EL PLAN DE DIOS: RESCATARNOS DEL PECADO
El Evangelio de hoy dice:
«Quien hace un milagro en mi nombre, no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro»
(Mc 9, 39-40).
Dios es el Señor de la historia. Él no solo nos ha creado, sino que ha estado y está protegiéndonos y cuidándonos continuamente.
Ha estado presente siempre a lo largo de toda la historia y ha querido contar con los hombres, y es por eso que llama a algunos para que le ayuden a hacer su plan.
¿Cuál es el plan de Dios? Rescatar a los hombres –a todos los seres humanos– del pecado. El pecado es un mal. Es como un cáncer que si no se extirpa a tiempo hace metástasis.
Si una persona tiene cáncer corre en seguida al médico para que le haga desaparecer ese tumor, que lo puede matar. Jesucristo viene para exterminar el tumor del pecado y quiere contar con nosotros.
Por eso, llama a los apóstoles para que le ayuden en esa misión. ¿Y qué ocurre con los apóstoles? Los apóstoles, que están transmitiendo con sus propias vidas el plan de Dios para conseguir la libertad y la felicidad de los seres humanos, son perseguidos como si fueran delincuentes.
Cristo también fue perseguido y ejecutado por las autoridades, como si fuera el mayor delincuente del mundo.
A lo largo de la historia, podemos observar las grandes persecuciones que ha habido contra los cristianos. En los primeros tiempos, se escondían en las catacumbas; los ponían ahí delante de los leones para que lucharan contra ellos; Nerón le echó la culpa a los cristianos por el incendio de Roma.
En fin, eran los que pagaban el pato de todo. Considerados personas de segunda categoría, los despreciaban; solo por el hecho de ser cristianos.
Y eran acusados de impostores, delincuentes, hasta de terroristas, como hace unos días en Nicaragua el dictador Ortega expulsó a unas religiosas de su país, calificándolas de terroristas.
LA GUERRA CONTRA LA IGLESIA
En el siglo XX las fuerzas del mal quisieron convertir a España en un país ateo y contra la Iglesia. La guerra civil española que estalló fue una guerra contra la religión: mataron a obispos sacerdotes, muchos fieles solo por el hecho de creer en Dios y formar parte de la Iglesia.
Con el tiempo, los enemigos de la Iglesia quisieron cambiar la historia, como si la guerra civil española hubiera sido una guerra entre el fascismo de Franco y la democracia de los republicanos.
Lo lamentable es que estas mentiras, si no se combaten, quedan, y hoy hay muchos jóvenes que viven engañados, creyendo que efectivamente en la guerra civil los fascistas aplastaron a los demócratas y que ahora hay una reivindicación a favor de la democracia, que, por cierto, no son demócratas.
Lo que estamos viendo a diario son enemigos de la doctrina de la Iglesia y de Cristo; son conductas que nada que ver con el cristianismo. Vemos cómo no son amigos de la vida y de todo lo que Jesucristo ha predicado a través de la Iglesia en todas las épocas.
La Iglesia siempre ha censurado las malas conductas que Jesucristo predicó, el farisaísmo, por ejemplo, y la falta de moral, el pecado. La Iglesia y todos los miembros de la Iglesia censuran las malas conductas que van contra la dignidad de las personas, contra su integridad, contra la familia, contra la vida, contra la libertad y contra la felicidad.
¿Y por qué se ensañaron contra España? Porque España tuvo un plan de evangelización mundial. Era el cumplimiento del plan de Jesucristo, que pidió a los apóstoles que vayan por todas partes, transmitiendo la Palabra de Dios. Convirtiendo a muchas personas para que se encuentren con Dios, liberándose del pecado que está en la misma naturaleza humana.
Y de allí, surgieron cantidad de misioneros que, junto con la Corona de España, ayudó a la evangelización de América, predicando el Evangelio.
Viajaron muchos misioneros, construyeron muchas iglesias y ese plan de evangelización fomentó muchas vocaciones de entrega a Dios, se llenaron los conventos, se ordenaron muchos sacerdotes, se consagraron muchas religiosas, y de ese plan se desprenden los santos que tenemos en América, muchos santos que dieron su vida por la fe, por amor a Dios y amor a la Iglesia.
LA LUCHA DEL DIABLO
Es una realidad. Y al diablo no le gusta nada. No le gusta la expansión del cristianismo y ataca. Ataca ahora la hora undécima, y se está persiguiendo hoy a la Iglesia y se quiere expulsar a Dios. Asi lo decía san Josemaría, como como si fuera un intruso.
Y se le llama a los cristianos fascistas, anticuados, por querer mantener la doctrina de Cristo –la misma doctrina que Cristo nos enseñó y que es vigente, está vigente para todas las épocas. No enseñó Cristo solamente para los de su época, sino para todos.
Esta es la doctrina que se tiene que extender por el mundo entero y la Iglesia conserva esa doctrina, y la Iglesia es misionera y quiere llegar a todos los rincones del mundo.
Pero al diablo no le gusta eso y se quiere meter por cualquier rendija. Se ha metido, por ejemplo, dentro de las ideologías que están en voga. Hay mucha gente que defiende esas ideologías con los ojos cerrados, sin darse cuenta del veneno que llevan dentro. Porque van contra la doctrina de la Iglesia, van contra el ser humano.
Y el diablo se mete en los políticos, en las autoridades de muchos países que buscan expulsar a los cristianos. Se mete también en algunos eclesiásticos. Qué pena da cuando algunos eclesiásticos –sacerdotes–, no son santos y el diablo se mete en sus vidas, porque corromper un sacerdote es ganar para el diablo muchos puntos.
AÑO DE LA ESPERANZA
Estamos en el año de la esperanza. Tenemos que ser optimistas porque Dios nunca nos abandona. A lo largo de la historia lo hemos comprobado.
Dios es el Señor de la historia y sigue siendo el Señor de la historia. Y ser el Señor de la historia significa que Él es providente, que Él es todopoderoso, que Él está cuidándonos y acercándonos los medios necesarios para poder andar por esta vida y que a Dios no se le puede expulsar. La Iglesia está asistida por el Espíritu Santo.
Hoy, muchos apóstoles están predicando la Palabra de Dios, que se está haciendo extensiva por muchos rincones del mundo, y esto es lo que hay que apoyar. Hay que apoyar la nueva evangelización.
El papa Juan Pablo II decía eso: «cuando empezó el nuevo milenio hablaba de la re-evangelización», decía de Europa, de Estados Unidos y de Canadá.
Efectivamente, ahora estamos en ese plan de reevangelización y vemos que está habiendo buenos resultados. En muchos sitios nos llegan noticias de que las cosas van mejor, gracias a Dios. Estamos, además, en el año de la esperanza.
Y el Señor también nos dice, con las palabras del Evangelio que acabamos de leer:
«Quien hace un milagro en mi nombre, no puede luego hablar mal de mí»
(Mc 9, 39).
Hay muchos milagros, muchas cosas buenas que están sucediendo. Y dice: “El que no está contra nosotros, está a favor nuestro”. (Mc 9, 40)
Ahora están a nuestro favor los que defienden la vida, los que respetan la creación que hizo Dios de un hombre y una mujer –solo dos sexos. También, ahora están a nuestro favor los que quieren seguir a Jesús.
Vemos cantidad de movimientos, iniciativas de mucha gente que reza el Rosario, por ejemplo, en el mundo, y quieren seguir a Jesús a través de la Virgen María, aceptando la palabra de Dios, la voluntad de Dios.
Jesucristo nos enseñó una oración -la única oración divina, digamos, que tenemos: es el Padre Nuestro. Y ahí todos pedimos: Que se haga Tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo.
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