¿Has caído en cuenta de todas las gracias que has recibido para ser quien eres? ¿has notado Quién ha hecho eso posible?; porque este mundo con sus distracciones a veces nos pone una venda en los ojos, siempre y cuando se lo permitamos, lo que nos impide encontrar y toparnos con la Verdad, con la grandeza para la que hemos sido creados.
“Ya que Él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos…” (Ef 1, 4).
Los seres humanos somos criaturas relacionales que vivimos en comunión, en común unión los unos con los otros. Nos necesitamos para seguir creciendo interiormente. Muchas veces nuestro activismo nos da la excusa perfecta para evitar reflexionar sobre lo trascendente de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por lo superfluo, por las nuevas ideologías, pero te cuento algo… siempre nos viene bien la Navidad para que nos sumerjamos en lo verdaderamente relevante. Aquello que nos llevará a poner en el centro de nuestra vida lo que realmente importa: Jesús y nuestra lucha diaria por alcanzar la santidad, anhelos que han sido puestos en nuestro corazón, porque hemos sido creados y pensados para la eternidad.
Tres dimensiones
Somos seres bio-psico-espirituales, estas tres dimensiones están completamente interrelacionadas, son inseparables y hacen de nosotros algo único; por lo que no podemos dedicarnos exclusivamente a fortalecer tan solo una de ellas.
Si te enfocas solamente en tu parte corporal, descuidarás el crecimiento de tu parte intelectual, y tu mente no se desarrollará tanto como podría. Lo mismo sucede si dejas de lado tu dimensión espiritual, te desconectarás de los valores que nos elevan, como el amor, la libertad y la trascendencia.
También podría ser que te das tanto a los demás que te olvidas de cuidar de ti mismo. Esto le sucede a un amigo que le presta atención a su parte psico-espiritual por ayudar a otros, pero no le da mucho tiempo al cuidado de su cuerpo, es decir a mejorar su estado físico. Al día de hoy ya siente algunas molestias que en ocasiones le impiden darlo todo. Por eso el mes pasado, mientras festejamos su cumpleaños, le hicimos este pequeño recordatorio amigable para motivarlo a cuidarse, con la idea de que cuando sea mayor en edad pueda seguir exprimiéndose como un limón por ayudar a otros. Te comparto la foto del detalle.
En resumidas cuentas somos: cuerpo, mente y alma, ¡todo junto! En realidad lo entendemos mejor si vemos cómo estas dimensiones actúan en una situación concreta. Por ejemplo, si una persona enfrenta una enfermedad le afecta en lo físico: sentirá dolor, cansancio o debilidad; en lo psicológico: puede experimentar niebla mental, ansiedad o incluso depresión; y en lo espiritual: vemos que a pesar de todo el sufrimiento puede encontrar esperanza al acompañar a otros que se encuentren en similares circunstancias y hallar en ello un propósito más profundo en su experiencia.
La enseñanza católica enfatiza que el cuerpo, la mente y el alma no son entidades separadas, sino que interactúan de manera dinámica. La salud del cuerpo puede influir en el bienestar del alma y viceversa. Por ejemplo, el cuidado del cuerpo a través de la alimentación, el ejercicio y la salud física es visto como un deber moral, ya que el cuerpo es un don de Dios que debe ser respetado y cuidado. Asimismo, el desarrollo de la mente a través del estudio y la reflexión es esencial para el crecimiento espiritual y moral, permitiendo al individuo vivir plenamente su vocación de hijo de Dios.
Si bien debemos buscar un equilibrio por medio de la integración de las dimensiones, es el espíritu el que tiene primacía sobre el cuerpo y la mente, porque es donde reside la capacidad de amar, trascender y elegir la libertad interior.
Edith Stein, en una de sus obras, argumenta que la verdadera esencia del ser humano se encuentra en su capacidad de relacionarse con Dios y en su búsqueda de la Verdad y el amor, lo que implica un reconocimiento de su dimensión espiritual por encima de las limitaciones físicas y mentales.
En la medida en que nos conozcamos y lo dialoguemos con Jesús, podremos descubrir el para qué estamos en este mundo. Todos tenemos una misión durante nuestro paso por esta tierra y un tiempo para desarrollarnos desplegando todo nuestro potencial de acuerdo a Su mirada.
Reto 2025
Con el ánimo de ‘pincharte’ un poco más este 2025, en buena onda por supuesto, te desafío a incomodarte sanamente para avanzar hacia una transformación personal trabajando en todas tus dimensiones: el cuerpo, la psiquis y el espíritu; pues es un buen momento del año para revisar tu propia vida.
Como esa pereza que te impide levantarte o llegar a tiempo para cumplir con tus responsabilidades o hacer el ejercicio que debes para mantener tu buena salud; darle la vuelta a ese mal genio que te gana y llegas a malhumorar a otros en tu hogar o en los ambientes en los que te toca estar; esa falta de tacto o prudencia que te impide querer mejor; ese egoísmo que te imposibilita ver las necesidades de los demás; esos pensamientos que no van y permites que se alojen en ti generando malos entendidos; ese vicio que te impide amar a quienes te rodean; ese estudio o trabajo mal hecho que no vale la pena ofrecerlo a Dios… y así puedes armar tu lista personal.
Hoy te invito a mirar con buenos ojos todo aquello que puedes convertir en algo bueno dentro de ti.
Proponte metas claras que involucren:
- cuerpo: cuida tu nutrición, tu descanso, estado físico;
- mente: trabaja tu autoconocimiento y la gestión de tus emociones, amuebla tu mente con lecturas de autores clásicos y contemporáneos;
- espíritu: busca un director espiritual, profundiza con lecturas de autores católicos, date tiempo para tu oración y vive en gratitud.
Da pequeños pasos cada día para alcanzarlas. Vamos juntos con este desafío en este nuevo año.
Una foto panorámica
Ahora imagina conmigo a un burrito labrando la tierra y lo que él puede ver. Luego imagina a Dios desde el Cielo viendo lo labrado a diario. Si el ‘burrito’ eres tú, podrás tener una posible mirada panorámica de lo que pueden llegar a ser todas tus obras, aunque será Dios quien te las muestre una vez que estés en el Cielo.
En este desafío eres el protagonista principal de tu desarrollo. Transformar tus áreas de mejora en cada una de las dimensiones no es un trabajo fácil, muchas veces te costará y dolerá. Pero es lo mínimo que te corresponde hacer frente a un Jesús que ha dado la vida por ti. No basta solamente con seguirlo o ser un simple espectador, debes darlo todo en esta vida para hacerte santo y ganarte el Cielo. Porque como dice san Lucas: “Y todo hombre verá la salvación de Dios” (Lc 3, 6).
Lo más bonito es comprender que la transformación interior no se detiene en ti, al contrario, su impacto tiene un efecto dominó, pues ilumina vidas a tu alrededor. Lo que siembres con esfuerzo, dará frutos aquí y en la eternidad.
Con cada paso hacia la santidad, te acercas a Dios y abres camino para que otros también lo hagan. Por eso no se trata de un reto solitario, sino de uno más bien comunitario. Siendo un ‘burrito’ que labra la tierra, descubrirás que en la panorámica divina tus obras cobran un sentido en el Plan de Salvación de Dios. ¡¡Nos vemos en el Cielo!!
p.d.: te leo en los comentarios.
Excelente artículo y excelente reto!! Buena guía para autoevaluarse en las 3 dimensiones. Como siempre súper acertada!!
Nos vamos con este reto José Gustavo!! 2025 imparables ; )
Wooow! qué lindo cuando alguien pone en palabras verdades tan profundas, de una manera tan clara . Gracias Pame!
De nada Juan Manuel! gracias a ti por tu aporte en este mundo, es super valioso y necesario ; )
Wooow! qué lindo cuando alguien pone en palabras verdades tan profundas, de una manera tan clara . Gracias Pame!
De nada Juan Manuel! gracias a ti por tu aporte en este mundo, es super valioso y necesario ; )
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Nos vamos con este reto José Gustavo!! 2025 imparables ; )