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P. Felipe

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EL MEJOR CUENTACUENTOS

Jesús nos habla en parábolas, para que podamos entender el corazón de su mensaje. Hoy nos presenta la parábola del sembrador: Jesús, que seamos capaces de recibir tu palabra en un corazón bien preparado.

Hoy el Evangelio nos presenta una parábola. El capítulo 13 de san Mateo es uno de los que tiene más parábolas. Tiene muchas de estas comparaciones que usaba el Señor para poder llegar a nuestros corazones. Porque el Señor sabía cómo somos, más que sabía, sabe cómo somos. En ese momento, cuando pronuncian las palabras, sabía a qué personas tenía delante. Cómo iban a entenderlo mejor, cómo iban a profundizar mejor en esas enseñanzas que tenía.

Y entonces les dice las cosas no directamente, sino que se las dice a través de comparaciones, historia (parábolas). Porque todos necesitamos estas historias. Todos necesitamos comparaciones, necesitamos que nos hagan fácil las enseñanzas.

Muchas veces nos pasa que estamos tratando de entender una cosa,  y entonces estamos tratando de quizás, estudiar un tema y profundizar. Y realmente vemos “no mira, esto es como..” Y nos ponen una comparación; “es como cuando sucede esto…” Entonces con esa imagen dice, “Ah…”

PARA ENTENDER LO QUE NOS DICE

A quién no le ha pasado que uno dice “yo sé que tengo que perdonar, yo sé que Dios me pide que yo perdone ¿Pero cómo tengo que perdonar? Y entonces uno lee la parábola de este siervo, que su señor, le había perdonado muchísimo, muchísimo dinero.

Y él no quiere perdonar a su compañero, que debía poquito, poquito ¿Y entonces? El señor, el rey se entristece porque dice “Pucha yo le perdoné una cantidad muy grande y él no quiere perdonar un poquito…” Entonces uno entiende “Ah, mira, así como el Señor me ha perdonado a mi  muchísimo. Porque me redimió, murió en la cruz por mí para salvarme. Entonces, yo también estoy llamado a perdonar a los demás todas esas ofensas”.

Uno dice “ya, si yo puedo pedir perdón al Señor. Puedo pedir perdón por todos mis pecados ¿pero hasta cuándo tengo que pedir perdón? ¿Cuánto el Señor me va a perdonar?” El Señor nos dice que nunca se va a cansar de perdonarnos. Nunca, nunca, nunca va a dejar de perdonarnos.

A TRAVÉS DE PARÁBOLAS

Y nos dice “Mira, es como un pastor que tiene muchas ovejas. Una de ellas se escapa, deja las noventa y nueve en el rebaño y sale a buscar a la que se perdió.

O es como ese papá que tenía un hijo que lo ofendió. Que le dijo, dame la parte de la herencia que me corresponde, y se va a un país lejano a gastar esa fortuna (porque era una fortuna, era mucho dinero). Va a gastar esa fortuna a un país lejano y la gasta mal, en excesos.

¿Y cuando vuelve? Y vuelve, no por amor, sino por hambre. Cuando vuelve su papá le dice que no se preocupe. Y no sólo lo recibe, sino que dice, bueno, que le pongan un buen vestido, que le pongan un anillo en el dedo. O sea, le está diciendo, recupera tu dignidad, y entonces hace una fiesta”.

Y así como el señor perdona, o sea, ese papá perdona a ese hijo pródigo, Tú Jesús, que nos estás escuchando en este rato de oración, nos dices que tú nos vas a perdonar siempre, siempre, siempre. Siempre nos perdonas.

Eso lo entendemos muy bien, por la parábola. Entendemos cómo tenemos que perdonar, con la parábola de ese siervo que fue perdonado. Entendemos cómo podemos pedir perdón, a través de la parábola del hijo pródigo.

Parábola sembrador

EL SEMBRADOR

Bueno, la parábola de hoy, la que nos presenta el Evangelio de san Mateo en el capítulo 13. El Papa Francisco decía que es la madre de las parábolas porque habla del modo en que nosotros los cristianos podemos escuchar, o más que podemos, debemos escuchar la Palabra del Señor, en especial las parábolas. Y es la parábola del sembrador.

El sembrador salió a sembrar la buena semilla. Así parte esta parábola  tan bonita, porque la palabra que Jesús echa al campo, es una buena palabra, es una buena semilla. Es una semilla que si se encuentra con un buen terreno, sale lo mejor, da el treinta, el sesenta, el ciento por uno. Es una semilla espectacular, la mejor semilla que podamos encontrar.

Señor quizá lo primero, en este rato de oración, es darte las gracias por esa buena semilla que vas repartiendo por el mundo. Esa buena semilla que estás echando en mi corazón. Y entonces nos preguntamos, con la comparación que hace el Señor ¿cómo es nuestro terreno?

TIPOS DE  TERRENO

Porque a veces pasa que nuestro terreno, nuestro corazón es como esa semilla que cae en el camino y los pájaros se la comen. El terreno es duro como palo, duro como un camino de eso que vemos que recorre mucha gente, entonces la semilla no puede ni entrar. Son esos corazones que no quieren saber nada de Ti.

Bueno Señor, si estamos escuchando este audio de Hablar con Jesús, lo más probable es que no seamos como ese terreno porque estamos escuchándote. Estamos hablando contigo para poder sacar fruto de esa semilla. Pero sí que podemos ser otros dos tipos de terreno.

Hay algunos corazones que son como ese terreno pedregoso. Dice el Señor, donde no hay mucha tierra y entonces la semilla cae ahí, brota enseguida. Porque la tierra es poco profunda. Pero cuando sale el sol, se quema y por falta de raíz se seca.

Son esas semillas que brotan porque hay un poquito de tierra. Pero después intentan profundizar para agarrar agua, para poder tomar, para poder crecer, pero encuentran piedra. Al principio hay un poquito de terreno, pero después son muy parecidos a los otros terrenos.
Parábola SEMBRADORES DE PAZ

¿QUÉ TERRENO ES MI CORAZÓN?

Son esas personas que acogen la semilla con entusiasmo, pero que al poco tiempo empiezan a ver que esa semilla les puede complicar un poco la vida. Porque les está pidiendo un poco más, entregarse más, darse más al prójimo.

Porque la semilla del Señor, para dar fruto, exige esa renuncia de uno mismo en algunas cosas. Esas personas reciben la semilla con entusiasmo, pero al poco tiempo se dan cuenta de lo exigente que es y dice ya no más. Otras semillas caen entre espinas.

Y empezaron a crecer, pero las espinas, las malezas, las malas hierbas ahogaron la semilla. Y el Señor nos dice que esas son las personas, esos corazones, que reciben la Palabra, pero empiezan a dejarse agobiar por las preocupaciones, por las cosas materiales, por las cosas que parece que nos dan la felicidad, pero en el fondo no nos dan nada.

Señor, no queremos que nuestro corazón sea como un terreno pedregoso o como el que tiene espinas. Porque vemos que así, es verdad, estamos buscando al Señor, estamos buscando Tu Palabra.

ESTAR DISPUESTOS

Pero nos dejamos agobiar o por nuestras cosas de dentro, por nuestras objeciones o por las cosas de fuera, por las preocupaciones, por la cantidad de cosas que hay que hacer, porque hay poco tiempo. Entonces nos ahogamos o  nos secamos.

Pero lo importante es lo que viene ahora. Es que hay un terreno muy bueno, y es ese terreno que recibe la Palabra de Dios con alegría, con disponibilidad para dejar entrar al Señor.  Para que, entre comillas “nos complique” un poco la vida.

Porque la palabra de Dios es una complicación, pero una complicación espectacular porque nos hace felices. Una complicación, en el sentido de que tendremos que negarnos a nosotros mismos, negar nuestro egoísmo, nuestra soberbia para decir un gran sí al Señor, un gran sí al amor.

Qué es lo que hizo la Virgen María cuando Ella se puso a los pies del Señor. Cuando el Señor le pidió que fuera la Madre del Señor ¿Qué dijo Ella? “He aquí la  esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.

Madre nuestra, al terminar este rato de oración, te pedimos que nos ayudes a que nuestro corazón sea ese buen terreno donde la semilla pueda dar el ciento por uno, como lo dio en tu corazón.


Citas Utilizadas

Jer 1,1.4-10

Sal 70

Mt 13, 1-9

Reflexiones

Madre nuestra, te pedimos nos ayudes a que nuestro corazón sea ese buen terreno en donde la semilla que siembra el Señor de los frutos que Él espera.

Predicado por:

P. Felipe

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