ORACIÓN
Jesús estaba orando en un cierto lugar.
¿Cómo sería Señor tu oración? Te veían los apóstoles en ese momento de especial diálogo con tu Padre, con mayor exclusividad porque siempre estabas en comunicación con Él.
Pero te retirabas, buscabas esos momentos, también nosotros buscamos momentos para hablar con Vos, Jesús. Y tanto les llamaba la atención a los apóstoles, a los discípulos que al terminar tu oración uno te dijo: Señor, Enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
Querían imitarte en esto, querían también poder dirigirse así al Padre, con tanta confianza y quizá también escucharlo.
Y ante esa pregunta, no sé si te habrá pasado, quizá, uno podría esperar una explicación de la oración, de cómo uno puede hablar con Dios, Él nos escucha.
DIOS ES NUESTRO PADRE
Dios es nuestro Padre, que le hablemos con confianza, ¿De qué tenemos que hablarle? Pero en cambio, eso lo que nos dejaste Señor, y es un gran tesoro. Fue una oración vocal.
Las oraciones vocales, se llama así, son las que repetimos, ya vienen con con un texto dado, que no hay que improvisar, no decimos lo que nos va saliendo, sino repetimos una oración.
Y te decía que este es un tesoro, en primer lugar, porque es la que Vos Jesús, nos enseñas, es la que el mismo Hijo de Dios nos muestra para dirigirnos al Padre.
Y pienso que nos puede ayudar esto a valorar mucho las oraciones vocales, aunque a veces nos pueda parecer un poco repetitivo, aunque a veces, nos distraigamos, quizá más.
ORACIONES VOCALES
Las oraciones vocales nos ponen palabras para hablar con Dios.
Lo mismo pasa en la misa también, que muchas ya son oraciones que están ahí puestas y quizá alguna vez nos sucede que no sabemos que decirte Señor, entonces con estas oraciones ya sabemos que decirte y sabemos que son las palabras correctas.
Y ante esas distracciones que nos pueden venir o más bien para valorar más la oración que es un tesoro, nos puede ayudar de vez en cuando detenernos a meditar en el contenido de esa oración, y en particular en esta, en el Padre Nuestro, que nos dirigimos a Dios con esa confianza.
En primer lugar, que lo llamamos Padre, que somos sus hijos, y en plural, Padre Nuestro; somos hermanos.
Que lo miramos a Dios con confianza, que nos sentimos mirados por Él con cariño, y le pedimos que se haga su voluntad, como Vos Jesús siempre buscabas la voluntad del Padre, ese era tu alimento.
Y en el Padre Nuestro nos invitas a que también nosotros, te pidamos que se haga su voluntad.
Alguna vez escuché alguna anécdota de alguien que decía no puedo repetir esta parte porque ya sé que quiere Dios y me cuesta aceptar su voluntad.
QUE VENGA TU REINO
Nos puede animar a buscar y a confiar en que la voluntad del Padre es lo que nos conviene, que se haga tu voluntad, que venga tu Reino.
Ese Reino de justicia y de paz, ese reino que llegará plenitud al final de los tiempos, pero que puede ir creciendo a lo largo de la historia y nuestro lugar. Que venga tu reino.
Y te pedimos por nuestras necesidades. Lo más básico, el pan, que no nos falte lo necesario para vivir, lo material. Y también hay una referencia, así lo han visto muchos padres, a ese pan espiritual, el pan de cada día, el pan de los ángeles, la Eucaristía.
También buscamos además de decir: Padre nuestro, implícitamente decir que somos todos hermanos, te pedimos el perdón unido a como nosotros perdonamos.
Que nos perdones, que tengas misericordia por nuestros pecados, pero con estas palabras exigentes, como también nosotros perdonamos.
En sintonía con lo que nos decis Vos, Jesús, que como juzguemos seremos juzgados.
Pedimos perdón, como también nosotros perdonamos.
Esta oración nos lleva también a valorar la importancia de perdonar, de no quedarnos con rencores. Y. Al rezar cada día el Padre Nuestro además de unirnos a Vos, Señor, estamos rezando una oración que es de los cristianos, lógicamente desde el comienzo.
Una oración que rezó San Pedro, que rezó San Pablo, que nos transmitieron los evangelios y Vos mismo, Jesús rezaste y que todavía nunca se ha dejado de rezar en la historia e incluso la rezan cristianos que no son católicos, y eso también es algo muy lindo, es un punto de unidad, podemos unirnos a los que creemos en Jesús, a los que nos sabemos hijos de Dios como Vos, Señor, nos enseñaste.
¿CÓMO REZAR?
Por eso es tan valiosa esta oración.
Bueno, en primer lugar es tan valiosa porque cuando te preguntaron, Señor, cómo rezar: Vos dijiste así: Con el Padre Nuestro.
Y si nos distraemos, hay una anécdota, según tengo entendido, de la época medieval; de uno que le dijo a otro, si rezas un Padre Nuestro, sin distraerte, te voy a regalar un caballo, ¿en serio?, sí, rezas un Padre Nuestro sin distraerte te regalo un caballo.
Ah, buenísimo, empezó a rezar el Padre Nuestro, y cuando iba por la mitad que estaba rezando, preguntó ¿con montura o sin montura? Ah, ya se había distraído, perdió la apuesta, no ganó el caballo.
Y pues muy fácil distraerse, si nos distraemos por un lado, volver quizá nos ayuda a fijarnos en algunas cosas, aspectos del Padre Nuestro; considerar que es Nuestro Padre.
ENSÉÑANOS A ORAR
Quizá nos ayuda a pensar en esto de su voluntad, en lo que le pedimos, el pan, en la unidad con los demás, pero también saber que no pasa nada, estamos buscando entrar en sintonía con el Padre, cómo te veían a Vos, Jesús, los discípulos y que los lleva a eso, a entusiasmarse y decir enseñanos también a nosotros a orar.
Más allá de que nos podemos distraer, si tenemos esa buena voluntad, entraremos en una especial más exclusiva sintonía con Dios esa oración no se pierde.
Vamos a pedirle a Nuestra Madre, ella también rezo el Padre Nuestro, como le habrá gustado aprender esta oración en los comienzos de la Iglesia y la rezaría también los primeros cristianos.
Ayúdenos Madre Nuestra a valorar mucho estos tesoros que tenemos en la Iglesia, en particular la oración que Jesús nos enseñó.
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