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P. Juan Carlos

6 min

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MEJORAR EL CARÁCTER

Todo en la vida depende de las decisiones que tomemos y en concreto de saber acertar en el sí y en el no. Muchas veces nos sorprenderemos cuando descubrimos que hemos dicho que sí a lo que tendríamos que haber dicho que no, y también de la cantidad de veces que nos hemos negado para recibir o hacer cosas buenas. Es importante detenerse, pedir luces al Señor, y mejorar nuestra capacidad para decidir. Además, el Señor está esperando a que pongamos más prisa para hacer lo que Él nos pide, porque es urgente.

MEJORAR EL CARÁCTER

Hoy en Hablar con Jesús vamos a tocar un tema que me parece fundamental en esta conversación con Cristo. Partimos, como siempre, desde el Evangelio del día.

Dice una parte (no lo voy a leer completo):

«Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar. 

Ve a reconciliarte con tu hermano y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda».

Luego el Señor nos pone otro ejemplo, y dice:

«Trata de llegar enseguida a un acuerdo con tu adversario mientras vas de camino con él, no sea que el adversario te entregue al juez, el juez al guardia y te pongan preso. 

Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo».

El Señor nos da una claridad de qué tenemos que hacer para trabajar con esa conciencia buena con los demás.

Él dirá:

«Dios hace salir el sol sobre buenos y malos. Hace llover sobre justos e injustos. Y él muestra su paciencia». 

SERMÓN DE SAN AGUSTÍN

“No manifestaba todavía todo su poder, cuando ya muestra su paciencia y también renuncia a la provocación. No aumentes el malestar a los ojos hinchados. ¿Eres amigo de la paz? Pues mantente tranquilo dentro de ti.

Deja de lado los problemas, los resentimientos, las querellas. Vuelve a la oración y no te pongas a discutir con nadie, ni siquiera sobre nuestra fe con el que blasfema.

No respondas a la injuria, injuriando; sino que es preferible que ores por esa persona.

Esta es la palabra que nuestro Padre: —Hermano, tú que buscas pelea, eres mi hermano. Porque tú dices igual que yo: —Padre nuestro que estás en el Cielo… 

Nuestro lenguaje es el mismo, ¿por qué no nos unimos como el lenguaje que es uno? Te ruego, reconoce lo que tú dices conmigo y rechaza lo que haces contra mí”

(San Agustín. Sermón 357).

Y este texto nos puede servir un poco para pensar: ¿Cómo actúo a veces con los demás?  ¿Es que dejo que mi ira interna se salga de control, y a veces haga daño a las personas que están a nuestro alrededor? (…)
MEJORAR EL CARÁCTER

TEMPERAMENTO Y CARÁCTER

Si reconocemos que hay una diferencia entre el temperamento y el carácter, uno puede decir: Es que tengo un temperamento muy fuerte y eso no se puede cambiar. Si el temperamento es congénito, viene de nuestro nacimiento… Es, digamos, una carga hereditaria.

Mientras que el carácter, ese sí es el esfuerzo que el hombre hace para ir tranquilizando su temperamento. El temperamento, por así decir, es el caballo y el carácter son las riendas.

Y así como el agua que llega de las montañas, de los valles, en su recorrido subterráneo va recogiendo propiedades dominantes. Hay algunas aguas, por ejemplo, que son ruinosas, otras alcalinas, sulfurosas.

Lo mismo hace con el temperamento, al nacer, recibimos unas herencias algo dominantes, con propiedades propias, como coléricas, sanguíneas, flemáticas…

Y al forjar el carácter, vamos encauzando esas propiedades temperamentales. Vamos potenciando las ventajas y aminorando las desventajas.

Yo creo que podemos ver lo que les ha pasado a los santos, como a san Josemaría de pequeño, tenía un temperamento muy fuerte. Y cuando en el colegio sintió en una ocasión, que el profesor había sido injusto con él, en su rabieta de niño, arrojó el borrador de tiza contra la pizarra.

Pero luego fue capaz de agradecer a ese profesor, que era un religioso escolapio, cuando se encontró por las calles con san Josemaría y su papá, que daban un paseo, y no hizo ninguna mención de ese exabrupto.

Este era san Josemaría, que también era temperamental. El san Josemaría, canonizado por la Iglesia, sería aquel que lucharía años y años para lo que él decía, que era ‘su caracteracho’.

CARÁCTER

Ese carácter fuerte, porque quería despojarse de su conducta y quitar los exabruptos o las cosas como demasiado fuertes.

También cuentan de san Josemaría, que de pequeño le dieron para comer algo que no le gustaba. Preparaba con una salsa de tomate y entonces el niño, tomando el plato, lo arrojó contra la pared, dejando una gran mancha.

¿Y qué hicieron sus padres? Pues ni le pegaron, ni le regañaron, pero dejaron la pared sin arreglar durante varios meses antes de empapelarla o pintar nuevamente.

Y cada vez que alguna visita iba a su casa y contemplaba esa mancha infantil de arte, por así decir, surrealista, basada en la falta de dominio, ese futuro santo pasaba mucha vergüenza.

Pero para los que conocemos la vida de san Josemaría, su gran espíritu de mortificación, de austeridad, de sobriedad en las comidas, sabemos que a lo largo del tiempo se produjo en su vida un cambio, pues entre el niño rabioso, que estampó en la pared un plato con salsa de tomate, y el adulto elevado a los altares por la iglesia hay una diferencia.
MEJORAR EL CARÁCTER

LUCHA POR LA SANTIDAD

¿Y cuál es esa diferencia? Pues la lucha cotidiana de toda su vida intentando forjar el temperamento para tener un buen carácter.

Y esa es una lección imprescindible para dejar grabada en nuestras almas. La lucha por la santidad exige una mejora continua de nuestro temperamento, porque sin reforma del temperamento, es decir, sin forjar ese carácter verdadero, la vida espiritual es artificial.

La santidad, por supuesto, exige lucha. Se puede coexistir con los defectos, porque eso es parte de la condición humana, pero esto no implica convivir con ellos.

Es decir, que hay que ir sacando los defectos de nuestra alma, procurando que la gente no se sienta incómoda.

Y por eso, si volvemos al texto de Jesús, nos dice que si tenemos algo contra alguien o alguien tiene contra nosotros, algo hay que ir a arreglar eso. Y muchas veces lo que falta es esa decisión de mejora.

Señor, que sepa yo darme cuenta cuando ofendo a los demás, o cuando tengo actitudes que normalmente desagradan al resto, porque soy muy fuerte a la hora de decir las cosas, o porque me pongo triste y eso se nota con mucha facilidad, o porque a veces pienso en negativo de las personas.

Todas estas cosas, nos pueden servir si las pasamos en la oración. Justamente cuando recitamos en misa el acto de contrición, es bueno hacer un pequeño examen de conciencia

YO CONFIESO…

“Yo confieso ante Dios Todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión”.

Pensar en cosas concretas: Señor, me arrepiento de haberle puesto mala cara a mi mamá, o de no haber respondido eso de mi hermana, o de haber sido poco empático en esa situación, o haber perdido la paciencia por aquí…

Son cosas que tenemos que ir mejorando y de esa mejora, es darse cuenta de que son cosas por mejorar. Por eso vale la pena muchas veces que las llevemos a la confesión.

Confesarse de cosas pequeñas, que son parte del mal temperamento que podemos tener, que hacen que la vida de los demás sea un poco más dura.

Y si nos esforzamos, pidiendo la ayuda a Dios por medio de la confesión, también tendremos esa ayuda de la gracia y sabremos donde tenemos que trabajar porque nos aprieta más el zapato.

Que tengas esa claridad, de que es importante saber pedir perdón, porque muchas veces también uno pasa por alto, porque no son cosas tan graves, pero siempre es bueno decir: ‘Perdóname, sabes que se me fue’ o ‘chuta, que bestia, sigo trabajando con mi carácter, encomiéndame o perdóname… 

Voy a intentarlo no hacer, yo sé que a veces se me sale, pero te prometo que estoy en el trabajo…

O se ve que tienes que rezar mucho más por mí porque no lo consigo… 

No sé, hay muchísimas formas…

MEJORAR EL CARÁCTER

PEDIR AYUDA A LA VIRGEN

Lo importante es que no te acostumbres al ‘caracteracho’, que no te acostumbres a hacer las cosas con caras despectivas y que los demás se tengan que conformar con lo que reciben.

¡Siempre puedes dar más…!

Una experta en cambiar corazones, moldear temperamentos difíciles y sobre todo, hacer buen carácter es la Virgen María, que seguramente ha tenido que lidiar a los más duros de toda la historia de la humanidad, o por lo menos a todos los cristianos que han sido hijos suyos, y han recurrido a ella para pedirle ayuda para mejorar su carácter.

Tal vez ahí tenemos una aliada que nos va a ayudar en este camino.


Citas Utilizadas

1 Re 18, 41-46

Sal 64

Mt 5, 20-26

Reflexiones

Señor, te pido me ayudes a mejorar mi carácter, a ser dócil y saber reconocer mis errores.

Predicado por:

P. Juan Carlos

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