Todos recibimos el don del Espíritu Santo en el momento en que somos bautizados. Significa que, si lo deseamos y lo invitamos a nuestras vidas, Él será nuestro compañero de viaje.
El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Son tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Cuando Jesús se despide de sus discípulos les ordena bautizar a la gente “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Con esto da igual importancia a las tres personas.
Por lo tanto, el PARÁCLITO es un intercesor que siempre está presente en el alma del que cree y ama a Dios.
El apóstol Pablo afirma que nosotros recibimos al Espíritu Santo en el momento que creemos en Cristo como nuestro Salvador. “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. (1 Co 12, 13)
Quiere decir, que el Espíritu Santo será el que nos guíe a la hora de tomar decisiones y nos protegerá del peligro físico y espiritual. Nos hablará mediante las Escrituras, los profetas, la Iglesia y los fenómenos naturales.
ANUNCIO DE LA LLEGADA DEL ESPÍRITU SANTO
La venida del Espíritu Santo fue anunciada tres veces en la Sagrada Escritura:
Por Juan Bautista: “Yo os bautizo en agua para que arrepintáis, pero el que viene detrás de mí … Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego…”< (Mt.3,11)
Por Jesucristo en la Última Cena: “pero el defensor, el Espíritu Santo, el que el Padre enviará en mi nombre, Él os lo enseñará todo y os recordará todo lo que os he dicho”. (Jn 14,26)
Antes de la Ascensión. Jesús anunció: “porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días”. (Hch 1,5-8)
EL ESPÍRITU SANTO ANTES DE PENTECOSTÉS
La Sagrada Biblia narra que antes de Pentecostés el Espíritu Santo llegó a personas exclusivas:
En Lucas 1, 15, leemos: “porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licores y estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre”.
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- El ángel le dijo a la Virgen María: “El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño que nazca será santo y se le llamará Hijo de Dios”. (Lc 1, 35)
- San Lucas dice: “Cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo”. (Lc 1, 41 -42)
- En Lucas 2, 25 se lee que: “Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la liberación de Israel: el Espíritu Santo estaba en él”.
- El domingo de Resurrección Jesús se aparece a sus discípulos: “Después, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. (J, 20-22)
LOS FRUTOS Y DONES DEL ESPÍRITU SANTO COMO ALIMENTO DEL ALMA
Los frutos del Espíritu Santo son el alimento del alma, con una buena actitud y humildad podremos gozar de ellos. Estos nos repartirán: luz, nos concederá valor para dar testimonio, nos instruirá en la verdad, El Espíritu Santo nos convencerá del pecado y nos gratificará con ánimo para combatirlo, nos dará consuelo, nos llenará del amor de Dios y del prójimo, nos pondrá en buenas relaciones con Dios y nos repartirá sus dones.
Estos dones son entregados al hombre con la intención de que se usen con responsabilidad, olvidándose de sí mismo y poniéndolos al servicio de los demás.
Estos son: el don de sabiduría, el don de fortaleza, el don de consejo, don de piedad, de entendimiento, de ciencia y el don de temor a Dios.
La Iglesia nos brinda los medios más sencillos para recibir la gracia del Espíritu Santo: la oración, leer la Sagrada Escritura, tratar de vivir en la gracia de Dios, gran devoción a la Virgen María, agradecer sus beneficios.
Ver sus resultados.
El Espíritu divino nos dará la verdad, Él es quien nos inspira, es quien ha guiado a tantos genios en la música, la política, las ciencias etc. Solo por dar un ejemplo, podemos mencionar a Georg Friedrich Händel quien logró su éxito como compositor de óperas y música de cámara, pero la gente perdió el interés en las óperas representadas en alemán o italiano, preferían representaciones teatrales cómicas.
Su lucha por mantener lejos a los acreedores lo hacía trabajar más hasta agotar sus capacidades físicas lo que le provocó un derrame cerebral. El médico le dijo al secretario de Händel: “Tal vez hayamos salvado al hombre, pero el músico se ha perdido para siempre. Me da la impresión de que su cerebro ha sufrido lesiones permanentes”.
Händel venció el diagnóstico y recobró sus fuerzas físicas. Puso a prueba su capacidad de tocar el órgano en una catedral y con gran entusiasmo exclamó: “He vuelto del hades”.
Sus obras no fueron bien recibidas, pero sí el acoso de los acreedores. Y comenzó a preguntarse: “¿Por qué me permitiría Dios resucitar sólo para dejar que el prójimo me vuelva a enterrar?” En abril de 1741 presentó un concierto como despedida.
Dios me ha visitado
Una tarde de agosto del mismo año, se encontró con el poeta y colaborador Charles Jennens quien le entregó un manuscrito que contenía abundantes citas de las Escrituras, especialmente de Isaías, que predecían el nacimiento de Jesucristo. Händel comenzó a leer con atención el texto.
“Consolador”, primera palabra que llamó su atención al iniciar la lectura y que le ayudó a disipar su depresión y motivarlo a seguir leyendo. Las notas comenzaron a surgir en su mente más rápido de lo que podía trazarlas en el papel y surge así, El Mesías , que compuso en tres semanas. Cuando terminó, con humildad dijo: “Dios me ha visitado”.
Con la primera presentación y las futuras, Händel determinó que las ganancias fueran donadas a los presos, a los huérfanos y a los enfermos. “Yo mismo he estado muy enfermo y ahora estoy curado”. “Estuve preso, y ahora estoy en libertad”.
Debemos saber identificar nuestra fuente de inspiración y nunca menospreciar el poder de la Palabra. Tener claro que existe un poder en la Palabra de Dios.
Ser sensibles a la inspiración de lo alto y reconocer que Dios nos visita cada vez que hacemos una buena obra.
Aprovechemos que se acerca la conmemoración de Pentecostés y pidamos que la misericordia de Dios descienda por medio del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros, así como descendió sobre los Apóstoles. Recuerda que sin fe es imposible agradar a Dios.
Dios es maravilloso pone ángeles como usted para hablarnos.
Sus palabras son como bálsamo para el alma.
Dios la bendiga grandemente.
Dios es maravilloso pone ángeles como usted para hablarnos.
Sus palabras son como bálsamo para el alma.
Dios la bendiga grandemente.