Desde el lugar y los objetos que se utilizan (altar, ornamentos, vasos sagrados) hasta el significado detrás de algunas palabras y gestos que el sacerdote realiza, entre otras cosas más...
Todo para que puedas conocer y prepararte mejor a asistir, y comprender más, el gran Sacrifico de Amor que el Hijo ofrece al Padre, por la acción del Espíritu Santo en cada Misa.La Sagrada Escritura será como una carta escrita, con mucho cariño, por Dios para cada uno de nosotros… ¿Quién será la persona que mejor la entienda? La que más conoce al autor; quien le tiene más cariño a Dios… De manera sencilla podrás profundizar en lo que sucede en este Milagro de Amor. Para vivir cada una de las Misas con más devoción, serás testigo propio, de cómo cada vez que asistes te transforma.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. (Jn 6,54-56)
En la Sacristía
Es aquí donde el sacerdote, o presbítero, se prepara para celebrarla. Empieza revistiéndose con los ornamentos, o vestimenta, mientras recita algunas oraciones que le preparan para este magno acontecimiento. Y…¿Cuáles son esos trajes? Aquí veremos los detalles…
Harás para Aarón, tu hermano, vestiduras sagradas, que le den majestad y esplendor. Hablarás tú con todos los artesanos hábiles a quienes he llenado de espíritu de sabiduría; ellos harán las vestiduras de Aarón para que sea consagrado sacerdote mío. (Ex 28, 2-3)
Los soldados, después de crucificar a Jesús, tomaron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y aparte la túnica; pues la túnica no tenía costuras, estaba toda ella tejida de arriba abajo. (Jn 19,23)
Antes de comenzar La Misa
El sacerdote saluda al personaje principal: Jesús. Para ello, le da un beso al Altar.
¿Por qué el sacerdote besa el Altar? ¿Qué representa el Altar?
Jesús es tu amigo. —El Amigo. —Con corazón de carne, como el tuyo. —Con ojos, de mirar amabilísimo, que lloraron por Lázaro… Y tanto como a Lázaro, te quiere a tii. (Camino 422) Jesús, fijando en él su mirada, se prendó de él (Mc 10,21)
Historia de Humberto
La historia de Humberto y como su sacrificio nos puede enseñar el gran sentido, que tiene la Santa Misa y el «dar gracias y pedir perdón por nuestros pecados»
“Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.” (San Jerónimo)
Llegó a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró en la sinagoga el sábado, y se levantó para leer. (Lc 4,16)
Atender a las lecturas de la Santa Misa, es atender a las palabras que Jesús, en los distintos evangelios, es conocerle y abrirnos a sus enseñanzas.
Las lecturas que se leen en Misa. En ellas recordamos todas las escenas de la Biblia. Es muy importante saber escucharlas, porque no solo nos informan, sino que nos transforman.
La Homilia
Vivir las Escrituras en nuestra vida. Jesús en la sinagoga e incluso los apóstoles comentaban las Escrituras.
“Unos por otros y Dios por todos” (Dicho popular)
Cuando estábamos reunidos para la fracción del pan, Pablo, que debía partir al día siguiente, hablaba a los discípulos, y su discurso se prolongó (…) Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en el borde de la ventana; un profundo sueño le iba dominando a medida que Pablo alargaba su discurso. (Hch 20,7-9)
Liturgia Eucarística
La parte más importante de la Santa Misa. El sacerdote “sube” al altar para acercarnos a Dios y ofrecer nuestras acciones.
«Oren hermanos para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios Padre Todopoderoso». (Misal Romano)
«El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? Jesús respondió: Vayan a la ciudad, a casa de tal persona, y comuníquenle: El Maestro dice: mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos. Los discípulos hicieron como les había mandado Jesús y prepararon la Pascua». (Mt 26, 17-19)
Plegaría Eucarística
—Ya te vi —te creías solo en la capilla episcopal— poner en cada cáliz y en cada patena, recién consagrados, un beso: para que se lo encuentre El, cuando por primera vez «baje» a esos vasos eucarísticos. (Camino 438)
Vi un trono en el cielo y alguien sentado en el trono. (…) En medio del trono y alrededor de él hay cuatro seres vivos (…) y, sin descanso, día y noche dicen: Santo, santo, santo es el Señor, el Dios Todopoderoso, el que era, el que es, el que ha de venir. (Ap 4, 2.6.8)
Rito de la Comunión y Rito de la Paz
Se empieza con una oración de «atrevimiento»… Esto dado a que usamos las mismas palabras de Jesús.
«Domine, doce nos orare» —¡Señor, enséñanos a orar! —Y el Señor respondió: cuando os pongáis a orar, habéis de decir: «Pater noster, qui es in cœlis…» — Padre nuestro, que estás en los cielos… ¡Cómo no hemos de tener en mucho la oración vocal! (Camino 84)
«No soy digno que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará» (Mt 8, 8)
La Comunión
Es una de las partes finales de la misa, y la más importante, porque es en este momento donde nos encontramos y nos unimos a Dios.
Reflexión
Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores. —Está escondido en el Pan. Se humilló hasta esos extremos por amor a ti. (Camino 538)
Le traen un sordo y mudo, y le ruegan que le imponga su mano. Y apartándolo de la muchedumbre, metió los dedos en sus orejas, y con saliva tocó su lengua; y mirando al cielo, dio un suspiro, y le dice: Effetha, que significa: ábrete. (Mc 7, 32-34)
Propósitos
- No te despistes en la cola que tengas que hacer para comulgar.¡Reza!
- Aprovecha ese momento de intimidad y de unión con Dios.¡Agradece, pide perdón por cualquier falta y pide mucho!
- Haz conciencia de tu dicha y alégrate mucho. ¡Sonríe!
- Conversa en estos minutos de comunión con Dios. ¡Ríete y hazle reír!
Sembrador de paz
Comienza la parte final de la Misa, pero por supuesto, no menos importante. El Padre Federico nos enseña de dónde viene la palabra Misa y la importancia de ser sembradores de paz.
REFLEXIÓN SEMBRADORES DE PAZ:
«Dominus dabit benignitatem suam et terra nostra dabit fructum suum» —el Señor dará su bendición, y nuestra tierra producirá su fruto. —Sí, esa bendición es el origen de todo buen fruto, el clima necesario para que en nuestro mundo podamos cultivar santos, hombres y mujeres de Dios. «Dominus dabit benignitatem» —el Señor dará su bendición. —Pero, fíjate bien, a continuación señala que Él espera nuestro fruto —el tuyo, el mío—, y no un fruto raquítico, desmedrado, porque no hayamos sabido entregarnos; lo espera abundante, porque nos colma de bendiciones».(Forja 971)
Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo. (Lucas 24, 51- 53)
Jesús les dijo otra vez: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, también los envío yo”. (Juan 20, 21)
Parte final
En esta parte se ponen las últimas piedras y se dan las palabras de despedida. Acabamos de comulgar y por ende, estamos recogidos en oración. Acabamos con un «gran final».
Reflexión
«¡Señor!, le asegurabas, me gusta ser agradecido; quiero serlo siempre con todos. —Pues, mira: no eres una piedra…, ni un alcornoque…, ni un mulo. No perteneces a esos seres, que cumplen su fin aquí abajo. Y esto, porque Dios quiso hacerte hombre o mujer —hijo suyo—…, y te ama «in caritate perpetua» —con amor eterno. —¿Te gusta ser agradecido?: ¿vas a hacer una excepción con el Señor? —Procura que tu hacimiento de gracias, diario, salga impetuoso de tu corazón». (Forja 866)
«El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.»(Jn 6,54-56)
Propósito
- Procura buscar una oración que te guste y llévala contigo, ya sea en el móvil (celular) o impresa y léela despacio.
- Aprovecha al final de la misa agradecer, pedir con palabras propias. No tengas miedo, sé muy creativo.
- Quédate guardando un tiempo prudente, ofrece una postura de recogimiento, erguida pero cómoda, que represente un esfuerzo extra que puedas ofrecer.
- No permitas que tu mente se aleje de este privilegiado lugar. Y, si se va… no importa, hazla pronto regresar.
- Aprovecha a tener una plática amena con Dios. Ríe y «hazle reír». ¡No hay mayor placer que reír con quien se ama!