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Daniel Urdaneta

Venezolano vive Buenos Aires. Estudia Comunicación Publicitaria en la U.Católica.

6 min

Para Lionel Messi, la copa del mundo no significa nada.

Quiero empezar este artículo contando que yo no sabía que Lionel Messi se había retirado de la selección en 2016, y que estuvo 2 años sin jugar para Argentina.

Hace unos días estaba hablando con un amigo de eso, me contó cómo la mentalidad de Messi de abrazar el fracaso, levantarse y seguir adelante fue una de las cosas que más lo ayudó a lograr lo que hoy logró. Más allá de las frases que todos los días escuchamos sobre nunca rendirse, caer y levantarse, no abandonar los sueños, hay algo un poco más profundo (e interesante, a mi criterio), que es abrazar el fracaso.

Es el hecho de saber que, si te quieres proponer ganar la copa del mundo, vas a fracasar. Es algo que hay que tener por seguro. Y la lucha no pasa por “evitar” ese fracaso, sino más bien abrazarlo cuando ocurra (porque va a ocurrir), y aprender lo máximo posible de ese fracaso.

Lionel Messi dejó la selección Argentina en 2016, luego de perder una tercera final consecutiva con el equipo (incluida la final de la copa del mundo de 2014). Sus palabras fueron textualmente: “Se acabó la selección para mí”.

La vuelta al ruedo

Dos años después, anunció que volvería a la selección. Dijo en una entrevista que quiere terminar su carrera habiendo ganado algo con la selección argentina, y si no, haberlo intentado todas las veces posible.

Abrazó el fracaso y continuó su carrera con la selección, hasta que en 2021 se adueñaron de la Copa América. Fue una alegría enorme para el plantel y para todo el país, pero todavía faltaba el gran trofeo: el mundial.

Pasaron el resto de 2021 y casi todo el 2022 con los ojos en el premio. Se decía de algunos jugadores como De Paul o Molina que su rendimiento en el club era muy bajo, ya que estaban dándolo todo por la selección. Jugadores como el Dibu Martínez y Ángel di María llegaron a decir que querían ganar el mundial más por Messi que por ellos mismos.

Y efectivamente, luego de fracasar en la primera jornada, y tras varios partidos difíciles, lograron alzar la copa. Messi, 17 años después de disputar su primera final con Argentina, finalmente se hizo campeón del mundo.

Esta historia que casi todos conocemos tiene sentido con este artículo porque nos refleja claramente que a Messi siempre le pareció un “must” ganar algo con la selección. En ningún momento dejó de pensar en esa meta. Rompió (y sigue rompiendo) récords, tiene un montón de premios individuales y con su club, pero nada como ganar un trofeo con Argentina.

Nunca dejó de luchar, nunca dejó de perseverar. Fracasó muchas veces, y esos fracasos eran parte de la perseverancia y la lucha.

cancha de futbol camino santidad

No significa nada

Y en este momento quiero hacer un comentario que quizás a muchos le moleste: Para Lionel Messi, la copa del mundo no significa nada.
Para Lionel Messi, la copa del mundo no significa nada, en comparación a lo que para nosotros, los cristianos, significa la Santidad.

De hecho, si Messi fuese inmortal y viviera desde el año 1920, haber ganado las 20 copas del mundo con Argentina, seguiría sin significar nada en comparación a lo que significa la Santidad.

Aunque pasen millones de años, y se hayan disputado en la historia otras 500 copas del mundo, todos esos trofeos juntos, no van a significar nada, en comparación a lo que significa la Santidad.

La lucha por ser Santo es tan grande y tan indimensionable, que a veces perdemos de vista su grandeza. Pensamos que lo más grande que un ser humano puede alcanzar en su vida es un trofeo dorado otorgado luego de disputar 7 partidos de fútbol, cuando esto es algo tan superficial, al lado de lo que es ser Santo.

ES CUESTIÓN DE AMIGOS

Dios nos quiere santos

Y así como para Messi, ganar un título con su selección es un must, para nosotros, la Santidad tiene que ser el must más grande de nuestras vidas. Es algo por lo que tenemos que luchar sin parar, el resto de nuestras vidas.

Hay algo muy importante para destacar también, que es que Dios no nos pide que seamos santos, sino que queramos serlo. Obviamente, Dios quiere que el día de mañana seamos santos, pero mientras estamos acá en la tierra, Dios quiere que nosotros queramos serlo.

No podemos ser Santos en la tierra porque nuestra vida no se ha acabado, y tenemos que luchar toda la vida. No es que llega un punto de nuestra vida donde la lucha se acaba, y ya lo logramos. Tenemos que luchar siempre.

Y esa lucha siempre vendrá acompañada por caídas. Esto es algo que el Señor sabe muy bien, por eso nos dejó instituido el sacramento de la confesión. Porque vamos a caer. Y a pesar de que tenemos que luchar, las caídas van a estar siempre. Tenemos que levantarnos, ir al sacramento de la confesión y continuar, abrazando el fracaso, aprendiendo de él.

marathon santidad

Desde el maratón

Un cristiano que se dice enamorado del Señor, pero no lucha por la Santidad, es como el maratonista al que no le importa llegar a la meta.

Los maratonistas tienen que entrenarse con muchos meses de antelación. Hace poco hablaba con otro amigo al que esto le apasiona, y me cuenta que, para correr un maratón hay que correr, por lo menos, entre 40 y 70 kilómetros por semana. Que dependiendo si quieres correr el maratón en menos de 3 horas o en más de 3 horas, tendrás un tipo de entrenamiento distinto, orientado a la potencia o a la resistencia.

Así, entre muchas otras indicaciones, me dejó claro que correr para llegar a la meta es todo un arte. Y yo, que ya tenía en mente este artículo, pensaba: “Cuánto esfuerzo y cuánto trabajo, para llegar a una meta”.

Y nosotros, que somos cristianos, tenemos que pasar nuestra vida así, buscando la Santidad como quién corre un maratón: Pensando en la meta. Dirigiendo todas las acciones de nuestra vida, como quién dirige su entrenamiento para un maratón.

Ser cristiano y no buscar la Santidad es como empezar un maratón y correr hacia cualquier lado. La imagen es ridícula, hasta de dibujos animados: Todos empiezan a correr hacia adelante, y un pringado corre hacia la dirección contraria. Nosotros no podemos ser así. Nosotros tenemos que correr hacia adelante.

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Ser un suplente más

Para ir cerrando y retomando a la selección Argentina, una imagen que me llamó siempre la atención fue la de los jugadores convocados que casi no jugaron. Los porteros suplentes y algún otro como Foyth o Thiago Almada. Me pareció muy curioso como levantaron la copa con el mismo entusiasmo que los protagonistas, como Paredes, De Paul o Enzo Fernández.

No tengo absolutamente nada en contra de Armani o Rull, pero su rol como suplente me sirve para ilustrar este ejemplo: Tú que lees esto, no estás llamado a levantar la copa como un suplente más. Tú no estás llamado a mirar desde la grada. No estás llamado a alentar al que sí es protagonista.

En la lucha por la Santidad, tú estás llamado a ser titular indiscutible. Estás llamado a brillar como brilló Messi, porque Dios te llama a ti. Dios quiere que tú seas Santo. No quiere que te quedes sentado esperando tu momento. Quiere que construyas ese momento y que seas protagonista de la historia de la Santidad, y que seas ejemplo vivo de alguien que vive amando a Cristo con locura.

Espero que estas ideas te motiven a realmente querer ser Santo, y te digo con total seguridad, que no hay nada más grande, ni lucha más valiosa.

 


Escrito por

Daniel Urdaneta

Venezolano vive Buenos Aires. Estudia Comunicación Publicitaria en la U.Católica.

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