Hoy en el evangelio, Jesús dice a los apóstoles:
“En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.
(Lc 21, 1-4)
EN EL AÑO 1550
Jesús te voy a contar una historia a Ti y a los que hacemos oración con este audio, el año es 1550, el río Guadalajara corría en aquel entonces por Buga, una población en el Valle del Cauca y al lado izquierdo del río había un ranchito de paja y allí vivía la anciana indígena, ella lavaba ropa en el rio, ese era su trabajo y con la platica que iba reuniendo, tenía una ilusión muy grande, que era comprar un crucifijo y para eso estaba reuniendo 70 reales, era lo que le costaba el crucifijo y ya estaba que los conseguía.
70 REALES
Cuando tenía ya sus 70 reales después de trabajar mucho, pasó por allí por el ranchito un hombre, padre de familia iba llorando y entonces la señora le preguntó: ¿Qué le pasó? ¿Por qué está llorando? y él le contó: mire señora me van a mandar a la cárcel porque debo 70 reales y no tengo con qué pagar.
Y ella se llenó de tristeza, no por sus 70 reales, sino por el señor y prefirió dejar su anhelo para más tarde y le entregó a este pobre hombre los 70 reales que tenía ahorrados para comprar un crucifijo.
Días después esta pobre mujer estaba lavando, cuándo el río trajo por la corriente un crucifijo, hágame el favor un crucifijo y entonces claro lo tomó como la joya más preciosa y como era una buena mujer delicada pensó: ay a quién se le habrá caído ese crucifijo, pero analizó que río arriba no había nada, todo está deshabitado entonces dijo: pues este crucifijo es mío, el Señor me lo mandó.
Pues se lo llevó consigo, lo puso en un altarcito, lo colocó amorosamente en una cajita de madera, cómo lo apreciaría que lo metió en una cajita.
Y una noche oyó como yo golpecitos en el sitio donde guardaba la imagen y se llevó una gran sorpresa porque vio que el Santo Cristo y la cajita habían crecido notablemente.
Ella pensó que eran sus ojos debilitados por la edad que la estaban engañando, pero la imagen siguió creciendo y en un momento advirtió que la imagen ya tenía un metro de estatura.
CRUCIFIJO
Fue a donde el párroco y a los señores más importantes del pueblo de Buga vinieron a verlo y se dieron cuenta esta señora pues no tiene dinero para comprarse un crucifijo de este tamaño, además quién lo va a fabricar por aquí, por aquí no hay carpinteros que que hagan una imagen del género.
Y corroboraron pues que era un milagro, pero avisaron en Popayán y vino un visitador de popayán que cuando vio lo que sucedía, mandó a quemarlo.
¿Por qué lo mandó a quemar? por qué muchas personas del pueblo de los entornos al enterarse de la historia comenzaron a ir a ver el crucifijo y le empezaron a quitar pedazos y se los llevaron y la señora como que los dejaba hacer.
Entonces este visitador especial de Popayán dijo no hay que quemar esa imagen porque eso está muy raro, cómo es posible que haya crecido así, no eso está raro y mandó a quemar la imagen y la echaron a las llamas y qué pasó que la imagen no se quemó y estuvo dos días empapada en sudor.
Las personas tomaban lienzos, algodones y secaban el sudor de ese Cristo y se lo llevaban como reliquia y empezó a haber curaciones, empezó a obrar curaciones el sudor de ese Cristo.
DEVOCIÓN AL SEÑOR DE LOS MILAGROS DE BUGA
Pues así la imagen resultó ser preciosa, hermosa la gente empezó a tener gran devoción con ese milagro, llegaban peregrinos de todas partes, hacían romerías, empezó a hacer muchos milagros el Señor milagroso de Buga o el Cristo del Río o Cristo de las Aguas, como lo llamaron también.
Actualmente esta imagen la custodia una Basílica muy bonita en Buga, ahí en el Valle del Cauca, aquí en Colombia y es una imagen de una madera negra, oscura la cabeza de Jesús está muy inclinada hacia abajo, sus heridas se notan visiblemente, sobre todo la de su costado, derrama mucha sangre, la cabellera está ensangrentada, la sangre moja un poco sus hombros y aunque el rostro está atormentado por el dolor, la imagen y la expresión en también es de una majestad impresionante, los ojos están cerrados, los labios serán están entreabiertos, es una imagen preciosa y está allí en Buga, esa la historia Señor.
Se me ocurrió contarla por el evangelio de la misa de hoy, que es precisamente una mujer anciana, viuda que no le importa dejar todo lo que tiene y dejarlo en el templo, darlo como ofrenda.
QUE VIVAMOS EL DESPRENDIMIENTO
Que nosotros vivamos el desprendimiento, ayer nomás ayer celebramos la solemnidad de Cristo Rey del universo, Rey de mi vida, de mi tiempo, de mi trabajo, de mis cosas materiales, de mi dinero, Rey, Dueño, Señor, Amo.
Claro Jesús en el evangelio de ayer, Tú decías mi reino no es de este mundo entonces Pilato le dijo: Tú eres rey y Jesús qué le dice Yo soy Rey.
Y más tarde Jesús ya estaba en una cruz, muerto, ahí muerto, un rey que había muerto, desnudo, flagelado, vilipendiado, humillado hasta no poder más.
Había muerto el Rey y quienes habían mandado a matarlo, después Señor cuántos mártires ha tenido la Iglesia y los que han pedido matar a estos hombres de fe y a estas mujeres de fe, ¿Dónde están? ¿Quién se acuerda de ellos? Nerón, Diocleciano, Nietzsche; que hace un siglo dijo que Dios había muerto, primero murió él, ahí está muerto que Stein.
Wittgenstein, también un filósofo que anunció que la era de la religión había pasado, también murió.
Señor y yo celebré misa esta mañana y te seguimos adorando a Ti Jesús en toda la Tierra, eres el Rey, eres el verdadero Rey y nosotros Señor somos tus siervos, somos tus hijos y queremos gozar también de ese Rey.
QUE ACUMULEMOS TESOROS PARA LA VIDA ETERNA
Que en esta vida que en este paso por esta Tierra acumulemos tesoros pero para la vida eterna, como esta buena señora ahí, están ancianita, pobrecita de Buga, que estaba reuniendo esos pesitos para comprar el crucifijo, no tiene ningún reparo en darle esto a una persona necesitada.
Esta historia de de Buga es impresionante, porque cómo empieza la presencia del Señor de los Milagros, se inicia realmente no con un milagro puntual, el milagro fue antes, el milagro fue el acto de caridad de esta mujer, que se desprende de sus bienes materiales dar todo, lo da todo, no tiene reparo en darlo todo.
Esta mujer por ejemplo, no espera ninguna recompensa, como esa viejita que echaba esas moneditas en el templo, esa historia que cuentas Tu, Señor.
No se espera recompensa, no se hace por bueno yo hago este sacrificio Señor pero Tú qué me vas a dar.
A veces cuando vivimos la virtud de la pobreza y el desprendimiento, pensamos bueno Señor y Tú qué me vas a dar, me vas a conceder un cielo muy grande, pues ya verá el Señor, pero lo que sí nos pide es que vivamos ese desprendimiento.
Antes de venerar esa imagen del Señor de Buga, lo que el Señor nos pide es venerar la imagen del hombre necesitado, ver otro Cristo en esas personas necesitadas, en ese hombre que iba para la cárcel y está buena mujer pobre, anciana, viuda que vive al lado de un río, en una choza le entrega sus 70 reales.
CLAVE DEL CRISTIANISMO
Esa es la clave del cristianismo. Eso es lo que el Señor nos dice miren no se pierdan esta escena, aprendan de esta mujer.
Terminamos este rato de oración con el propósito de cosechar tesoros pero para la vida eterna, especialmente viviendo la caridad con los más necesitados, teniendo el corazón dispuesto a darse cuenta dónde está el necesitado y cómo lo puedo ayudar.
Ahora se viene la Navidad, ya en pocos días celebramos la Navidad, qué bueno poder hacer obras de caridad, pensarlo en familia, pensarlo con los hijos, con la esposa, con el esposo a ver qué se puede hacer, pero no de lo que nos sobra, sino dar lo que nos cuesta, que nos duela.
Acudimos a Nuestra Madre Santísima, ella nos pide que miremos a Jesús en la Cruz y que reconozcamos ahí toda su realeza.
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