AGENCIA DE VIAJES
Esta meditación es una meditación turística, porque tengo la fortuna de estarla haciendo frente al mar. Hay un ruido de fondo que son las olas, este es el mar Caribe, no es el mar de Galilea.
También digo que es una meditación turística, porque vamos a imaginarnos por un momento que tenemos una agencia de viajes. Esas que organizan planes turísticos para los sitios más importantes del mundo.
Y esta agencia de viajes va viento en popa, porque ya tú sabes cuáles son los lugares que le interesa a las personas, incluso sabes con antelación qué es lo que van a pedir.
Un día te llega una solicitud inusual, una persona sumamente importante, es decir con mucho poder económico, te hace llegar una propuesta: él quiere que organices para él un viaje a España.
Y tú por supuesto, con tu agencia de viajes, le dices muy bien, le puedo organizar planes estupendos a Madrid, a Barcelona, a Sevilla, a Marbella, a Granada… Y él te dice: no, no, nada de eso; yo lo que quiero es ir a Getafe. ¿A Getafe?.¿Querrá usted decir Madrid? Getafe, una población que está cerca de Madrid, pero propiamente no es Madrid, aunque autores disputan.
Y le dices que no solamente puede ir a Getafe, sino que le ofreces sobre todo Madrid, que le puedes ofrecer los mejores hoteles de la ciudad: un hotel en la Gran Vía, un acceso exclusivo a los palacios reales, al Museo del Prado.
No, no, es que no me ha entendido usted -te dice el cliente- yo lo que quiero es ir a Getafe. Y por supuesto que te entra la curiosidad y le dices: -Disculpe la impertinencia, ¿pero por qué tiene usted tanto interés en ir a Getafe?
Y este cliente te dice: -Muy sencillo, porque resulta que en Getafe viven mis más grandes amigos y lo que me interesa es ir a pasar un tiempo con ellos en su casa.
LA AMISTAD ES UN TESORO
Claro, ahora sí se entiende la solicitud de este personaje, porque como bien dice el Libro del Eclesiástico:
“Un amigo fiel es una protección poderosa, quien lo encuentra, halla un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio, es de valor incalculable. Y un amigo fiel es medicina, que salva…”
(Eclesiástico 6, 14-16)
Pues resulta que este hombre, este cliente que te ha llamado, ha conseguido un tesoro y lo que quería era aprovecharlo al máximo.
“En tus tiempos Jesús, Jerusalén viene a ser algo así como Madrid y Betania sería como Getafe un pueblo muy cercano a Jerusalén. Ahora entendemos por qué quieres pasar tanto tiempo allí, porque te sientes muy a gusto, Jesús, porque allí tienes no uno, sino tres tesoros: Marta, María y Lázaro.”
Esto puede parecer una tontería, pero si lo miramos con la perspectiva adecuada, yo creo que no saldríamos de nuestra admiración. Es que el Dios que creó el mundo, el que creó la humanidad, el que presencia toda nuestra historia, también nuestro pasado y nuestro futuro como si fuese un continuo presente; un Dios que no nos necesita en absoluto, es un Dios qué se deleita pasando tiempo con sus propias criaturas.
¡Caray Señor! ¡Que para ti nosotros somos un tesoro! Este es un Dios eterno que juega con el orbe de la tierra y qué se deleita con los hijos de los hombres. Y lo más asombroso es que, ese mismo Jesús de hace veinte siglos está esperando hacer lo mismo con cada uno de nosotros, contigo y conmigo.
Ese Jesús se deleita pasando tiempo con nosotros. Eso sí, si le dejamos y, de hecho, es lo que estamos intentando hacer en estos ratos de oración, pasar tiempo con Dios: nuestro amigo entrañable, que se siente muy a gusto con nosotros.
HACER SENTIR A JESÚS COMO EN BETANIA
Por supuesto que de nosotros depende que Él se sienta con nosotros, como en Betania: porque no lo hacemos esperar; no retrasamos nuestra oración innecesariamente o con excusas; preparamos su visita a lo largo del día.
Ya que estos ratos de oración son exclusivos, es decir, la vida es la vida, ¿no? pero procuramos no hacer nuestra oración mientras hacemos otras cosas; y bueno, mil detalles más de atención que podemos tener contigo, Señor.
De nuevo, tú que me oyes, ¿no te asombra la facilidad con la que podemos recibir a Dios en nuestras casas, en nuestras vidas? ¿No te ilusiona disponer todo en tu casa, en tu oficina, en tu carro, en tu vida? Para que Jesús pueda decir: -Oye, qué bien se está aquí. No hagamos tres tiendas, pero sí que me siento tan a gusto como en Betania. Y saber que esto no depende tanto del lugar, sino de la calidad de la compañía que le ofrecemos a Jesús.
“Entre los muchos detalles que podemos tener contigo, Señor Jesús, para que se note que somos tus amigos, está el que recoge ese pasaje del Evangelio que tiene mucho que ver con la Memoria Litúrgica de hoy, con la memoria de santa Marta, María y Lázaro. Es la memoria de esos tres tesoros que tenías en Betania: tres amigos.
Por lo que sabemos, nadie le ganaba a Marta en detalles de atención contigo y Tú ciertamente le estabas muy agradecido. Porque estos gestos, la verdad, es que siempre los has valorado.
Recordamos esa ocasión, también, en la que otra mujer te ungió los pies con el carísimo perfume en la casa de un fariseo; y les haces ver a todos los que están allí presentes la grandeza de ese gesto.”
OFRECER TODO A DIOS
Por eso entendemos que cuando Marta te reclama, te pide que corrijas a María porque no le está ayudando en las faenas que son para Ti, te oímos decir, lo que te hemos escuchado tantas veces:
“-Marta, Marta, tú te preocupas por muchas cosas. Pero una sola es necesaria: María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatado.”
(Lc 10, 41).
Y mucho se ha dicho sobre estos versículos. Incluso hay quienes han visto un regaño tan contundente a la pobre Marta, que la lección aquí sería más bien como: no trabajes y reza todo el día.
Yo creo que no hace falta llegar a conclusiones tan extremas. Yo no creo que el Señor nos esté diciendo a nosotros que no trabajemos para estar todo el día dentro de una iglesia. Vamos, que esa es una vocación que Él pide a personas concretas, que nos apoyan con su vida totalmente de oración. Pero para el resto, este mensaje es más bien como un recordatorio de que todo lo que hagamos puede y debe tener a Dios como fin.
Si vamos a trabajar mucho que sea para poder ofrecerlo a Dios; o vamos a estudiar mucho, que sea para poder ofrecerle esas horas de estudio a Dios y la nota final, por supuesto; si vamos a hacer las cosas que no sea para que nos feliciten, sino que sólo Dios se luzca.
RECTIFICAR LA INTENCIÓN
Por eso, ese: “…una sola cosa es necesaria…”, le sirvió a Marta para rectificar la intención. Y se nota que le hacían falta estas palabras tuyas Jesús, porque quien quiere trabajar para Ti, no está tan pendiente de cuánto hacen los demás para caer en esas comparaciones odiosas.
Ese victimismo, que suele ser una tentación también para nosotros los cristianos, en las cosas de Dios: es que siempre yo, yo siempre tengo que hacerlo todo, los demás no hacen tanto como yo… O esa gran variedad de juicios críticos y de murmuraciones, de las que tanto advierte el Papa Francisco.
Y si a Marta le venía muy bien esta cariñosa corrección para rectificar la intención, también en el servicio a Ti Señor, en el servicio a Dios, cuánto más a nosotros.
Pero algo muy bonito de la vida de Marta es que Dios la corrige y ella toma nota; y lo sabemos, porque las historias se conocen por su final y su final acaba bien. Porque, de hecho, la estamos celebrando hoy como santa, es decir, como un ejemplo a seguir para llegar al cielo. Y lo celebramos junto con sus hermanos María y Lázaro por disposición reciente del Papa Francisco.
Nos alegramos porque, aunque Dios nos corrija, si somos humildes también podemos llegar a ser santos. Y si nos esforzamos en detalles frecuentes con Dios, a lo largo del día y esos detalles no son puro acostumbramiento, sino muestra de nuestro amor generoso, qué ilusión que el Señor pueda decir que junto a nosotros Él se siente tan a gusto como en Betania.