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P. Juan Pablo

5 min

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ES NECESARIO QUE ME CONVIERTA

Leemos en el Evangelio cómo Jesús pide a Pedro que confíe en Él y éste, al confiar en Él, se le abren horizontes inmensos. Así también queremos convertirnos para que la gracia de Dios nos ayude a ver las cosas como Dios las ve.

El Evangelio tiene un personaje principal. ¿Cuál es? obviamente, Jesús. Tú Señor eres el centro del Evangelio, el centro de la Biblia, el centro de la historia, el centro de la creación.

Pero en el Evangelio de hoy encontramos un personaje secundario muy principal; se trata de san Pedro. Podemos fijarnos en él en tres momentos distintos.

Primero, Tú Jesús le pides el favor a Pedro de subir en su barca para poder enseñar, desde ahí, a la multitud que estaba a la orilla, que te estaban aplastando, casi tirando al agua.

Y Tú, desde la barca de Pedro, no la necesitabas, Tú pudiste, por supuesto, haber caminado sobre el agua y enseñado desde ahí. Habría sido impresionante, la gente habría estado súper atenta.

Pero no, Tú quieres confiar, Tú quieres usar esos medios humanos: enseñar desde la barca de Pedro. Le das una gran autoridad a san Pedro, que será el primero de los apóstoles, la cabeza de los apóstoles.

Señor, sabemos qué importante es esta jerarquía que Tú has establecido. Te pedimos por el Papa (porque el Papa es el sucesor de Pedro), cuídalo, fortalécelo, ilumínalo.

EL PRIMER MOMENTO

Es el primer momento, Tú te subes a la barca de Pedro. Después de enseñar a la gente un rato, le dices a Pedro que conduzca la barca mar adentro y que eche la red para pescar y Pedro, que era un hombre experimentado, un pescador dice:

“Señor, estuve pescando toda la noche y no pesqué nada”

(Lc 5, 5).

O sea, ahorita no tiene lógica lo que me estás pidiendo, pero confío en Ti. Pedro confía en Jesús, va y pesca una gran cantidad de peces.

Y el tercer momento de este Evangelio, es cómo Tú Jesús le dices a Pedro:

“Mira Pedro, no temas, desde ahora serás pescador de hombres”

(Lc 5, 10).

Tú Jesús le abres un horizonte frente a su vida inmenso, que Pedro no entendería qué significa eso de pescador de hombres, pero es algo muy grande; no vas pescar peces, sino vas a pescar hombres.

Efectivamente, Pedro es un personaje con el cual no nos podemos identificar del todo, porque él es el principal, es la cabeza, es el Papa, el primer Papa, digamos y nosotros, no.

Pero sí podemos identificarnos, porque Tú Señor nos buscas como a él y nos pides que confiemos en Ti (como a él) y también quieres abrirnos horizontes inimaginables (como a él).

Pedro se convirtió. Pedro tenía su vida hecha con sus rutinas, con sus valores y, de repente, llega Jesús y Pedro se deja impresionar por Ti, te sigue, confía en Ti y Tú cuentas con él. Así también Señor no nos has creado para existir simplemente.

EFICACIA DIVINA

Hay un letrero aquí en mi ciudad que dice:

“Vive, no sólo existas”.

Efectivamente, Tú Señor quieres que hagamos algo muy grande con nuestra vida y todos intuimos eso: que nuestra vida tiene un gran valor y hemos de descubrirlo con tu ayuda.

Es importante que nos convirtamos, que nuestra vida tenga eficacia divina, que Dios pueda disponer de ella y hacer sus maravillas en este mundo. ¿Qué son los santos sino eso?

Dios actúa a través de los santos. Ellos actúan, por supuesto son libres, pero en plena sintonía con Dios. Dios actúa con ellos digamos.

Este misterio lo podemos entender un poquito al mirarte a Ti Jesús que eres perfecto Dios y perfecto Hombre y cuando Tú actúas, actúa un hombre verdadero, porque Tú eres Hombre verdadero, pero también Dios, porque estás unido. Es la persona Divina que asume la naturaleza humana.

Yo Señor quiero tener eficacia divina en mi vida, que mi vida tenga un valor eterno y es necesario que me convierta.

Pedro

Me gusta escuchar historias de conversiones, hay de todo tipo; hay algunas muy extraordinarias. Ayer escuchaba una muy impactante de una mujer ecuatoriana que se llama Amparo Medina.

Era de una familia católica -al menos de nombre-, fue bautizada y rezaban cuando había alguna necesidad en su familia, pero nada más. Ella dice que veían a Dios como un bombero, alguien que apagaba los fuegos nada más; en cuanto pudo se separó de la fe.

Se ve que era una niña con mucha capacidad de liderazgo, de tal forma que, algunas personas con ideas políticas anticristianas la ficharon para su movimiento. La fueron adoctrinando, de tal forma, que estaba convencida que el enemigo era la Iglesia.

Una frase que repetía era:

“La Iglesia católica es la cruz que Latinoamérica ha cargado durante 500 años”.

Estaba convencida y trataban de corromper a la Iglesia y a sus ministros, en eso empleaba sus fuerzas.

SU CONVERSIÓN

Ella recuerda cómo su abuelo sufría, porque su abuelo rezaba, era un hombre de fe, rezaba a la Virgen, frecuentaba la Eucaristía y le dolía mucho la actitud de su nieta y rezaba por ella; siempre le decía eso.

Amparito, incluso, estuvo en prisión, porque esa lucha contra la Iglesia y los valores establecidos, en ocasiones se tornaba violenta.

Su abuelo murió, ella pudo estar junto a él en esos momentos finales y su abuelo le dijo que, desde el Cielo, continuaría rezando por ella. Murió y Amparito siguió con su lucha por la dignidad, por la igualdad -pensaba ella.

Entró muy adentro, muy alto de estas ideologías hasta que, en una ocasión, fue herida en una pelea de estas y tuvo una gracia de Dios, una visión:

Vio a su abuelo lleno de luz, hermosísimo, joven, radiante y vio, por otro lado, sus pecados y cómo ofendían a Jesús, cómo lo coronaban de espinas, cómo lo flagelaban, cómo lo humillaban; cómo ella pensaba que estaba ayudando al género humano. Y no, al contrario, estaba ofendiendo a Dios y ofendiendo al hombre también.

Ella tuvo esta luz y se convirtió.

Pedro

Señor, yo me quiero convertir. Es necesario que me convierta y, seguramente, no tendré unas visiones, así como las tuvo Amparo, pero lo que ella vio ya lo sé, ya sé que el pecado te ofende, ya sé que el pecado es horrendo.

También sé que

«Nada hay mejor en el mundo que estar en gracia de Dios»

(San Josemaría, Camino punto 286),

así que puedo hoy convertirme, alejándome del pecado, alejándome de toda ocasión de pecado, porque yo sé dónde están esas tentaciones.

Ayúdame a ser valiente Señor para alejarme de ellas y también ayúdame a crecer en gracia. Ella vio la belleza de su abuelo ya en el Cielo, pues así también yo sé que la gracia es valiosísima.

Y ¿dónde la encuentro? En los sacramentos, en primer lugar. La encuentro en la oración y en la lucha diaria por ser mejor.

Acudimos a nuestra Madre, la Virgen, al terminar este rato de oración: ayúdame a convertirme cada día; ayúdame a querer crecer en amistad con Jesús, alejarme del pecado y crecer en gracia, para parecerme cada vez más a ti, que eres la llena de gracia.


Citas Utilizadas

1Cor 3, 18-23

Sal 23

Lc 5, 1-11

Reflexiones

Señor, yo me quiero convertir.

Predicado por:

P. Juan Pablo

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