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P. Juan

6 min

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BUENA SUERTE, MALA SUERTE… PROVIDENCIA DE DIOS

En la fiesta de los santos Inocentes descubrimos la acción divina que redunda en mayores bienes.

Cuenta la historia de un granjero que era anciano y la mayor posesión en la vida que tenía era un caballo, con el que labraba la tierra. Un día olvidó cerrar las puertas del establo y el caballo se escapó hacia las montañas.

Los vecinos del granjero acudieron a él a consolarlo: ¡Qué mala suerte tienes! Has perdido tu caballo en pleno tiempo de cosecha, le dijeron, quedarás en la ruina. El granjero respondió: Buena suerte, mala suerte, quién sabe.

Una semana después, el caballo regresó de la montaña con una manada de caballos salvajes. Los vecinos felicitaron al granjero por su buena suerte. Pero su respuesta fue la misma: Buena suerte, mala suerte, quién sabe…

A los pocos días, cuando el hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes, se cayó del caballo y se rompió una pierna, los vecinos del granjero acudieron a consolarlo: Qué mala suerte tienes, le dijeron. Ahora sí que quedarás en la ruina sin tener quién te ayude a cosechar. La respuesta del granjero no cambió: Buena suerte, mala suerte, quién sabe.

Algunas semanas después, el ejército del emperador llegó a la aldea y reclutó a todos los jóvenes para la guerra; sólo dejaron atrás al hijo del granjero por tener la pierna rota, porque no era apto para el servicio.

Pronto llegaron los vecinos y entre lágrimas le dijeron: Tu hijo es el único que no ha sido enviado a la guerra, qué buena suerte tienes. Y qué crees que respondió el granjero: Buena suerte, mala suerte, quién sabe.

LOS SANTOS INOCENTES

Herodes

Me acordaba de este cuento, quizá ya lo habías escuchado, en la fiesta de hoy que la Iglesia celebra a los santos inocentes. Que por una parte es el recuerdo de un hecho trágico, como sabemos, el rey Herodes mandó a los magos a que se enterarán sobre el nuevo rey, el Rey de los judíos que había nacido en Belén, para vinieran a contarle todo, según él, para ir también a reconocerlo. Pero ellos, avisados por un ángel, se volvieron por otro camino, porque Herodes no quería reconocer el nuevo Rey, sino deshacerse de él, lo veía como una amenaza.

Y el enterarse de que los reyes, los magos, lo habían engañado, se habían ido, no habían cumplido, se enfureció y mandó a matar a todos los recién nacidos menores de dos años en la comarca de Belén. Es algo trágico, ¿no?

Dice el Evangelio de hoy, es de san Mateo:

“Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: Un grito se oye en Ramá, llanto y lamento grande: es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no existen”.

(Mt 2, 17-18)

Y a la vez que, no hay consuelo para esas madres, para las madres de esos niños asesinados por los soldados. La Iglesia lo celebra como mártires, como unos niños que, sin poder confesar aún su fe en Cristo por la palabra, en poder decir que Él era el Mesías, lo confiesan con el derramamiento de su sangre.

Como que ya están en el cielo. Llegaron a este mundo, vivieron pocos días o meses y sin alcanzar el uso de la razón llegaron a la meta final, que es el cielo. Los recordaremos durante toda la historia, porque es una fiesta en el Calendario Litúrgico dentro de este tiempo de Navidad, tan vinculada al nacimiento del Salvador.

LLEGADA DE JESÚS ES FUENTE DE SALVACIÓN

pañales

Todo esto se ve como venís vos, Jesús, a esta tierra y tu llegada que es fuente de salvación, que es una noticia, una buena noticia, es el cumplimiento de algo tan esperado, a la vez, no está exento de la cruz, de la muerte, de la tristeza.

Me acordaba de ese cuento, que leía al comenzar este rato de oración, porque lo que parece malo, a veces, puede ser bueno. Lo que parece bueno puede traer cosas malas.

Pero no como uno podría quedarse la impresión al escuchar el cuento, pareciera, no sé, que somos elementos muy chiquitos en medio de cosas más grandes que suceden y uno no sabe ni qué es bueno y qué es malo, ni que le va a pasar. No es así, porque tenemos fe y creemos que hay un Dios que es todopoderoso y providente.

Que importante es que vayamos, Señor, cada vez, descubriendo lo cierto que es esas palabras de san Pablo que:

“Todo es para el bien de los que aman a Dios.”

(cfr Rm 8, 28).

En forma qué tu Padre, Jesús, sabe sacar bien, incluso de las cosas más terribles. En este caso, el asesinato de unos inocentes; que pueden confesar, de alguna manera, dar testimonio de que el Mesías ha llegado. Que ha llegado El Salvador y que puedan, sobre todo, entrar al cielo.

No sabemos qué habrá pasado después con cada una de las familias de estos niños. Si pudieron llegar a tener algún atisbo, alguna intuición de que detrás de un hecho tan terrible se estaban cumpliendo los planes salvadores de Dios. Si tuvieron algún consuelo espiritual, si eso los ayuda a crecer la fe y recibir la salvación del Mesías. No lo sabemos.

TODO ES PARA BIEN…

Pero, claro, para las cosas buenas, cuando todo va bien no necesitamos ir por ahí conectando con el sentido, con qué: ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué estoy sano, todo me bien? ¿Por qué dan tantos resultados mis esfuerzos?

Quizá todo eso no tenemos problema de vivirlo, porque el fondo estamos hechos para la verdad, para el bien, para el gozo. Pero, cuando hay dificultades, ya sea en la salud, ya sea en revés de fortuna, ya sea una situación laboral complicada, familiar o lo que sea, ahí sí nos vienen las preguntas: ¿y esto por qué? ¿Cómo puedo ser feliz con esto y como manejo esta situación que tengo que hacer?

Entonces, es el momento de la fe: lejos de pensar que sólo si las cosas fueran diferentes podríamos ir adelante, ser felices, mostrar nuestra mejor versión, ser buenas personas… Debemos aceptarlo y es el momento de encontrar qué bien querés sacar vos, Señor, de una situación que me dificulta, que no entiendo, me cuesta….

LA LIBERTAD DE LOS HOMBRES

Quizá tengo que, no sé, llorar, que aceptar, hacerme la idea que por ahí no es de un día para el otro. Pero que consolador y cuánta luz y esperanza nos puede dar saber que Dios está por encima; incluso hay cosas que no es que Él quiera, sino que lo que permite, porque también está en este mundo la libertad de los hombres, ¿no?

Y si un hombre, si alguien comete una injusticia, como en el caso de lo que hizo Herodes, no es que Dios lo quiera. Lo hizo con su libertad, no lo tendría que haber hecho. Dios lo permitió, pero lo que sí puede Dios es sacar bienes mayores.

Podemos pedirles hoy a los santos inocentes que -quizá ante nuestra perplejidad, ante la barbaridad de las cosas que suceden… no sé, por ahí nos miran desde el cielo con una sonrisa, pero están gozosos de haber existido, aunque sea por poco tiempo y estar junto a Dios gozando para siempre, en unión con Cristo- que nos ayuden en esos momentos en lo que no entendemos, lo que nos contraría y hacer este acto de fe en un Dios grande, en un Dios providente, que no nos abandona.

Que quiere llevarnos a esa plenitud de nuestra vida, en unión con Cristo, en una eternidad donde ya no habrá estas cosas que nos hacen sufrir, si alcanzamos la gloria que Él nos tiene preparada.


Citas Utilizadas

1Jn 1, 5-2,2

Sal 123

Mt 2, 13-18

Rm 8, 28

Reflexiones

Te pedimos, Señor, que nos ayudes a ver lo bueno en todas las cosas que nos pasan, a encontrarte en todo, porque Tú no nos abandonas.

Predicado por:

P. Juan

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