¿Cómo transmitir la Fe a los adolescentes? es una pregunta que se hacen muchos padres. La respuesta es sencilla: la vida de fe cristiana se comunica desde y en la familia. ¿Cuándo? Desde los primeros años de vida.
La importancia del ejemplo de los padres en la vida de fe
Cada familia tiene su sello propio. Vemos cómo algunas familias cultivan el talento musical, otras el deportivo, otras el cultural. En el ámbito religioso pasa igual, si queremos transmitir la fe a nuestros hijos debemos empezar desde pequeños, cómo en todas las cosas.
Lo que Juanito no aprendió, cuando se convierta de grande en Juan, no lo sabrá dice un dicho. Costumbres como asistir a la misa dominical, celebrar los domingos de adviento, vivir los ritos de semana santa se pueden transmitir de generación en generación si se viven con constancia, dedicación y alegría. Valores cristianos como la solidaridad, el trabajo, la confianza en Dios se pueden transmitir a los hijos según las experiencias que como padres vivimos en el transcurso de nuestra vida y que podemos enseñar a los niños, que un día se convertirán en adolescentes.
Hay una herencia a los hijos que se queda con ellos de por vida y es la educación que se recibe en casa y ahí encaja también la educación en la fe. Hablar de Dios y de la Virgen a nuestros hijos va abriendo camino en sus corazones.
¿Cómo hacerlo?
La fe es una virtud sobrenatural que capacita al hombre -ilustrando su inteligencia y moviendo su voluntad-a asentir firmemente a todo lo que Dios ha revelado, no por su evidencia intrínceca sino por autoridad que Dios revela. Sobrenatural, significa que sobrepasa el ámbito humano, va más allá de la mirada humana. En este link puedes leer más sobre el tema.
Algunas ideas que te pueden ayudar:
1.¿Cuándo empezar? Así como los niños desde pequeños inician prácticas que los relacionan con las personas y objetos que generan experiencias, así también se hace con las prácticas en la fe cristiana.
2.¿Cómo?: Pocas y constantes: Rezar al iniciar el día ángel de la Guarda o una oración corta, bendecir los alimentos antes de cada comida, terminar el día dando gracias a Dios y teniendo unos minutos de conversación con Dios, son los primeros pasos para encaminar a nuestros hijos en la fe. Darles la bendición a nuestros hijos también es parte de esta educación en la fe. Sabemos que el ejemplo de los padres va por delante, sin embargo, los adultos cercanos son también transmisores de la fe: los abuelos, los tíos o de un familiar cercano también suma y permite que la fe en los niños y adolescentes vayan creciendo. El Papa Francisco comenta que fue por su abuela por quién aprendió a rezar el Rosario, cuando él y sus hermanos estaban al cuidado de ella.
Y los adolescentes ¿Qué?
¿Tienes hijos entre los 12 y los 20 años? ¿Has notado que sienten una pereza ante la vida de fe? ¿Has visto que en algunos momentos incluso rechazan la vida de fe? ¡Calma! Lo primero es saber que la adolescencia es una etapa del desarrollo donde se generan muchos cambios físicos y emocionales. En algunos casos hay una rebelión contra todo lo aprendido en su infancia. Por eso la actitud de los padres debe ser como la del padre en la parábola del hijo pródigo.
Aquí van algunas ideas:
Respetar. Puede ser lo más difícil, sin embargo, la fe se alimenta día a día y a ritmo propio, el de cada quién. Sin embargo un consejo puede ser proveer inyecciones de vitaminas que aumenten la fe: una buena película, un testimonio de conversión de la vida real, cumplir el tercer mandamiento, Santificar las Fiestas, pero acompañándolo de algo rico. Poner ambiente en casa, un crucifijo, una imagen de la Virgen, el Rosario y que los hijos lo vean. Adicionalmente, tener un objeto donde haya agua bendita y hablarles del beneficio de usarla.
Acoger. Lo más cercano que podemos hacer es que los hijos vean a su papá o mamá muy humanos y cercanos. Propiciar encuentros donde se escuchen temas que nutran el alma como los 10 minutos con Jesús Al., puede ser mientras estamos en algún lugar de casa o en el carro. Es probable que el momento perfecto no exista, los mejores momentos son aquellos que nacen de la espontaneidad, del día a día, con intencionalidad. Empezar cada día y tener como intención del ambiente de familia el aroma de una vida cristiana que se desarrolla en la cotidianeidad de la vida misma. Dios se encarga del resto.
Rezar. Aunque respetar y acoger pueden ser pasos positivos el más importante es este: hablar a Dios de nuestro hijo o hija. Rezar por ellos y encomendárselos a su ángel de la guarda, que tiene la misión de llevarlos al cielo. Y no olvidar que nuestro ejemplo es fundamental . Pregúntate en silencio ¿Estoy siendo coherente con mi vida de fe? ¿Enseño con mi ejemplo a vivir la vida de fe en mi familia?