En el Evangelio de hoy leemos unas palabras entusiasmantes. Jesús nos dice:
«Todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna»
(Mt 19, 23-30).
A VER QUIEN GANA
¡Cien veces más! Repito:
«… cien veces más y heredará la vida eterna».
Como le gustaba repetir a san Josemaría:
“Dios no se deja ganar en generosidad”.
Tú, Jesús, eres generoso, eres magnánimo. Sabes pagar, y cualquier cosa que hagamos por Dios, cualquier cosa que te ofrezcamos, Señor, Tú nos sabrás pagar abundantemente. Tú no te dejas ganar en generosidad.
UN RATO DE ORACIÓN
Me acordaba de aquella pareja, un esposo que se propone todos los días hacer un rato de oración, quince minutos de oración. Por lo tanto, decide levantarse quince minutos antes; y así comenzar su día, bañarse, hacer su oración y después seguir con lo demás.
Se levanta, pone el despertador quince minutos antes. Suena y al despertarse se da cuenta que su esposa está bañándose, ya que no puede usar el baño, así que se vuelve a acostar. Ahí ni modo.
Pero al día siguiente dice: —Tengo que hacer ese rato de oración. Así que me voy a levantar treinta minutos antes para bañarme antes de mi esposa y tener tiempo para hacer mi oración con paz y tranquilidad.
Así que, treinta minutos antes pone el despertador, se levanta con gran esfuerzo, ofreciéndole a Dios ese sacrificio, ese minuto heroico. Va, se baña, sale a bañarse, se arregla y luego su esposo se mete a bañar y ya se iba a la sala a rezar, cuando ve que la cama está destendida, obviamente.
Así que por su mente le pasa una inspiración. El Espíritu Santo le dice: —¡Tiende la cama!, como a lo mejor lo había visto en algún libro o algo así. Así que tiende la cama y luego ya se va y hace su oración, desayuna, se va al trabajo, etc.
La esposa se dio cuenta, obviamente de ese detalle de generosidad, de servicio, de cuidado de la casa, porque ella siempre hace la cama. Pues él la hizo en vez de su esposa. Así que ella también decide tener un detalle de cariño con su marido.
Y luego se da cuenta de esto. Así que tiene otro detalle con su esposa. Y así fue como una competencia. A ver quién tenía más detalles de cariño por el otro. Qué bonito, ¿no?
SALIR AL ENCUENTRO DEL OTRO
Me acordé también de un anuncio muy bueno de Coca-Cola que vi hace ya más de diez años… (pero tan bueno es, que me acordaba). Así que lo busqué y lo encontré.
Y es un anuncio en el que está una esposa en la cocina picando verduras y está el señor sentado en la sala leyendo el periódico.
Cuando llega el hijo a la cocina, la mamá le dice: —Dile a tu papá que tiene que arreglar la luz de la entrada. Así que va y transmite el mensaje. El papá le responde: —Dile que estoy muy ocupado, pero un poco molesto…
Va luego con su mamá y le dice que está ocupado. Y ella responde: —Dile que, ¿si nunca va a hacer nada de lo que le pido?
Y a lo que responde el marido: —Dile a tu madre que siempre está pidiendo cosas. Ella responde: —¡Es increíble!, dile que no le volveré a pedir nada.
Así el pobre niño se convierte en mensajero de palabras cada vez más difíciles.
Pero en el ínter, después de esto que le dice: Dile que no te volverá a pedir nada, abre el refrigerador, destapa una Coca-Cola, se la toma, le cambia el semblante.
Va con su papá y le dice: —Dice mi mamá que te volvería a pedir que te casaras con ella. Y él responde: —Que no diga tonterías.
Y va con su mamá y le dice: —Mi papá dice que es tonto, que le gustas mucho. Ella sonríe tímidamente. Va con su papá y le dice: —Mi mamá dice que está loca por ti.
Luego va con la mamá y le dice: —Papá dice que le encanta tu pelo, tus ojos. Ella sonríe más y más…
Y así el muchacho va otra vez, una y otra vez con ellos, hasta que ellos se levantan y salen al encuentro de la otra persona. ¡Muy bonito!
A ver quién dice cosas más bonitas al otro, que eso es un lenguaje del amor, decir palabras afirmativas.
DIOS NOS GANA
Pues Dios no se deja ganar en generosidad. Tú, Señor, yo te doy uno y Tú me das cien. Cualquier sacrificio, cualquier tiempo que yo te dedique, Tú me vas a dar más, Señor. ¿Pero qué te puedo dar yo a ti? ¿Qué le puedo dar yo a Dios?
PORQUE TODO ES DE DIOS
Hay un Salmo muy bonito, el Salmo 50, dice en uno de sus versículos:
«Dios le dice al pueblo: —No tomaré de tu casa ni un ternero, ni un cabrito de tus apriscos, porque mías son todas las fieras de la selva, y los miles de animales en los collados.
Conozco todas las aves del Cielo. Me pertenece todo lo que se mueve por el campo. Si tuviera hambre, no tendría que decírtelo, pues mío es el orbe y cuanto lo llena. ¿Es que voy a comer carne de toros y a beber sangre de machos cabríos?»
(Sal 50, 9-12).
Como que Dios le dice al pueblo: —A ver, que me ofrezcan sacrificios no es porque yo los necesite, o sea, tú no me vas a hacer un favor, porque Mío es todo.
Entonces, ¿qué le podemos dar a Dios? Realmente somos pobres. Realmente no tenemos nada, porque todas las cosas son de Dios.
Si tenemos bienes materiales, damos una limosna, le damos tiempo, pues ya Él es eterno, ¿no? ¿Qué le podemos dar a Dios que le pueda agradar?
SAN BERNARDO
Hoy celebramos un gran santo, san Bernardo y él era un hombre muy listo, con muchos amigos, que escribía muy bien y tenía buenas ideas.
Así que voy a leer unas palabras de un sermón que él dio comentando el libro del Cantar de los Cantares.
Dice:
“Entre todas las emociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la criatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituir algo semejante a lo que Él le da.
En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si Él ama, es para que nosotros lo amemos a Él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí”
(Ex. Sermönibus sancti Bernárdi abbátis super Cántica canticorum (Sermo 83, 4-6. Opera Omnia. Edit. Cisterc. 2 (1958), 300-302)).
DAR AMOR
Así nos explica san Bernardo qué le podemos dar a Dios. ¿Qué le podemos dar a Dios? El amor es lo único con que le podemos restituir algo de lo que Él nos da y Él nos ha creado para eso, para amarlo.
Es el primer mandamiento:
«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas».
Pues te lo digo, Señor, en esta oración: Yo quiero amarte, quiero amarte con totalidad.
Al principio leíamos esas palabras del Evangelio que es para aquellos que han seguido al Señor y han dejado casa, hermanos, hermanas, esposa, hijos, propiedades… Y quizá, pues tú no tienes esa vocación, de dejar todo para seguir al Señor. De todos modos, Tú, Señor, nos llamas a que te amemos con totalidad, y no nos vas a dejar de pagar con gran generosidad.
Nos podemos entregar totalmente a Dios, aunque no dejemos casa, hermanos, si esa no es nuestra vocación. Nuestra vocación, quizá es encontrarte ahí precisamente donde estamos y ahí podemos entregarte todo, porque hacemos todo por tu gloria, porque hacemos todo para manifestar el amor.
Y qué bien nos viene todas las mañanas hacer esa intención.
OFRECIMIENTO DE OBRAS
A ver, Señor, yo creo que hoy todos mis pensamientos, mis palabras, mis actos están hechos por amor a Ti.
Si se lo pedimos, si lo hacemos así habitualmente en las mañanas, pues durante el día nos acordaremos.
Y Tú, Señor, nos hablarás al corazón y nos dirás: —Mira, si esto lo quiero hacer realmente por amor, pues hazlo de esta otra manera, la Virgen estará muy contenta y nos acompañará también.
Podemos hacer ese ofrecimiento de obras precisamente de la mano de la Virgen.
Pues Madre nuestra, ayúdanos a tener esa intención y todos los días saber ofrecerle a Dios todo lo que hacemos, y saber rectificar para que realmente esas obras le agraden a Él y finalmente recibamos esta gran recompensa que Él nos promete.
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