Icono del sitio Hablar con Jesús

Un concierto para los sordos

digno

Se caracteriza por ser una marca inclusiva, aventurera y que no quiere dejar a nadie por fuera. Y en 2016 lanzaron una campaña titulada: A concert for the Deaf (Un concierto para los sordos)”. Te aconsejo especialmente que mires el video de caso antes de continuar leyendo el artículo.

Los músicos grandes, como Martin Garrix, suelen tener asesores comerciales que aconsejan qué estilo de música conviene producir en base a los intereses de la audiencia. Hacen extensos estudios de mercado y comportamiento para entender las conductas de los oyentes.

No entra en la cabeza de ningún mercadólogo asesorar a un músico para que produzca música para sordos. No tiene sentido. Un sordo no puede oír. Es un producto que no es para ellos.

Sin embargo, 7up tomó la delantera y se preguntó: ¿Por qué los sordos no pueden disfrutar de la música?

Si ya viste el video, seguí leyendo. Pero realmente insisto, sin ver el video de caso, y las emociones que esto generó, el artículo pierde un poco el sentido.

¿Viste las caras de estas personas al final del video? ¿Y escuchaste las palabras de Martin Garrix? A mí personalmente se me pararon los pelos viendo este video, me pareció una genialidad.

Esta publicidad me impresionó realmente, porque vi como un músico no deja por fuera a nadie, ni siquiera a los sordos. Y esto de no dejar por fuera a nadie, creo que es muy importante para nosotros como cristianos.

Ya hemos visto cómo aún siendo sordo se puede disfrutar de la música. Ser sordo, aunque debe ser muy difícil, no debe ser la peor experiencia que un cristiano puede tener, o la peor actitud que puede asumir.

Los cristianos tenemos que evitar ser sordos espirituales. No podemos dejar a nadie por fuera. Así como Martin Garrix incluyó a los sordos, nosotros tenemos que incluirnos a todos. Ninguna vida vale más que otra, ningún testimonio es menos valioso que otro, y ningún alma es menos digna.

El fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá, insistía mucho en esto en los inicios de su apostolado. Una frase icónica, que además dejó escrita en el punto 138 de su libro “Surco”, es: de cien almas nos interesan las cien.”

Este hombre es un santo de la Iglesia Católica, por lo que de algún modo, muchas de sus enseñanzas fueron canonizadas con él. Por tanto, si él insiste en que interesan cien de cien almas, no es poca cosa.

A veces podemos caer en la tentación de decir: “Bueno este es caso perdido, lo que me cuente no es importante. Este otro no vale la pena. Este sí que reza, así que voy a prestarle atención”. ¡Pero no es la idea! No es lo que Dios quiere para nosotros.

El Señor quiere que nuestros oídos espirituales estén abiertos para todas las personas que tenemos a nuestro alrededor (y del mundo me animo a decir). Incluso Él mismo nos lo dijo:

Jesús les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda la creatura». (Mc 16, 9-15).

Tenemos que estar atentos a todos, ser realmente apóstoles, tener grandes oídos. Y para ello, propongo dos consejos que quizás pueden servirte en este propósito:

El vaso que rebasa

He escuchado alguna vez quien dice que nuestra alma es como un vaso, y cada vez que rezamos (hacemos oración, rezamos el rosario, vamos a misa) ese vaso se va llenando. Hasta que en un punto, ese vaso está completamente lleno, pero como seguimos rezando, se rebasa y salpica sobre los demás, empapándolos de amor de Dios.

Es la imagen de apostolado más gráfica y útil que alguna vez escuché. Porque la realidad es que nadie da lo que no tiene, y si nosotros queremos acercar al Señor a todas las almas, nosotros tenemos que ser quien más cerca esté. No es válido intentar acercar a alguien al Señor, cuando nosotros rezamos cada tanto y no estamos profundamente enamorados. A Cristo hay que entregarle todo por Amor, y después, intentar que los demás lo hagan.

Muy en tercer lugar, acción

Otra frase que he escuchado mucho es: “Predicá el evangelio todo el tiempo. Y cuando sea necesario, usa palabras”.

Hay personas que la única Biblia que van a leer en su vida probablemente sea nuestro testimonio personal. He conocido gente que no conocen a una sola persona que vaya a misa los domingos, y que se han quedado pálidas cuando les digo que yo voy entre semana también.

Siguiendo esto de ser un vaso que rebasa, algo que a san Josemaría le gustaba decir era: “Primero, oración; después, expiación; en tercer lugar, muy en «tercer lugar», acción.”

Porque Dios es el centro lógicamente, y si queremos que alguien se acerque al Señor, y podamos escucharlo espiritualmente como Dios quiere que lo hagamos, tenemos que estar antes muy llenos de Él.

Y con expiación se refiere a ofrecer algo por estas personas. Algún favor que te pidan y cueste, un día de trabajo de mucho cansancio, o alguna contrariedad del día a día.

Pero sobre todo tomar en cuenta que, antes de actuar, que esté Dios siempre. Que le pidamos realmente al Señor tener grandes oídos espirituales, y que luego, podamos actuar como tal, con Dios en el centro de nuestras vidas.

Y sobre todo que pensemos siempre en esto, de cien almas interesan las cien. Si a un músico le interesan los sordos para un concierto, nosotros no podemos permitirnos ser sordos espirituales.

 

 

Salir de la versión móvil