¡Qué alegría Señor poder hacer estos diez minutos de oración contigo!
Y, más aún, en este tiempo tan especial en el que la Iglesia nos recomienda esas tres prácticas que Tú mismo señalas en las Escrituras: ayuno, limosna y oración, que nos ayudarán a recorrer contigo este camino de la Cuaresma y así estar listos para celebrar de manera especial, como todos los años, la Pascua; esos misterios centrales de nuestra fe.
Es por eso, que el día de hoy tenemos esta lectura del Evangelio de san Lucas muy bonita y, al mismo tiempo, difícil de comprender porque nos habla de las tentaciones de Jesús.
CUARENTA DÍAS
“Sabemos Señor por la fe, creemos que Tú eres verdaderamente Dios y verdaderamente Hombre. Y así leemos en san Lucas que fuiste llevado por el Espíritu Santo y estás en el desierto cuarenta días”.
El desierto, según las Escrituras, es el lugar del encuentro con Dios. El pueblo de Israel, cuando quiere liberarse de la opresión del faraón (como termina siendo) le piden, a través de Moisés (es lo que Dios les ha dicho), que los deje ir al desierto para alabar a su Dios, para ofrecer sacrificios. Y, al final, terminarán por escapar con la fuerza de Dios; con la intervención de Dios.
Es en el desierto, en esos cuarenta años, el lugar donde se encuentran con Dios, donde Dios aparece.
TENTADO POR EL DIABLO
Por tanto, no es algo extraño que Jesús se vaya al desierto. Tal vez para encontrar un poquito más de tranquilidad, como cuando uno hace ejercicios espirituales, un curso de retiro espiritual, se aleja un poquito del bullicio.
El Señor también se aparta un poco, se va al monte a rezar; se va cuarenta días al desierto y nos dice san Lucas:
“mientras era tentado por el diablo”.
Como es normal (porque Jesús es verdaderamente Hombre), dice que tuvo hambre (porque estuvo todo ese tiempo sin comer) y se le presenta el diablo que va como un animal de esos feroces que buscan cazar una presa y empieza a “tantear el terreno”. Le dice:
“Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”.
EL DEMONIO DUDA
Es una tentación, pero, al mismo tiempo, nos muestra la duda que tiene el demonio. Parece que no sabe si es verdaderamente el Hijo de Dios, porque si supiera, no le haría esa pregunta.
Si fuera el Hijo de Dios, lo pudiera hacer; al mismo tiempo, es una tentación porque está tratando de que Jesús utilice su poder divino para saciar una necesidad humana, algo que uno dice, no tiene nada de malo.
En verdad no tiene nada de malo; sin embargo, luego veremos -después de este pasaje del Evangelio de san Lucas que está en los primeros capítulos-, que Jesús nunca hace nada en provecho propio; no lo vemos así.
A lo mejor lo hizo, no está escrito. Todo lo que el Señor hacía con su poder, sus milagros, lo hacía para los demás.
NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE
La mayor parte de las veces se lo pedían y, otras veces, Él se adelantaba. Por tanto, es una tentación la del demonio, pero que expresa su duda. Entonces el Señor le responde:
“Está escrito, no solo de pan vive el hombre”.
Jesús le contesta con la Sagrada Escritura. Él, que es la palabra de Dios, le dice: no. Siente hambre el Señor, pero dice: “el pan comestible, luego perece, es algo más”. “Luego Tú Señor, nos dirás que ese alimento tuyo es hacer la voluntad de tu Padre”.
“El demonio lo llevó a lo alto y le mostró, en un instante, todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré el poder y la gloria de todo eso porque a mí me ha sido dado y yo lo doy a quien quiero. Si Tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo”.
DIOS ES EL AMO DEL MUNDO
Nuevamente, el demonio expresa la duda de que todavía no sabe que es Dios el que tiene delante. No está 100% seguro porque le miente. Le dice:
“yo soy el amo del mundo”
y es Dios el Amo del mundo.
Aunque a veces vemos que la gente actúa mal, que parece que estamos también en las manos del demonio; las guerras, por ejemplo, ahora mismo tenemos esa guerra tan terrible en Ucrania. Hay países vecinos haciendo la guerra, haciendo tanto daño.
La pobreza, el narcotráfico, las enfermedades… cuántas veces leemos gente que muere en un accidente, por alguna enfermedad, esta pandemia que tanto nos ha golpeado Señor…
EL DEMONIO MIENTE
Porque él no puede darle nada y es mentira que le ha sido dado todo. Es verdad que el demonio nos engaña y hace que, al final, los hombres seamos esclavos del pecado y, por tanto, esclavos del demonio.
Pero el mundo no es suyo, el mundo es de Dios y, además, tiene ese descaro de pedirle que se arrodille delante de él.
Entonces, Jesús responde:
“Está escrito, al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto”
(Lc 4, 2-8).
FABRICAMOS ÍDOLOS
Nuevamente, Jesucristo responde con la Sagrada Escritura, pero, en este caso, poniéndolo en su lugar. Diciéndole: “Tú alguna vez quisiste ponerte por delante de Dios o no queriendo servirme. Te recuerdo que solo se adora a Dios y a Él solo, darás culto”.
El demonio busca eso: que tú y yo vayamos detrás de esos ídolos: dinero, poder, placer… y por eso, “Señor te pedimos que, en esta Cuaresma, a través de esas prácticas tan buenas, tan importantes del ayuno, la limosna, la oración, nos ayudes a quitar todos esos ídolos que nos fabricamos.
PAPA FRANCISCO
“Ayúdanos a mirarte, a seguir ese consejo que nos ha dado el Papa Francisco en ese mensaje para la Cuaresma, lo que dice san Pablo a los Gálatas:
“No nos cansemos de hacer el bien””
(Gal 6, 9).
¿Qué es el bien? No es únicamente hacer obras de caridad o labor social, es hacer lo que es bueno, lo que es verdadero. Lo que es verdadero es algo bueno y ¿qué es eso? Nos lleva al amor a Dios, al amor al prójimo.
¿Cómo y cuánto amamos a Dios? ¿Cómo se lo demostramos con obras? ¿Cómo y cuánto amamos a nuestros padres, nuestros hermanos, las personas que tenemos alrededor? ¿Cómo tratamos a los demás?
HACER SIEMPRE EL BIEN
Todos los días, no una vez al año, no nos cansemos de hacer el bien y, más bien, “ayúdanos Señor a hacer examen y ver cuando no hacemos el bien porque estamos más metidos en nosotros mismos, en esos ídolos; a lo mejor, yo soy un ídolo. Ayúdanos Señor a erradicar todo eso de nuestras vidas”.
Por último, en la tercera tentación le dice:
“El demonio se lo lleva a lo alto del Templo y le dice: “Si eres el Hijo de Dios, tírate de aquí abajo. Porque está escrito: ha dado órdenes a sus ángeles acerca de Ti para que te cuiden y también te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra”
(Lc 4, 9-11).
PADRE DE LA MENTIRA
Aquí el demonio lo que hace, es retorcer la Sagrada Escritura (ese es un salmo precioso). El demonio es el padre de la mentira.
Con esas prácticas de la oración, del ayuno, que es la mortificación, el sacrificio por amor a Dios, en este tiempo de Cuaresma, el viernes hacemos abstinencia de la carne, el Miércoles de Ceniza lo empezamos con un ayuno.
De ese modo estamos atentos, vigilantes a esas tentaciones del demonio; a esas mentiras del demonio o a esas excusas que nos podemos fabricar.
Jesucristo estaba muy atento, estaba ahí en oración, en ayuno de cuarenta días (no nos imaginamos cómo puede ser eso) y estuvo atento para decirle:
“No tentarás al Señor tu Dios”.
Vete de aquí -le dijo prácticamente.
Así tú y yo, con la ayuda de Dios y también poniendo de nuestra parte, podremos hacerle frente al demonio en esas batallas cotidianas. También ayudados con la protección de nuestra Madre, santa María.