En la tradición de la Iglesia romana y en muchos lugares del mundo, todavía se celebra hoy la solemnidad de la Epifanía del Señor.
En otros países la fiesta fue el pasado domingo, pero vamos a aprovechar esta fiesta de hoy también para recordar que, aunque popularmente se le conoce como el día de Reyes, no podemos olvidar que el centro de lo que celebramos hoy, es que este Niño Dios que nos ha nacido, se muestra a la humanidad entera.
“Porque, hasta ahora, quienes habían tenido la fortuna de conocer Tu nacimiento y de acercarse a Ti Señor, eran todos hebreos”.
De hecho, hace poco leíamos cómo esos pastores se acercaron a visitarte y estaban todos confiando en esas enigmáticas palabras del Ángel:
“No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: Les ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador, que es el Cristo Señor”
(Lc 2, 10-11).
Pues fíjate, ¿quiénes podrían comprender este mensaje, sino aquellos que sabían quién era David por ejemplo o que estaban esperando a un Ungido -al Mesías- desde hace siglos porque lo habían dicho así los profetas? Solo los hebreos.
LOS VISITANTES DE ORIENTE
Por eso, ahora esta segunda venida al portal de Belén tiene una gran importancia para nosotros que no somos judíos, porque nos podemos identificar con estos curiosos visitantes de Oriente.
Los magos representan el anuncio de la salvación a todos los hombres de todos los rincones de la tierra (no solo los judíos).
San Mateo, por ejemplo, nos dice que son
“unos magos venidos de Oriente”
(Mt 2, 1).
Y, al no ser judíos, son como un adelanto de esa llamada universal a la salvación.
Ese
“querer de Dios que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”
(1Tm 2, 4).
No sé si te has planteado alguna vez, pero hemos visto tantas veces los pesebres, los nacimientos puestos y capaz no nos hemos planteado: ¿qué cara pondrían María y José cuando vieron llegar a esta curiosa caravana?
Vamos a ponernos un momento en su lugar. Como si no hubiera sido ya bastante desconcertante la visita de los pastores, ahora -de risa- una parranda de extranjeros con un cuento de una estrella y se refieren al Niño como
“el Rey de los judíos”
(Mt 2, 2).
No, el rey de los judíos es todavía Herodes.
“Tú Jesús, verdadero Niño, pero verdadero Dios, aún no sabes hablar, pero seguro cuando te presentaron estos dones, cuando viste aquel espectáculo, soltaste la carcajada floja y no porque estuvieses extrañado, sino muerto de la risa al ver la cara de María y José”.
Esto parece más bien una broma de cámara oculta. Es que resulta, que Dios tiene un grandísimo sentido del humor, especialmente, cuando se sienta a planificar la historia.
De hecho, uno de los momentos más graciosos, está recogido en el libro de los Números (Nm 22-24) y narra un suceso de muchos siglos atrás, que parece que no tiene nada que ver con el Nacimiento, pero vamos a ver que sí.
LA BURRA DE BALAAM
Resulta, que en la corte del reino de Moab, que es un reino vecino a Israel (un reino tradicionalmente enemigo, aunque de ahí viene la bisabuela del Rey David) había un profeta llamado Balaam, que era parte de la corte real.
El rey de Moab, que ya empezaba a tener miedo del pueblo judío que empezaba a crecer en poder, llama a Balaam diciéndole:
“Ven por favor y maldíceme a ese pueblo”
(Nm 22, 6).
Y después de insistirle varias veces (porque Dios le había hecho ver a Balaam que no debía ir a hacer eso que le pedía el rey), finalmente accede, prepara la burra y se pone en camino.
Aquí sucede el famoso episodio de la burra de Balaam. En el camino se le apareció un ángel de Dios y, aunque Balaam inicialmente no podía verlo, la burra sí y por eso se negaba a avanzar.
“De aquí no me muevo” pensaba, porque veía al ángel con todas sus fuerzas. Balam le pega con violencia y la burra nada que se movía. De hecho, se le tumbó encima como diciéndole: “de aquí no me mueves” y Balaam seguía pegándole.
Sucedió lo insólito: la burra, ya harta del abuso, le habló y le dijo:
“¿por qué me pegas?”
(yo creo que tú y yo nos hubiésemos pegado tremendo susto si escuchamos a una burra que nos habla).
Balaam no sigue discutiendo con la burra y le dice:
“Porque te estás burlando de mí”
(Nm 22, 28-29).
Finalmente, Balaam consigue también ver al ángel y después de un susto inicial, el ángel le dice que puede continuar su camino.
LA MALDICIÓN DEL SIGLO
Cuando llega la corte del rey, dispone todo con gran pompa y boato para la “gran maldición del siglo”. Prepara siete altares y sobre cada uno pone un holocausto de un novillo y un carnero. Y cuando por fin ya tiene todo listo y va a abrir la boca para maldecir a Israel, lo que le sale es ¡una bendición!
Y no una bendición sencilla, ¡una bendición de cuatro estrofas!
La cara del rey debe haber sido un poema, como las caras de María y José hoy cuando ven llegar a estos magos.
El rey le dice: “Balaam, ¿qué me has hecho? Te traje para maldecir a mis enemigos y es que los has colmado de bendiciones”.
Balaam, que está también desconcertado porque esa no era su intención, agarra carrerilla nuevamente y… sale otra bendición a Israel, y esta de siete estrofas.
El rey debe pensar que todo esto es una broma, “¿dónde está la cámara escondida?” Y ya desesperado, le dice a Balaam:
“Ya que no los vas a maldecir, por lo menos no los bendigas”
(Nm 23, 25).
Pero la escena se repite por una tercera vez, toda una bendición a Israel de siete estrofas.
LA PERLA QUE REFLEJA EL BUEN HUMOR DE DIOS
El rey de Moab, por supuesto que está echando humo, despide enfurecido al pobre Balaam que no tiene la culpa de lo que está sucediendo. Pero antes de irse, deja caer esta perla que refleja el buen humor de Dios.
Dice Balaam:
“Oráculo de Balaán, hijo de Beor (…), oráculo del que escucha palabras de Dios y conoce los planes del Altísimo; que contempla visiones del Poderoso, que cae en éxtasis y se le abren los ojos”.
(Y aquí viene la parte importante):
“Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza una estrella de Jacob y surge un cetro de Israel”
(Nm 24, 15-17).
Una estrella, un cetro, un rey de Israel… ¿acaso eso no te recuerda lo que estamos celebrando hoy? Y es que varios siglos después de este suceso, se cumplirá esta profecía de un modo jamás imaginado.
Si ha surgido el cetro de Israel y los magos lo saben, porque así se lo dicen a Herodes: están buscando al Rey de los judíos que ha nacido y traen oro, que es la ofrenda típica a los grandes reyes.
Ellos vienen siguiendo una estrella, pero como decía Benedicto XVI:
“La estrella de la que habla Balaam no es un astro; la estrella que brilla en el mundo y determina su suerte es el mismo Rey que ha de venir”
(Benedicto XVI, Jesús de Nazaret).
TODO HA SIDO PLANEADO POR DIOS
Por eso, lo que contemplamos hoy no es una broma de cámara escondida. Toda la venida de los pastores y después de los reyes magos, todo ha sido planeado por Dios cuidadosamente desde la eternidad.
“Unos magos venidos de Oriente siguen una estrella que, en realidad, es el sol de justicia
(Mal 3, 20);
una estrella que iluminará a los muertos
(cfr Ef 5, 14),
que es la luz verdadera que alumbra a todo hombre con su venida al mundo
(Jn 1, 9).
Es “la Luz que brilla en las tinieblas”
(Jn 1, 5).
Fíjate que Dios, incluso, planeó que celebráramos el nacimiento de Su Hijo el día que los paganos -antiguamente- celebraban el festival del “sol invicto”, el 25 de diciembre.
Lo que vio Balaam en su profecía se quedó bastante corto.
MANTENER SIEMPRE LA CAPACIDAD DE ASOMBRO
“Jesús, tu sonrisa ante la llegada de estos reyes magos, es la de quien tenía una sorpresa preparada cuidadosamente para todos los hombres y -no podía ser de otro modo- todo te ha salido ¡que ni bordado!
“¿Cuántas veces no haces lo mismo con nuestras vidas? ¿Cuántas veces no nos has sorprendido gratamente con Tus favores, con Tus detalles, con Tus milagros cotidianos? Y, seguramente, te ríes al ver nuestra cara de sorpresa”.
Pues la sorpresa de nuestra Madre, ante la visita de los reyes es auténtica. Pero seguro, se dio cuenta inmediatamente de que todo era plan de Dios.
Vamos a pedirle que nos ayude a mantener siempre esta capacidad de asombro ante lo que Dios dispone en nuestro camino al Cielo.
Que nos riamos con el buen humor de Dios y que nos conceda la docilidad de esos magos, para seguir la llamada de Dios.
Que queremos caminar en la luz al encuentro de la Luz y dejar el camino de tinieblas en el que nos tiene metido el orgullo, la vanidad, la envidia, la lujuria, la pereza…
Queremos seguir a este astro que nos sigue llamando también hoy, que tiene una vocación para nosotros. Esa vocación que nos lleva al encuentro con Jesús:
“Que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo”
(San Josemaría. Camino 382).
Original , instructivo y lleno de amor a Dios. Que maravilla de meditación. Gracias por ayudarme a estar más cerca de Dios.
Original , instructivo y lleno de amor a Dios. Que maravilla de meditación. Gracias por ayudarme a estar más cerca de Dios.