El arzobispo predicó sobre el Evangelio de Juan 15, 9-17 y de cómo este resume la enseñanza de Jesús: donde la salvación se alcanza permaneciendo en su amor y cumpliendo sus mandamientos, que se resumen en el amor a Dios y al prójimo.
“Y si le preguntaran a cada uno de nosotros por qué amamos, creo que la única respuesta válida sería decir: amo porque Dios me amó primero”, concluyó.
Seguidamente todos apuraron el paso para llegar a tiempo al Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Hermana Rosmery Castañeda
La primera ponencia del día estuvo a cargo de la Hermana Rosmery Castañeda, cuyo tema central fue «En la mesa de Jesús se vive la fraternidad sin exclusión», es que la Eucaristía es la expresión máxima del amor y la fraternidad cristiana, donde no puede haber exclusión de los pobres y marginados. La religiosa enfatiza que la verdadera fraternidad cristiana se vive acogiendo a los más vulnerables, defendiendo su dignidad y viendo a Cristo en ellos.
La Eucaristía es un llamado a la comunión y a la solidaridad, superando barreras sociales, y convirtiéndose en una fuente de espiritualidad y compromiso con los últimos de la sociedad.
El P. Fernando Roca
Expuso sobre la interrelación entre la Eucaristía y la creación. La Eucaristía, simbolizada en el pan y el vino, proviene de la naturaleza y del trabajo humano, lo que refuerza el vínculo entre el sacramento y el cuidado del medio ambiente. Subrayó que el abuso de los recursos y el consumismo erosionan la dimensión fraterna de la Eucaristía, rompiendo la relación con los demás y la creación.
Propuso enfrentar esta crisis con esperanza en Dios, protegiendo y usando responsablemente los recursos desde una perspectiva de participación, no dominación. Además, invitó a reflexionar sobre la encíclica Laudato si’ para actuar localmente en favor del cuidado del planeta.
Monseñor Anthony Fisher
Habló desde la idea «Por una Iglesia eucarística sinodal», donde la verdadera reconciliación y fraternidad sólo pueden lograrse mediante una conversión eucarística. Esto implica vernos como un solo cuerpo, tanto entre cristianos como con toda la humanidad, viviendo para los demás y no solo para nosotros mismos.
Fisher destaca que la Eucaristía es una fuente de unidad y reconciliación, capaz de sanar las fracturas humanas. Además, subraya que la vida cristiana tiene una dimensión cruciforme, combinando la comunión horizontal entre personas con la vertical entre la tierra y el cielo.
Don Paolo Morocutti
Cerró el día destacando la importancia de recuperar el verdadero sentido del Sagrado Corazón de Jesús, que representa tanto su humanidad como su divinidad. Esta devoción se vincula profundamente con la Eucaristía, especialmente en la dimensión del amor y la reparación.
Los últimos minutos del día los participantes lo dedicaron a pensar en: una idea, un sentimiento y una imagen, que nos llevamos de todos estos días, llenos de aprendizaje y fraternidad.
Artículo escrito en colaboración con el Equipo IEC – Quito 2024
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