ESCUCHA LA MEDITACIÓN

MIÉRCOLES DE CENIZA

El Miércoles de Ceniza se inaugura la Cuaresma, tiempo de preparación para la Semana Santa. Acompañemos estos días a Jesús con la oración, el ayuno y la limosna.

Estamos comenzando la Cuaresma. Este día se llama el Miércoles de Ceniza, que es como un pistoletazo inicial de una carrera, de la carrera de la preparación para la Semana Santa.

Tenemos cuarenta días para preparar nuestro corazón, para acompañar a Jesús en los momentos más importantes de su paso por esta tierra, en el cumplimiento de su misión aquí en la tierra y la Iglesia nos anima a prepararnos acompañando a Jesús en el desierto.

En este rato de oración le vamos a pedir al Señor que nos ayude y que nos enseñe, Él, a vivir este tiempo del mejor modo posible. O sea, muy unidos a Él.

Contemplemos lo que hizo Jesús en el desierto: fue a orar y a hacer penitencia preparando su vida pública. Y no sólo eso, sino que, en esos cuarenta días, además de rezar y hacer penitencia, fue tentado por el demonio.

En este rato oración nos puede ayudar contemplar a Jesús en el desierto, relacionando cada una de las tentaciones que sufrió para hablar de alguna de las prácticas cuaresmales que nos indica el Evangelio de hoy.

Vamos a seguir lo que nos cuenta el Evangelio de san Lucas. Jesús acaba de ser bautizado, se acaba de inaugurar su vida pública, aunque es sólo el primer hecho, entonces Jesús se va por cuarenta días al desierto a orar.

PRIMERA TENTACIÓN

Después de cuarenta días dice el Evangelio que el Señor había estado rezando y haciendo ayuno, al final siente hambre. Y aquí está la primera tentación:

«El demonio le dijo entonces: “Si Tú eres hijo de Dios, manda esta piedra que se convierta en pan”. Pero Jesús le respondió: “Dice la Escritura: el hombre no vive solamente de pan…”»

(Mt 4, 3-4).

Hemos escuchado quizá muchas veces esa respuesta de Jesús:

«No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»

(Mt 4, 4).

La primera tentación, Jesús la responde con un llamado a la oración, a escuchar esa palabra que sale de la boca de Dios, que es lo central y lo más importante.

Y hoy, Miércoles de Ceniza, podemos pensar cómo es mi trato con el Señor, cómo puedo tratar de, en esta Cuaresma, intensificar mi oración; cómo puedo escuchar mejor esa palabra que sale de la boca de Dios.

Está claro, no se trata de acumular muchísimas horas de oración durante la Cuaresma, aunque obviamente un poco sí que es necesario dedicarle tiempo a la oración; sino más bien proponernos tener todos los días nuestros momentos de realizar ese encuentro personal con Cristo en ese rato de oración mental, en la santa misa, en el rezo del rosario o en las prácticas de piedad que nosotros veamos que más nos ayudan.

Y si ya lo hacemos, de profundizar en esos ratos de oración, en esas prácticas de piedad, de hacerlas con más cariño, con más devoción.

QUE NOS VEA ÉL

el silencio

Podemos seguir el consejo del mismo Jesús que en el Evangelio que se lee el Miércoles de Ceniza, dice:

«Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas. A ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará»

(Mt 6, 5-7).

Cuando reces, no lo hagas para que te vean, sino para que te vea Él, Jesús.

Busca un lugar recogido, Jesús habla de una habitación. En ese momento no existían los Sagrarios ni las iglesias. Puede ser tu habitación, una iglesia, un lugar más recogido donde tengas la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

O también puede ser la naturaleza. Grandes santos, como san Juan Pablo II, han visto en la naturaleza ese lugar privilegiado para esa comunicación con el Señor. Porque ahí vemos sus huellas más claras, en la belleza de la naturaleza.

También en la antigüedad, los patriarcas, los profetas y el mismo Jesús, elegían lugares altos, las alturas, porque desde allí se podían comunicar, quizá, con más facilidad, con Dios.

Busca una habitación, busca una iglesia, un Sagrario, busca la naturaleza, porque allá donde vayamos, allá donde estemos, siempre estaremos con el Señor. El Señor siempre está con nosotros en nuestro corazón.

BUSCAR EL SILENCIO

Santa Teresa de Los Andes decía:

“No hay separación entre nosotros. Donde yo vaya, Él está conmigo dentro de mi pobre corazón. Es su casita donde yo habito; es mi cielo aquí en la tierra.

¿Quién como nuestro Señor podrá querernos? Nadie en el mundo, ni aún nuestras propias madres. Su amor es infinito”

(Santa Teresa de Los Andes. Donde yo vaya, Él está conmigo).

¡Qué bonito!

“No hay separación entre nosotros, donde yo vaya, Él está conmigo dentro de mi pobre corazón”.

Sí que te doy un consejo en este rato de oración: busca el silencio.

Quizás has tenido la experiencia de intentar leer un libro en un lugar con mucho ruido. Ya es difícil, no es imposible, pero cuesta un poco más, si no hay otra opción, se puede hacer.

Así como se puede rezar en cualquier lugar, también en un lugar con ruido, en un lugar donde hay mucho rumor por fuera, pero cuesta más. Intentemos facilitarle un poco las cosas al Espíritu Santo.

DIOS ES AMIGO DEL SILENCIO

el silencio

La Madre Teresa de Calcuta decía:

“Siempre empiezo a rezar en silencio, porque es en el silencio del corazón donde habla Dios.

Dios es amigo del silencio. Necesitamos escuchar a Dios, porque lo que importa no es lo que nosotros decimos, sino lo que Él nos dice y nos transmite.

Cuando tienes un corazón limpio, quiere decir que eres sincero y honesto con Dios, que no le ocultas nada y eso le permite tomar lo que Él quiere de ti”.

Empezar a rezar en silencio, porque es en el silencio del corazón donde habla Dios. Dios es amigo del silencio.

Señor, ayúdanos a buscar, en este tiempo de Cuaresma, esos momentos de comunicación contigo, esos momentos de oración, de intimidad.

Señor y que seamos generosos en esos ratos de oración para comunicarnos contigo, para hablar contigo y también para pedirte por nosotros y por todo el mundo.

SEGUNDA TENTACIÓN

Luego viene la segunda tentación. Vamos a seguir leyendo lo que nos cuenta san Lucas:

«Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: “Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados y yo los doy a los que quiero. Si Tú te postras delante de mí, todo esto te pertenecerá”.

Pero Jesús le respondió: “Está escrito, adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo rendirás culto”»

(Lc 4, 5-8).

Primero el demonio trata de tentar al Señor por el hambre y ahora por la codicia, por los bienes terrenos. Esto nos hace pensar en la práctica del ayuno, que no se refiere sólo al ayuno de comida,

«No sólo de pan vive el hombre»,

ya lo había dicho el Señor, porque el ayuno de comida quizás es lo primero que se nos viene a la cabeza, sino, el ayuno también se refiere a ese desprendernos de las cosas materiales que nos impiden que la conversación con el Señor, esa oración de la que hablábamos recién, fluya como Él quiere.

Jesús nos muestra cómo conviene que sea ese ayuno, ese sacrificio:

«Cuando ustedes ayunen»,

dice en el Evangelio que leeremos en la santa misa de hoy,

«no pongan cara triste como hacen los hipócritas que desfiguran su rostro para que se note que ayunen, les aseguro que con esto ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ayunes perfuma tu cabeza y lava tu rostro para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará»

(Mt 6, 16-18).

ACTOS DE GENEROSIDAD

Quizás estos días de Cuaresma has pensado hacer algún sacrificio para el Señor, así como un regalo, un detalle de cariño para tener con Él.

Puede que quieras ofrecerle unos días sin comer chocolates o unos días sin usar las redes sociales o unos días sin hacer algo que nos gusta.

Son regalos muy bonitos que le podemos regalar al Señor y son muy buenos propósitos. Son actos de generosidad grande y muestras de agradecimiento al Señor.

Podemos, además, ponerles intenciones. Estos días podemos rezar por una persona que está enferma, por una gestión, por la familia, por el Papa…

Pero es importante, eso sí, que nuestros sacrificios -como decía san Josemaría-, no mortifiquen a los demás. Es algo que hacemos nosotros y es algo que queda entre Jesús y nosotros.

A veces, quizás porque nos cuesta un poco, ponemos algo de mala cara o andamos quizás con una mala actitud. Quizás no lo hacemos para que los demás se den cuenta, pero le estamos haciendo la vida un poco más difícil a los demás.

Entonces le podemos pedir al Señor: “Señor, ayúdame a ofrecerte este regalo, pero que esto quede entre Tú y nosotros; que no se noten tanto, que queden entre Tú y yo”.

UNIRNOS A CRISTO

el silencio

Que sepamos que en ese momento seremos como la Verónica que limpia el rostro de Jesús o Simón de Cirene, que te ayuda a llevar la Cruz, Señor.

Que sepamos que es algo muy valioso todos esos pequeños sacrificios, esos pequeños actos de desprendimiento de las cosas materiales, -como decíamos al principio.

Todos esos ayunos tienen ese valor que son como esos momentos en los que la Verónica limpia el rostro de Jesús que está ensangrentado o que Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la Cruz.

La Madre Teresa de Calcuta decía:

“El sufrimiento en sí mismo no tiene ningún sentido, pero cuando permito que sea Cristo quien sufra en mí, cuando Cristo me permite compartir su Pasión, entonces tiene un significado enorme; es el mayor regalo que Dios puede darle a un alma”.

Vamos a pedirle que esos sufrimientos, aunque sean pequeños como los que dijimos: no comer chocolate o no comer algo que nos gusta o no usar o usar menos las redes sociales… son sufrimientos pequeños, pero con los cuales podemos unirnos a Cristo y se los regalamos al Señor con generosidad.

TERCERA TENTACIÓN

Después de esta segunda tentación viene todavía una tercera. Dice san Lucas en su Evangelio:

«Después, el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo, le dijo: “si Tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo. Porque está escrito:

‘Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden y también ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra’”.

Pero Jesús le respondió: “Está escrito, no tentarás al Señor, tu Dios”»

(Lc 4, 9-12).

En esta tercera tentación, lo que el diablo quiere es que Jesús se ponga en el centro, se ponga como protagonista. Que le demuestre a todo el mundo que Él es el Hijo de Dios.

“Si Tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo”, desde el lugar donde había más gente en el templo de Jerusalén para que todos lo vieran.

Pero Jesús no quiere ponerse en el centro, Él no busca el protagonismo, Él no busca ser el protagonista de la historia; Él viene a servir. Su alimento es hacer la voluntad de Dios.

Él no ha venido para ser servido, sino para servir y dar la vida por sus amigos.

VINO PARA SERVIR

A Jesús no le interesa tener el primer lugar, no le interesa que los demás se pongan a sus pies, que lo reconozcan como el que vuela o el que es ayudado por los ángeles, sino le interesa el bien de las almas.

Jesús no viene a explotar su propia figura, sino a servir. Y esto es lo que nos pide el Señor en esta tercera práctica de la Cuaresma, que es la limosna.

Que no tiene que ser hecha con bombos y platillos, como diciéndole a todo el mundo: “aquí vengo Yo, que vengo a ayudar al resto”. No, no nos interesa. O luchamos para que no nos interese que los demás nos vean.

Jesús, en el Evangelio de hoy, nos dice:

«Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti como hacen los hipócritas en la sinagoga y en las calles para ser honrados por los hombres, les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha para que tu limosna quede en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará»

(Mt 6, 2-4).

Nosotros, por esto que nos dice el Señor y porque vemos que es lo que nos hace felices de verdad, no queremos ser los protagonistas de la historia. No queremos estar ahí para que todo el mundo nos esté mirando.

Queremos el bien de los demás porque sabemos que eso es lo que nos va a llenar de verdad, lo que nos hace felices de verdad.

No que todo el mundo nos esté sirviendo a nosotros, sino nosotros poder ponernos a los pies de los demás. Como Jesús que se puso una toalla en la cintura y se puso a lavar los pies a sus discípulos.

SERVIR CON CARIDAD

San Agustín, en una homilía, decía:

“Todos pueden signarse con la señal de la Cruz de Cristo, todos pueden responder amén, todos pueden cantar Aleluya, todos pueden hacerse bautizar, entrar en las iglesias, construir los muros de las basílicas, pero los hijos de Dios no se distinguen de los hijos del diablo, sino por la caridad.

Los que practican la caridad son nacidos de Dios. Los que no la practican no son nacidos de Dios. Señal importante, diferencia esencial, ten lo que quieras, si te falta esto solo, todo lo demás no sirve para nada y si te falta todo y no tienes más que esto, has cumplido la ley”.

Estos días de Cuaresma quizá podemos pensar de qué modo podemos servir con caridad al prójimo a imagen de Jesús, que Él se puso a servir, que Él vino a servir.

¿Cómo podemos poner esta virtud teologal de la caridad como algo principal?

Quizá en primer lugar, con los que tenemos más cerca: nuestras familias, nuestros amigos, los conocidos y luego también con todas esas personas que sufren, las que tienen carencia de distintos tipos: necesidad de compañía, necesidad de una ayuda material, etc.

El Señor, a través de la Iglesia, nos anima en este tiempo de Cuaresma a pensar con generosidad en cada una de las personas que nos rodean, intentando ver en cada uno de ellos al mismo Cristo que sufre, el mismo Cristo que necesita nuestro cariño.

Por eso es tan importante esta práctica cuaresmal de la caridad, de la limosna.

ORACIÓN, SACRIFICIO Y CARIDAD

Sigamos ese llamado de san Pablo que en su Carta a los Gálatas nos dice:

«No nos cansemos de hacer el bien (…).

Mientras estamos a tiempo, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.

¿Ven estas letras grandes? Las estoy escribiendo con mi propia mano»

(Gal 6, 9-11).

San Pablo quiere que esto quede muy grabado: No nos cansemos de hacer el bien, especialmente a nuestros hermanos en la fe, pero a todo el mundo; que podamos servir al prójimo.

Nuestro primer servicio, lógicamente, será la oración, rezar. Luego, ofrecer sacrificios que faciliten la vida de los demás y luego hacer cosas por cada uno.

O sea, estas tres prácticas cuaresmales encuentran su cumplimiento total en la caridad. Oración, sacrificio y caridad.

Que durante este tiempo de Cuaresma podamos encontrar a Jesús a través de este triple camino. Que nos encontremos con Jesús y le pidamos: “Señor, ayúdanos a prepararnos muy bien para la Semana Santa, para poder vivir contigo esos momentos tan importantes de tu vida.

Y no sólo de tu vida, sino de nuestra vida, porque son esos momentos en los que Tú nos salvas, esos momentos en los que Tú nos redimes, nos abres las puertas del Cielo”.

Le pedimos a la Virgen santísima, en este rato de oración también, que nos vaya ayudando. Que nos ayude a descubrir en la oración, en el sacrificio y en la caridad ese camino para llegar al Cielo, ese camino para conocer a Jesucristo y para identificarnos con Él.

Que ella nos ayude a ser esas almas que rezan, esas almas que ayunan, esas almas que se preocupan por su prójimo. Santa María, ayúdanos.

Madre de Dios y Madre, nuestra ayúdanos a acercarnos al Señor y acompañarlo como tú durante la Semana Santa, que estuviste al pie de la Cruz, acompañando a san Juan, acompañando a esas santas mujeres y acompañando, sobre todo, a tu Hijo Jesús.

Madre nuestra, ayúdanos a prepararnos bien para poder vivir de la mejor manera esos días de la Semana Santa.


Citas Utilizadas

Jl 2, 12-18

Sal 50

2Cor 5, 20-6,2

Mt 6, 1-6. 16-18

Lc 4, 9-12

Gal 6, 9-11

Reflexiones

Jesús, yo quiero vivir muy bien esta Cuaresma. Ayúdame a poder acompañarte cada día.

Predicado por:

P. Felipe

¿TE GUSTARÍA RECIBIR NUESTRAS MEDITACIONES?

¡Suscríbete a nuestros canales!

¿QUÉ OPINAS SOBRE LA MEDITACIÓN?

Déjanos un comentario!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


COMENTARIOS

Regresar al Blog
Únete
¿Quiéres Ayudar?¿Quiéres Ayudar?