Icono del sitio Hablar con Jesús

Cristo Rey, Un Reinado Que Comienza En Tu Corazón

En el último domingo del año litúrgico se celebra la Solemnidad de Cristo Rey. Cristo, Rey de santidad y de gracia; Rey de justicia, de amor y de paz.

Desde nuestra pequeñez humana, somos propensos a imaginar a Cristo Rey como un ser portentoso. Esta preconcepción difiere profundamente de lo que significa realmente para el creyente el Reinado Universal de Jesucristo

El Reinado de Cristo

El Papa Benedicto nos explica el reino de Cristo así :

“Jesús habla de rey, de reino, pero no se refiere al dominio, sino a la verdad. Pilato no comprende: ¿Puede existir un poder que no se obtenga con medios humanos? ¿Un poder que no responda a la lógica del dominio y la fuerza? Jesús ha venido para revelar y traer una nueva realeza, la de Dios;” que es una realeza que valora actitudes que dan “testimonio de la verdad de un Dios que es amor (cf. 1Jn 4,8-16) y que quiere establecer un reino de justicia, de amor y de paz (cf. Prefacio). Quién está abierto al amor, escucha este testimonio y lo acepta con fe, para entrar en el reino de Dios.” Benedicto XVI, Solemnidad de Cristo Rey del universo Domingo 25 de noviembre de 2012.

Cómo decía San Josemaría en una homilía el año 70 un Rey con corazón de carne, como el nuestro; que es autor del universo y de cada una de las criaturas, y que no se impone dominando: mendiga un poco de amor, mostrándonos, en silencio, sus manos llagadas.” Que importante son el silencio y la humildad para un discípulo que quiere pertenecer al Reino.

El Reinado de Cristo, que nos recuerda la Fiesta de Cristo Rey rompe con todo los esquemas. No es un acontecimiento que se haga presente a través de grandes milagros o señales,por el contrario, germina en el corazón de los pobres de espíritu (cfr. Mateo 5, 3), sopla como la suave brisa (cfr. 1 Reyes 19, 12) y se lleva en vasijas de barro (2 Corintios 4, 7). Y tú,

¿participas de este Reino?,

¿valoras la paz, el servicio, la fe, la humildad como llaves para entrar en el reino del que Cristo es Rey?


¿Por qué tantos ignoran a Cristo Rey?

Todavía se puede oír el siguiente reclamo “no queremos que éste reine sobre nosotros” Así es, muchos se enfrentan con Jesucristo pero no lo conocen, ni han visto la belleza de su rostro, ni saben la maravilla de su doctrina. 

Muchos no soportan a “Cristo Rey” y, “se oponen a Él de mil formas: en los diseños generales del mundo y de la convivencia humana; en las costumbres, en la ciencia, en el arte. ¡Hasta en la misma vida de la Iglesia! Yo no hablo —escribe S. Agustín— de los malvados que blasfeman de Cristo. Son raros, en efecto, los que lo blasfeman con la lengua, pero son muchos los que lo blasfeman con la propia conducta”, predica San Josemaría en su Homilía del 22 de noviembre de 1970.

Y yo, ¿Qué puedo hacer ante esta triste realidad? Rezar, pedir perdón por los que lo ofenden y repetir en mi corazón de forma constante ¡Viva Cristo Rey! O, oportet illum regnare!, conviene que Él reine. Así nos lo aconseja la madre de Cristo en sus múltiples apariciones.

Un propósito para Cristo Rey.

Para terminar, les quiero dejar unas líneas del Fundador del Opus Dei que pueden ayudar a concretar un propósito para esta importante Fiesta de Cristo Rey.

“El Señor me ha empujado a repetir, desde hace mucho tiempo, un grito callado: serviam!, serviré. Que Él nos aumente esos afanes de entrega, de fidelidad a su divina llamada —con naturalidad, sin aparato, sin ruido—, en medio de la calle. Démosle gracias desde el fondo del corazón. Dirijámosle una oración de súbditos, ¡de hijos!, y la lengua y el paladar se nos llenarán de leche y de miel, nos sabrá a panal tratar del Reino de Dios, que es un Reino de libertad, de la libertad que Él nos ganó.

Verdad y justicia; paz y gozo en el Espíritu Santo. Ese es el reino de Cristo: la acción divina que salva a los hombres y que culminará cuando la historia acabe, y el Señor, que se sienta en lo más alto del paraíso, venga a juzgar definitivamente a los hombres.

Cristo Rey quiere morar en lo pequeño, en el silencio, como la semilla que crece en tierra buena, en la vida de aquél que no aspira a nada más que a su Señor, en la humildad de un pesebre, en el amor desbordado en la Cruz que nos sana y nos redime; su Reino crece desde dentro hacia fuera y no escatima en entregarse, no es un evento lejano, pues ya está entre nosotros (cfr. Lucas 17, 21). 

¿Está tu corazón preparado para hacer a otros partícipes del Reinado universal de Jesucristo?
Salir de la versión móvil