempre puestos estos visores, que ya no son de realidad virtual, sino de realidad “real” (valga la redundancia) … Esos que nos permiten ver todo desde la perspectiva de Dios.
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