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P. Luis Andrés

4 min

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ESTAR CONTIGO, JESÚS

Lo que pide San Pedro es: “mándame ir a Ti”; tú y yo ¿qué pedimos?

Hoy vamos a oír en el Evangelio que nos dices, Señor, una expresión de tu poder. Y está representado en el pasaje que dice así:

“En aquellos días, cuando la gente hubo comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla mientras despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo ahí.

La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndolo caminar sobre el mar, se turbaron y decían: ¡Es un fantasma! Y de miedo se pusieron a gritar.

Pero al instante les habló Jesús diciendo: ¡Ánimo, que soy yo, no temáis! “Pedro le respondió: Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas. Ven, le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas yendo hacia Jesús.

Pero viendo la violencia del viento, le entró miedo y como comenzaba a hundirse gritó: ¡Señor, sálvame! Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Subieron a la barca y amainó el viento y los que estaban en la barca se postraron ante Él diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”

(Mt 14, 22-33).

Sigue un poquito más el evangelio de hoy, pero quiero subrayar algunas cosas que me parece que nos pueden ayudar a todos los que estamos ahora haciendo este rato de oración.

“que subieran a la barca mientras Tú despedías a la gente”

(Mt 14, 22).

contigo

Esta cortesía, esta buena educación, este dedicar tiempo a la gente que te estuvo escuchando, quizás agradeciéndoles también por su presencia, por su atención. Esto me recuerda, efectivamente, el valor de la educación, de la buena educación. Pero al mismo tiempo cuál es tu actitud cuando yo me acerco a Ti.

O sea, Tú estás agradecido porque yo esté ahora aquí contigo. Tú valoras esto. Y es un honor poder estar contigo y hacerte un ratito de compañía. Pero Tú lo valoras y me lo agradeces. Y esto me ayuda, el tenerlo en cuenta me ayuda, y probablemente a todos los que estamos haciendo este rato de oración también. Tú estás contento, Señor.

Después hay un siguiente detalle:

“Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo ahí”

(Mt 14, 23).

Dedicas tiempo a rezar, Señor. A rezar a solas. Y eso te cuesta un poquito de esfuerzo. Por eso dice: subió al monte. Subir es distinto que caminar en plano y también es distinto que ir de bajadita. Subir. Tú subías.

Esto también nos habla de que nuestra oración, para que esté bien hecha, siempre va a requerir un poquito de esfuerzo. Cualquier conversación que nos interese, requiere nuestra concentración, nuestra atención, nuestra mirada atenta, nuestro seguir el diálogo con alguna expresión de la cara… estamos ahí metidos. Esto es lo que Tú haces, Señor, al rezar. Y ahora mismo nosotros podemos como que intensificar nuestra atención en este mismo rato de conversación contigo. Subir a nuestro monte para encontrarnos contigo, Señor.

MÁNDAME IR A TI

Y después, saltando un poquito en el mismo texto del Evangelio, esta petición de san Pedro que a mí siempre me deja pensando:

Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas”

(Mt 14, 28).

Mándame a ir a ti.

Esta expresión es muy audaz. No sé si a mí se me hubiera ocurrido estar en una barca y pedir caminar sobre las aguas. Más fácil me sería, no sé, me echo a nadar y te alcanzo. Pero, no sé o Pedro no nadaba muy bien… pero él pide esto. Y quizás es bueno que recordemos esta oración que muchos de nosotros hemos aprendido a rezar después de la comunión:

“Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.”

Más adelante, en esta misma oración dice:

“Del maligno enemigo, defiéndeme.

En la hora de mi muerte, llámame

Y mándame ir a Ti…”

Es una oración de san Ignacio de Loyola, muy bonita, que tiene esta misma expresión. Probablemente la cogió san Ignacio de san Pedro. “Mándame ir a Ti”. Palabras que ahora mismo podemos repetir nosotros también: Mándame ir a ti. Que en el fondo es: Quiero estar contigo. Lo que está expresando san Pedro me parece es esto.

Fíjate que lo que está diciendo aquí san Pedro no es tanto: Hazme experimentar la sensación de caminar sobre las aguas. Lo que está pidiendo es: Mándame ir a ti.

¿CÓMO?

contigo

Hay una diferencia, porque si el acento se pone en cómo camino de esa manera milagrosa sobre las aguas, efectivamente, el tema está en cómo lo hago. No está mal pedirte ayuda, Señor, para hacer las cosas con paz, con serenidad, superando nuestros defectos o nuestras limitaciones.

O sea, el cómo, por supuesto que es súper importante, pero Simón Pedro está pidiendo ir a Ti. De manera que el cómo, no le sirve tanto si es que no está contigo. Por ejemplo, si él pudiera afectivamente haberse bajado a la barca y caminar sobre el agua, pero no para encontrarse contigo, es que no le parecía ni atractivo, por más milagroso que fuese.

Pedro quería estar contigo, Señor. Y entonces, eso esto me parece que es un mensaje muy bonito y bueno para que nosotros también veamos qué es lo que buscamos cuando te pedimos algo o cuando nos acercamos a Ti: sentirnos nosotros mejor o en paz, o sin miedos, o estar contigo y que Tú te sientas contento. Pues ojalá que nos ayude este pasaje a poner el acento en estar contigo, Señor.

San Josemaría nos hablaba diciéndonos:

“Que busques a Cristo. Que encuentres a Cristo.”

Y una vez ahí,

“que ames a Cristo”.

Pues estar contigo, encontrarte Señor. Para eso hacemos este rato de oración.

Vamos a pedirle a nuestra Madre, la Virgen María, que nos ayude a estar contigo, como ella estuvo todo el tiempo que Tú estuviste aquí en la tierra.


Citas Utilizadas

Nm 12, 1-13
Sal 50
Mt 14, 22-36

Reflexiones

Virgen María, que sepamos encontrarnos con Jesús, estar con Él y seguir tu ejemplo de amor hacia tu Hijo.

Predicado por:

P. Luis Andrés

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