«Jesús dijo a sus discípulos: —Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo»
(Mc 9, 41-50).
SIEMPRE LA GENEROSIDAD
Comienza así el Evangelio que nos propone la Liturgia del día de hoy. Y aunque el texto es bastante más largo del capítulo 9 de san Marcos, me gustaría quedarme con solo este versículo, que es el versículo 41, porque tiene mucho de lo que podemos hablar con el Señor.
«No quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo». El Señor es muy claro y además es muy generoso con todas las cosas que hace. Esto lo podemos ver en casi todos sus milagros, porque esos milagros siempre son súper abundantes.
Multiplica los panes, en la pesca milagrosa se hunden las barcas de tantos peces, o en las bodas de Caná el vino es muy abundante, … Siempre son los milagros del Señor. Así y en este caso nos dice que todo, todo lo que se haga por los que predican al Señor>, esto siempre será pagado.
Por eso, a mí me da mucha tranquilidad cuando voy a pedir ayuda a otras personas para los proyectos apostólicos, porque sé que no me están haciendo ningún favor, ni le están haciendo favor a Cristo; más bien, están haciendo una inversión súper interesante, porque el Señor dice con claridad que “No quedará sin recompensa el que dé de beber un vaso de agua”, algo mínimo.
LA MEJOR INVERSIÓN
Y a veces en estos proyectos se necesitan muchos voluntarios, muchos recursos económicos. Se necesitan cantidad de detalles que, a veces, no se ven en la primera línea. Y sin embargo, el Señor es bastante generoso con todos los que colaboran en estas cosas. No es que no nos hagan un favor, pero digamos que a la hora de que nos ayudan, es como la mejor inversión.
Nos cuentan de la madre Angélica, (la de EWTN en su biografía), que ella en 1979 empezó a recaudar fondos para comprar una camioneta de producción para filmar las conferencias que ella daba en diferentes lugares.
Y para financiar las producciones en el estudio propio que tenían dentro del monasterio -recordemos que la madre Angélica era una monja de claustro y ella salió con fuerza para solicitar donaciones y adquirir equipamiento para el estudio de televisión-, era muy constante.
Cuenta una persona que era bastante bonito cuando empezó esto la madre Angélica, ya que no fue con grandes donaciones, sino que empezó con unos anzuelos de pescar.
Decía que le compraba los anzuelos de pescar a la madre Angélica, y luego, los vendía en su ferretería. Y que la verdad, no era tan bueno el negocio que hacía con ella, porque le compraba a un valor bastante alto, y los tenía que vender casi perdiendo plata; pero desde que le ayudaba a la madre Angélica con eso, sus negocios prosperaron.
EL SEÑOR PREMIA
Y no quiero decir que esto funcione siempre así, que el Señor premia en esta vida a toda la gente que ayuda… Pero sí que es muy propio del Señor, que a los que no se dejan su generosidad escondida, sino a los que la muestran y se esfuerzan por dar, pues el Señor les premia.
Ahora que hemos terminado de construir una pequeña capillita en una clínica, y que estamos haciendo labores sociales de llamadas telefónicas -y que hemos necesitado de recursos tecnológicos.
Se me vienen a la cabeza la cantidad de personas que han intentado ayudarnos, lo han hecho de forma puntual y algunos de forma constante; vamos viendo, cómo el Señor, cuando son generosas las personas, se va metiendo en sus almas. Y por supuesto, les va pagando y les paga con mucho más.
Pero, ¿qué es lo que tenemos a veces en la cabeza? Porque podemos ser un poco más tristes o no sé, pensar como egoístas, y que lo necesitamos para nosotros. Que los bienes que tenemos es lo único que nos sirve…
SOMOS LAS MANOS DE DIOS EN LA TIERRA
Pienso ahora, por ejemplo, no en el dinero, pero sí en el tiempo: que nuestro tiempo es oro, que nuestro tiempo es escaso. Y no lo dedicamos a ayudar a los demás, ayudar en la catequesis, a servir en ese círculo, a ayudar en ese retiro, …
Y el Señor, está esperando de nosotros. ¡Somos las manos de Dios aquí en la Tierra! Y cuando nosotros somos generosos con Él, pues Él no se deja ganar en generosidad, inmediatamente nos hace crecer en virtud y en acercarnos a Él, y estamos más contentos.
Mucha gente no vive con alegría porque está tan enfocada en sí misma que no se da a los demás y no se da a Dios en estas cosas concretas, en darle un vaso de agua porque es un servidor de Cristo.
“Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo”.
Y cuando nosotros damos un vaso de agua al que predica o al que hace las cuestiones tecnológicas, al que lleva la parroquia o lo que sea, estamos haciendo estas cosas por el Señor. Y es importante tener esta sensibilidad, porque a veces uno busca solo como beneficios directos.
SER MEJORES CADA DÍA
Hay gente que busca tener un mejor pastor o una mejor iglesia y debería empezar por ser mejor, ser una mejor oveja. Primero para ver lo que pasa, no intentar ayudar a lo que está, no para cambiarlo todo, pero sí para sostener las actividades que se realizan. Y desde ahí, por supuesto, se podrá mejorar muchísimo.
Nos entregaron hace poco las encuestas que hicimos de 10 Min con Jesús Latinoamérica y fue súper simpático ver cómo se logra cambiar corazones. La gente está contenta con las cosas y a nosotros eso nos sirve también para seguir mejorando.
Cuando veía esto, -porque llenaron la encuesta como tres mil personas-, me llenaba de alegría decir: “Bueno, Señor, estas son cosas para Ti”.
Y me acordaba de la cantidad de personas que nos han ayudado en este proceso: de los que han colaborado como voluntarios para enviar los audios, para prepararlos, para hacer los artículos del blog -que son ahora parte súper importante de la forma que enseñamos a rezar en 10 minutos con Jesús Latinoamérica-, los que hacen las redes sociales -que tenemos mucha fuerza-, la gente de las dos agencias que nos ayudan: una para la parte del web y otra para la parte de redes sociales.
EL SEÑOR NO SE DEJA GANAR EN GENEROSIDAD
Son cantidad de personas que, además trabajan de gratis, muchas de ellas son de las primeras almas beneficiadas, porque el Señor no se deja ganar en generosidad. Y de todas estas personas, algunas han encontrado su vocación, otras se han acercado decididamente al Señor, otras han empezado a vivir con más frecuencia los sacramentos. Y es que el Señor, obra así cuando uno es generoso.
“En esta meditación, Señor, te pedimos que nos ayudes a ampliar la vista, a querer ayudar realmente a la misión que nos has encomendado y que quieres que seamos tus manos.
Pues Señor, danos esa confianza de primero hacer nosotros y luego de saber pedir a los demás. Pedir a los demás sin miedo a que colaboren económicamente o con su tiempo o con sus oraciones, de la forma que sea, pero que no se pierda nada de eso, y es una forma buenísima de hacer apostolado”.
QUE TRABAJE EN NUESTROS CORAZONES
El apostolado “no sólo de dar”, porque cuando uno solo entrega y entrega, no hacemos tampoco un bien… El Señor quiere trabajar en los corazones, motivando muchas veces la generosidad.
Vamos a pedirle a la Virgen María que nos ayude en este empeño de hacer que cada vez más personas conozcan a Dios y de ayudar a los que intentan evangelizar.