Todos estamos llamados a amar, la vocación central del hombre es el amor, fuimos creados por amar, fuimos creados para amar, y amamos porque Él nos ha amado primero (1 Jn 4,8).
Esta realidad tan grande y hermosa a la vez, debe estar muy guardada en nuestro corazón, y es que en todo momento hemos de recordar que amar es la manera más intensa de vivir.
Como una guitarra que se usa para algo distinto a entonar una melodía, este instrumento si es usado para algo para lo que no ha sido creado, se puede incluso dañar, de la misma manera el hombre que no dedica su vida al servicio.
El hombre que no ama como ha sido amado por Dios, no encontrará la plenitud de su realización, ni de su felicidad.
En medio de un mundo acelerado e indiferente, la idea de servir a los demás, puede resultar extraña, puede parecer incluso descabellada.
La sociedad actual enseña que prima ante todo el interés particular, y que la necesidad de nuestro prójimo no es importante o que no es asunto nuestro.
Es en este momento que el extremo amor del Señor nos llama, y nos enseña que la alegría de amar, está en darse siempre a los demás.
Puedes servir a tu prójimo desde tu realidad, doctor, abogado, estudiante, hijo, hermano, el servicio a los demás no es exclusivo a determinada labor o vocación.
¿Quieres saber cómo puedes darte por amor a los demás?, te invito a que juntos descubramos la alegría inmensa de darse por amor a los demás.
Muchas realidades, una la vocación: Amar
El cuerpo humano tiene distintas partes: las piernas ayudan a caminar, los oídos te permiten escuchar, los pulmones son vitales para la respiración, en el cuerpo místico que es la Iglesia, tú y yo tenemos un lugar muy importante también, un lugar que no puede ser ocupado por nadie más, un lugar el cual el Señor siempre pensó para ti, tu puesto en la Iglesia, tu misión en la Iglesia es única y especial.
Así como si al cuerpo le falta una de sus partes, este no funcionaría plenamente, si a la Iglesia le faltas tú, estaría incompleta. Por eso recuerda sea cual sea tu realidad, sea cual sea tu profesión o tu vocación, la vocación al amor es una y es especial.
Estás llamado a amar desde tu realidad, estás llamado a amar con tus dones, estás llamado a luchar con tus defectos para poder amar siempre en plenitud.
A veces se suele creer que la misión y el servicio están solo reservados para el sacerdote, la religiosa o aquel misionero que evangeliza tierras lejanas.
La realidad es que es misión de todos como bautizados que somos la de servir a los demás, seamos como Felipe Neri quien anhelaba evangelizar India y su obispo le dijo «tu India es Roma».
Mira a tu alrededor hay muchos que necesitan de ti; ya sea por una palabra aliento, una frase de aliento o quizá ser escuchados por ti.
«Yo quiero ser el amor»
Junto a Santa Teresita del Niño Jesús repitamos permanentemente esto, pues ante todo y por encima de todo está el amor, y en eso consiste el servicio a los demás en amar y amar como hemos sido amados por Dios.
A ti, que eres doctor, estás llamado desde tu vocación de salvar vidas a amar a tus pacientes, a ti docente, estás llamado a servir a los demás impartiendo conocimiento, siendo inspiración, a ti padre de familia, estás llamado a servir a tu esposa, a tus hijos, a enseñarles el amor de Dios.
Si en todo lo que hacemos nos proponemos amar, el mundo será un lugar mejor, si viéramos en cada oportunidad de servir, una oportunidad de amar, haríamos mucho bien a nuestro prójimo.
Por eso te pido que tengas presente, el servicio a los demás es una oportunidad muy especial de amar, en servir y en darse por amor, está la plenitud de la alegría para nuestra alma, es en el servicio donde nos asemejamos a aquel que sin medida nos ha amado.
Encontrarás en el servicio a los demás, descanso a tu corazón, encontrarás respuestas y descubrirás que amar es la manera más intensa de vivir. Puedes a veces pensar que lo que hagas o puedas hacer sea poco, pero te aseguro que el mundo será un lugar mejor por lo que tú haces.
Dios te necesita para amar, te necesita y tiene para ti un plan, tiene pensado para ti cosas maravillosas que vas a poder descubrir en la medida que ames a los demás.
«En mi reflejo te transformaré»
Y dado que nuestra misión es asemejarnos a Jesús, amar como Jesús ama, sentir como Jesús siente, es el servicio a los demás una oportunidad de parecerme cada día un poquito más a aquel buen Dios que con todo su corazón nos ha amado.
Cada acto de servicio con amor, te irá reflejando en el alma al buen Dios. Cada acción que hagas pensando en amar a tu prójimo ayudará a esparcir el aroma de Dios.
A ti que lees esto, ¡ánimo!, encontrarás en tu día a día muchas oportunidades de amar a tu prójimo. mira a tu alrededor, muchos necesitan de tu luz para iluminar la oscuridad de su alma. Encontrarás en el servicio una inmensa alegría y consuelo para tu corazón.
Recuerda eres reflejo de un Dios que te ha amado al punto de dar su vida por ti.
Ya sea escribiendo, ya sea sanando, ya sea enseñando, ya sea compartiendo un estado en tus redes sobre Dios, cada momento de tu día es una oportunidad de amar y de dejarse amar.
Te aseguro que vas a descubrir que en el servicio tu alma y tu corazón encontrarán mucha y plena alegría.