La Iglesia celebra hoy la fiesta de el Santo Nombre de Jesús. ¿Qué es lo que tiene de importancia el nombre de Jesús? Nosotros sabemos que, las familias, por ejemplo, los individuos, las personas y también las familias hacen mucho por conservar su buen nombre.
Cuando una persona tiene una trayectoria, una familia tiene una trayectoria, muchos de sus emprendimientos, sus proyectos o de su manera de ser tiene una importancia enorme en distintos lugares, porque tiene un nombre, ¿no?
Tener un nombre en la sociedad es una cosa importante, es algo que a la gente le interesa. Tiene su razón de ser, en definitiva, es así. Porque el nombre es, podríamos decir, lo que representa a la persona.
Por eso, se acuerdan de que, había épocas en las cuales, incluso, se llegaba a un duelo, se llegaba a los duelos para defender el buen nombre. Era una costumbre que no era oportuna, que no era apropiada, incluso hasta inhumana, ¿no?
Pero bueno, porque siempre se valoraba este bien de tener un nombre y de que el nombre fuera respetado.
Hay un apartado, unos versículos de la Epístola a los Filipenses, donde san Pablo cuenta como Dios al encarnarse, se humilló a sí mismo, ¿no? No consideró como algo codiciable ser semejante a Dios. No codicio en aparecer delante de los hombres como como Dios en su condición divina, sino que se humilló a sí mismo, tomó la forma de siervo.
Y por eso Dios lo llevó, lo premió y le dio un nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los infiernos.
DIOS SALVA
Bueno, el Nombre de Jesús es lo que hoy celebra la Iglesia y me parece interesante que nos pongamos a considerar un poquito qué significa Jesús.
El catecismo nos explica que Jesús significa: Dios salva. Él salvará a su pueblo de todos sus pecados. ¿De qué nos viene a salvar Jesús? Jesús nos viene a salvar de nosotros mismos; a cada uno de nosotros, nos viene a salvar de nuestra propia debilidad, de nuestra propia miseria.
Todos nosotros necesitamos ser salvados. No existe un solo hombre sobre la tierra que no haya tenido un pecado, hasta el mismísimo san José… Solamente la Santísima Virgen que fue preservada desde el comienzo de todo contacto con el pecado. Solamente ella es la que no tiene ningún pecado, por tanto, no necesita ser salvada.
La teología nos explica que ella fue salvada en previsión de los méritos de su Hijo. Pero qué interesante que se nos diga esto: no existe otro nombre que se nos haya dado en la tierra, por el que nosotros podamos ser salvados. Invocamos a los santos, invocamos a las personas que son buenas.
Podríamos decir, cómo cada uno de los santos tiene una especialidad, ¿no? San Roque, san Roque que este perro no me toque; santa Lucía, santa Lucía, sácame esta porquería… Acudimos a algunos intercesores, para determinar necesidades que nosotros tenemos. Realmente el que nos salva de nuestros pecados es el Señor, Jesús.
Está muy bien que sepamos que el nombre de Jesús significa esto: Dios salva. Nosotros no podemos acudir a otra persona, aun cuando sea muy buena, la gracia no nos la nos la proporcionan los santos, por buenos que sean ellos.
En todo caso, ellos interceden ante el Señor, para que el Señor nos dé su gracia. Pero, es solamente Jesús el que nos salva.
LA IGLESIA SALVA
Me acuerdo que, hace un tiempo le preguntaron a Benedicto XVI, una persona un poquito agresiva: -Explíquenos, santo Padre, en dos palabras qué es lo que hace la Iglesia. Y a mí me encantó la respuesta de Benedicto XVI, porque Benedicto XVI, le dijo: -La Iglesia Salva. Le sobró el 50% de las posibilidades que le había dado, explíquenos dos palabras que hace la Iglesia… Benedicto XVI en una sola palabra, le dijo qué hace la Iglesia, la Iglesia salva.
¿Por qué lo que hace la Iglesia es salvar? Lo que hace la Iglesia es salvar, porque la Iglesia es la continuadora de la misión que Jesucristo ha venido a traer aquí a la tierra.
El nombre de Jesús nos arroja luz acerca de la misión de la Iglesia. La iglesia puede hacer muchas cosas. Podemos hacer obras de bien, podemos ayudar a personas. Sin duda tenemos que vivir la virtud de la caridad. La caridad cristiana, tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas, tenemos que amar al prójimo como a nosotros mismos.
Pero la realidad, el Señor ha instituido a su Iglesia para que continúe esa misión salvífica que Él vino a traer aquí a la tierra. La misión de la Iglesia la cumple, no porque ella tenga esa capacidad, sino porque es Jesús su fundador.
Él que, al instituirla, le ha conferido estos medios salvíficos y le da la gracia, para que la Iglesia la distribuya.
HONRAR EL NOMBRE DE DIOS
Entonces está bien que nosotros consideremos el nombre de Dios, que honremos el nombre de Dios, que no usemos el nombre de Dios en vano. En ese tiempo en el que vivimos, cuántas faltas de respeto hay, incluso hay blasfemias. La gente dice el nombre de Dios de una manera irresponsable y casi automática y sin necesidad: -Te lo juro por Dios…
Bueno, está bien jurar por Dios, está bien usar el nombre de Dios, para cosas importantes. Está bien invocar el nombre de Dios, como dice el preámbulo de la Constitución Argentina: “…invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia…”.
Buscamos el nombre de Dios o invocamos el nombre de Dios cuando juramos, para decir algo que tenemos necesidad de que se nos crea. Por ejemplo, jurar en un juicio, para defender a un inocente.
Bueno, estos son modos nobles de utilizar el nombre de Dios. Está bueno que lo tengamos en cuenta, porque estamos como muy acostumbrados a esas faltas de respeto.
Vamos a proponernos respetar ese nombre, no solo respetarlo, sino también honrarlo, honrar el nombre de Jesús. Y utilizarlo también, cuando estemos necesitados de salvación.
Me viene a la cabeza san Pedro, cuando estaba en el lago de Genesaret y le pide:
“Si eres Tú, mándame que vaya a ti sobre las aguas.”
(cfr. Mt 14, 28)
Empieza Pedro a caminar y al poquito tiempo, se hunde y enseguida le sale de adentro:
“¡Señor, sálvame!”.
(Mt 14, 30)
Bueno, que acudamos al Nombre del Señor, sobre todo en esos momentos, cuando nos encontremos absolutamente necesitados de ayuda y especialmente de salvación. Especialmente de esa ayuda para estar cerca de Él, para defendernos de nuestros pecados, para liberarnos de nuestras propias faltas.
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