Hace tiempo platicaba con un joven de trece años, casi un niño. En una conversación profunda, me decía que, a veces, le daba un poco de miedo la muerte.
¡Pues lógico! La muerte nos asusta un poco.
Pero no era por el dolor o por la separación que la muerte supone de las cosas que amamos aquí en la tierra, sino, me decía, que lo que le daba miedo era precisamente lo que se le había dicho para consolarlo.
Las cosas no se acaban, porque después viene la eternidad y estaremos para siempre en la eternidad. Y decía: —Me asusta eso de estar siempre en la eternidad.
Y efectivamente, tiene razón. Como que el estar siempre en una situación y no poder cambiar, no poder moverse, pues sí nos puede dar una sensación de claustrofobia o algo así…
Platicamos un buen rato, disfruté mucho la conversación, me di cuenta de que el joven estaba pensando, se estaba preguntando y no cualquier cosa: La eternidad, ¡qué gran misterio!
EL ORIGEN DE TODO
Efectivamente, no es fácil imaginarla, porque no es un transcurrir; y nosotros estamos acostumbrados a pensar todo en términos temporales porque vivimos en el tiempo.
Para acercarnos a lo eterno, no sirve pensar en el tiempo. El tiempo se va a acabar. En el Apocalipsis aparece un ángel cuya misión es precisamente eso:
«Anunciar que el tiempo ya no existirá»
(Ap 10,6).
Ahora bien, ¿cómo podemos pensar en la eternidad? Pues ayer comenzamos en las lecturas de la misa, a leer el libro del Génesis:
«En el principio creó Dios el cielo y la tierra»
(Gn 1, 1-19).
Leímos ayer las primeras palabras de la Revelación, las primeras palabras de la Biblia y hoy terminamos el primer relato de la creación (Hay dos relatos de la creación, mañana comenzaremos el segundo).
Las palabras finales de la Primera Lectura de hoy son:
«Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra»
(Gn 2, 4).
Con una sencillez impresionante, Dios nos explica el origen de todo, el origen de todas las cosas. Y pienso, precisamente que eso es lo que nos puede ayudar a entender la eternidad, el origen.
Todos queremos saber el origen, el por qué, las causas. Cuando llegamos a conocer algo, disfrutamos y descansamos. Como que llegamos al fin de nuestros esfuerzos al entender una fórmula matemática.
Al entender, intento conocer más bien el origen de un río, ¿de dónde viene este río?… Toda esta agua, ¿de dónde viene? Uno camina río arriba, hasta que se va haciendo más pequeño, hasta que llega a una fuente, un manantial.
O podemos también entender en la historia, el origen de un pueblo: ¿de dónde vienen estos señores? ¿Por qué se establecieron aquí? ¿Por qué adoptaron esas costumbres? ¿Y el clima? ¿Y los vecinos? ¿Y la alimentación?
Y vamos entendiendo la identidad de un pueblo, de un país o algo más romántico…
CONOCER Y SABER LAS CAUSAS
Yo trabajo en un colegio y ahora que estamos en febrero, mes del amor, pues el día del amor y la amistad del día de san Valentín, 14 de febrero, habrán los que mandan flores, pastelillos, recaditos a la persona que le gusta…
Y es bonito saber que me gusta esa persona, cómo se llama y quiero conocerla y conocer su nombre. Eso ya es un gran motivo de alegría, conocer su nombre.
Después, si hay alguna oportunidad de interactuar, de platicar un poco, de conocer a las personas, sus gustos, qué va a hacer, a cómo está en el tiempo libre, etc. (así como dice la canción).
Pues uno siente una gran felicidad porque ahí empieza a haber algo más que es el amor. Y el amor, efectivamente, tiene que ver mucho con el principio, con el origen. Es como ver la causalidad desde el otro lado.
“Dios, Tú Señor, Tú eres el principio. Tú estás en el principio de todo. Todo es el Creador de todo. Y verte, eso será el Cielo. Ver el principio, conocerte y entender en Ti todas las cosas y será algo realmente maravilloso”.
Pero esas experiencias, de conocer el principio de las cosas, del amor, son realidades que nos hablan un poquito de lo que será el Cielo. Como Tú Señor, eres la causa de todo este mundo tan hermoso, donde nosotros tenemos experiencias de la belleza, del bien, del amor, del placer.
Todo eso son pequeñas chispitas que nos hablan del gran incendio, del gran Sol que eres Tú Señor.
Sé que realmente no nos debe de asustar la eternidad; al contrario, se debe atraer sabiendo que ahí estará la verdadera plenitud. En el principio existe la perfección.
LA BIBLIA: EL ACTA DE NUESTRA EXISTENCIA
Me acordé deun videíto que vi, de un niño que le preguntan: —¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Y rápidamente dice: —La gallina. Luego lo interrogan. Y dice: —Pues el huevo, ¿no?
Me parece que es una intuición muy válida, qué es primero. Pues primero viene este mundo, no va simplemente de abajo hacia arriba, sino que ya desde el principio. Hay una plenitud, la plenitud de Dios, que obviamente crea las cosas y esas cosas van buscando su fin.
Va buscando y se van dejando conducir las cosas materiales, pues de un modo, las leyes de la naturaleza. Y nosotros los seres humanos, con libertad, buscando a Dios.
¡Qué alegría leer estas primeras palabras de la Biblia donde encontramos respuestas! Respuestas satisfactorias, demasiadas y raras veces, dice Romano Guardini en un comentario, que tiene estos primeros capítulos de la Biblia del Génesis: «demasiadas raras veces nos acordamos de que en la Sagrada Escritura se encuentra el acta de nuestra existencia».
Una doctrina de la existencia en pocas páginas -a saber-, los tres primeros capítulos del Génesis, doctrina cuyo desarrollo prosigue después en la Carta de san Pablo a los Romanos.
Es una respuesta de verdad ‘verdadera’<, profunda, que no es científica, -porque la ciencia tiene un objeto limitado que no toca esas preguntas existenciales.
Y, sin embargo, es verdadera porque no toda verdad es científico y experimental. Hay un complemento maravilloso entre las verdades de la ciencia y las verdades teológicas y filosóficas.
ARRULLO DE ESTRELLAS
Hace unos días, revisando mis apuntes, me encontré con una meditación que dí hace como un año, justo por estas fechas, en la que comentaba una canción que se llama ‘Arrullo de estrellas’ y solo comentaba una parte de esa canción. Pero enmedio dice mucho:
🎶 Al final del infinito. Entre ríos púrpura, a la fuente regresar.
En el faro de tu amor, en el regazo de tu piel
Me dejo llevar al sol
Es que no hay nadie como tú
Que me haga sentir así, en un arrullo de estrellas, oh, oh, oh
Te lo digo desde el alma y con el corazón abierto
En un páramo de luz, despojados del dolor
Nos volvemos a encontrar
Al final del infinito, entre ríos púrpura
A la fuente regresar, ah, ah, ah 🎶
Efectivamente, ahí veremos a nuestra Madre, la Virgen. Ahí nos encontraremos con todos los santos y entenderemos todo. Entenderemos todo, desde el principio a la luz de Dios.
¡Qué maravilla que conoceremos nuestro origen! ¡Gracias Señor por la Revelación! Que podamos conocer estas grandes verdades y también por darnos la esperanza de saber que te vamos a ver en la eternidad…
Ahí entenderemos todas las cosas, junto con todos los santos.