DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLA LA BOCA
En el Evangelio de hoy nos decís, Señor, varias enseñanzas que nos pueden venir muy bien a la hora de corregir, de hacer un poco de examen, mirarnos a nosotros en lo que por ahí nos llama la atención de otro para corregir.
Y también algo que nos puede ayudar a conocernos es estas palabras tuyas, Jesús de lo que abunda en el corazón habla la boca.
Y también que a un árbol se le conoce por sus frutos, si sus frutos son buenos. Como descubriendo una relación entre lo que decimos, lo que hacemos y lo que hay verdaderamente en nuestro corazón.
Y nos gustaría, Jesús que importante, lo que verdaderamente somos, sea bueno.
También nos decis que el hombre bueno, del tesoro bueno de su corazón saca cosas buenas.
TENER UN BUEN CORAZÓN
Que bien nos haría esto, tener un corazón cargado de tesoros, llenos de bondad, al punto que casi nos saliera natural o sin mucho esfuerzo, sin pensarlo demasiado: Hacer el bien.
Y probablemente todos conocemos personas que son, así que pareciera como muy espontáneo, que hacen el bien, que están para ayudar, para darse cuenta qué necesita el otro, para hacer el ambiente en el que se mueven, un lugar más amable, que uno se sienta a gusto; acogido, escuchado.
Por eso hoy vamos a pensar un poco, yo cuando llego a un lugar, también siembro ese ambiente en el que los demás puedan estar contentos, se pueden sentir así.
SER AGRADECIDOS
¿Se estar para lo que necesiten? ¿De qué hablo habitualmente? de lo que rebosa el corazón habla la boca; ¿De que hablo? ¿Cuáles son mis temas? Pensaba en algunos santos, que claramente tenían a Vos, Señor, en el corazón, lleno de bondad y agradecimiento, como habla, por ejemplo, San Francisco de Asís de la creación con un agradecimiento, con una alabanza a Dios.
Recordaba también un ejemplo de San Josemaría, que trabajaba en un lugar en el que su jefe era el profesor de algunas materias de Derecho, el que dirigía esa Academia se llamaba José y fue lo saludó porque era el día de San. José y cuando ya se había ido este hombre se dio cuenta que San Josemaría también era José y había recibido con alegría el saludo, pero no nos había dado cuenta de saludarlo a él también.
A veces nos pasa que nos gusta que nos escuchen, nos gusta que nos presten la atención, nos gusta hablar de nuestros temas, quizá incluso de nuestras anécdotas; lo que yo viví, lo que es mi experiencia sobre un tema que sale en la conversación, lo que yo sé.
DAR ESPACIO EN NUESTRO CORAZÓN PARA LOS DEMÁS
Pero por ahí me cuesta pensar un poco en el otro, en escuchar al otro que también quiere contar.
Poner interés, verdadero interés si hablamos todo el día de nosotros mismos, de nuestras cosas, puede ser que en nuestro corazón sería bueno darle más espacio a los demás.
¿Y cómo podemos hacer eso, Señor?
Tener el corazón cargado de que en el tesoro nuestro corazón haya mucha bondad.
En primer lugar, pensaba, quererlo y pedírtelo, si en una conversación, volviendo al ejemplo anterior, no dejarnos llevar por querer ser el centro, no hablar de nosotros mismos.
Acudimos a Vos, Señor ¿Qué que podría ser un buen tema acá que sume? ¿Qué necesita esta persona que le diga? O ayúdame a escuchar con interés o a darme cuenta.
SI TENGO AL SEÑOR EN MI CORAZÓN
Si Vos Señor, estás en nuestro corazón si nos envías tu Espíritu, en lo que seguramente es un tesoro es nada menos que Tu presencia y por eso lo primero si queremos ser buenos y tener un buen corazón bueno y que nuestra boca hable de cosas buenas y que nuestros hechos den los frutos como un árbol da sus frutos y sean buenos.
En primer lugar, acudir al que es el Bien con mayúscula para actuar bien, para ser bueno.
Y también después puede haber otras actitudes que quizá haciendo un poquito de examen podemos estar hoy más atentos en estos días en particular este aspecto, que Vos Jesús nos subrayas, que es como muy fácil de examinarnos.
¿DE QUÉ HABLO?
¿De qué hablo? para ver que tengo el corazón, si tengo a las personas que están a mi lado, si realmente me intereso.
Por ejemplo, si ayer me contó algo que era importante porque tenía una cuestión de salud o un examen si después me acuerdo, le pregunto, si recé por eso o si estamos dispuestos, para servir, a ver qué necesitan los demás.
Puede ser que lo que nos sale sólo en situaciones es lo que yo necesito, estoy cansado ahora, o no tengo ganas de charlar de esto o vamos acá o allá. Bueno, ante ese requerimiento que nos viene, sin que uno lo busque, podríamos intentar pensar: ¿Y los demás que necesitarán?
No dejarnos llevar por algo que puede ser alimentar un poco el egoísmo. Vaciar el corazón de lo que me conviene o lo que me gusta, me parece a mí para para que tengan más espacio los demás.
PONERNOS EN EL LUGAR DEL OTRO
Ponernos un poco en el lugar del otro, perdonar eso también ayuda a tener a los demás en el corazón, no guardar rencores, quererlos como son.
Todas esas pequeñas cosas que podemos cultivar en el día a día y cómo nos gustaría, Señor, tener ya ese tesoro en mi corazón, para que nuestro corazón se parezca al Tuyo.
Y entonces con naturalidad y con alegría en el hablar, en el hacer estar como más para tu Padre, Señor, para agradecerle, para bendecirlo en la creación. Comentar tantas cosas buenas que hay.
En el obrar, en lo que hacemos, que ahí también demos gloria de Dios, y que estén también los demás, lo sabemos muy bien, no se puede separar el amor a Dios del amor a los demás.
QUE MI CORAZÓN SE PAREZCA AL TUYO, SEÑOR
Y así Señor, como harías Vos, que te saldría con tanta naturalidad estar en alabanza, estar en servicio a los otros, que gusto les daría a todos, Señor verte llegar, ver como estabas volcado a lo que cada uno necesitaba, como el alegrabas la vida a todos.
Así podemos hacerlo un poco en nosotros si nos enriqueces el corazón, Vos el corazón con ese tesoro, que haya mucha bondad, que haya mucho bien en nuestro corazón.
Vamos a pedírselo a Nuestra Madre, que tenía ese corazón tan bueno en el que había tanta riqueza por eso sus frutos son tan buenos en su vida y que le gustará seguro ver a sus hijos así queriendo llenarse un poco de corazón de caridad para estar como dice San Pablo, cargando unos con las cargas de los otros, ayudándonos mutuamente y positivamente queriendo ser buenos con los demás, queriendo querer a los demás.
Ayúdanos, Madre Nuestra pidámosle también a San José, que nos vamos acercando a su fiesta, de un corazón noble que nos ayude también a tener un tesoro de bondad en nuestro corazón.
Deja una respuesta