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Cristina Balart

Periodista, Universidad de Los Andes, Chile. Community Manager Cami Junts. Comunicaciones. Diplomada en Prevención de Crisis Institucionales

4 min

Fiesta de san José

San José era un hombre como tú y yo. Con pecado original y todas las limitaciones que tenemos por nuestra propia naturaleza. Pero tan enamorado de María, que supo dejarse contagiar por la disponibilidad de nuestra Madre.

Aunque pensemos que sabemos todo sobre san José, el padre adoptivo de Jesús tiene una personalidad inagotable para meditar sobre ella.

Llamado por Dios para cuidar de María y Jesús, este hombre joven, decidido y enamorado dejó una huella durante sus años terrenos por la que podemos caminar para ir al encuentro del Señor.

San José, un joven enamorado

Todo partió por su amor esponsal hacia María. Amándola con un amor noble, heroico y bueno, san José decidió unir su destino al de la Virgen para concluir el plan de salvación de Dios recibiendo al Niño Jesús en su casa.

Su corazón anhelaba todo lo bueno que veía en María: belleza, bondad, servicio, justicia, compasión. Su alma vibraba ante lo valioso que veía en esta joven de su pueblo.

Esta disposición del alma de san José nos puede llevar a reflexionar sobre los motivos que mueven nuestro corazón. Está escrito “Dónde está tu tesoro, ahí está tu corazón”, ¿cuál es nuestro tesoro en la tierra? ¿Nuestra familia? ¿Nuestra vocación? ¿Nuestro trabajo? ¿Nuestros bienes materiales? ¿Qué admiramos de los demás?

Tu respuesta, podrá ayudarte a meditar sobre lo que encuentras valioso aquí en la tierra ¿coincide con lo que para Dios es precioso? Pregúntate ¿vale la pena? ¿Nuestras acciones respaldan lo que consideramos estimable: la familia, el matrimonio, el noviazgo, el trabajo, mi vida espiritual…?

San José nos puede impulsar a conocer más profundamente nuestra alma, para poder crecer en los valores que nos acercan a Dios y a corregir en aquellos que nos alejan de lo preciado para Dios y que a la larga… no nos va a hacer feliz.

san josé y Virgen María

San José y el don de la flexibilidad

Una de las características de una rama que se está secando es que se pone rígida. La rompes con las manos y se quiebra. Al contrario, una rama hidratada, con vida es aquella que se mueve hacia donde vaya el viento y si la deseamos romper hay que moverla muchas veces para cortarla.

Los vientos en la vida de san José fueron diversos. Acercándose su matrimonio, descubrió que su prometida tendría un hijo que salvaría a la humanidad entera. Flexible, recibió el don de la paternidad adoptiva con alegría; preparando con cariño el hogar y los enseres para el nacimiento de Jesús (cuna, mudador y una mecedora para que María amamantara al niño).

Debió partir hacia Belén con lo que cabía en un burro.  Flexible, sin malas caras, tomó a María, sus herramientas y cerró su casa sin saber que no volvería en muchos años.

Llegando a la ciudad de sus padres, Belén, no encontró pariente que los alojara. Flexible, se adaptó. San José acomodó, con todas las fuerzas de su hombría juvenil, una cueva como lugar para que el Señor naciera.

¿Alguien imagina a san José con una retahíla de quejas mirando al cielo?

Y así podemos continuar. San José fue protagonista de acontecimientos insólitos como la llegada de tres magos orientales que les dejaron incienso, oro y mirra y que él como jefe de familia humildemente aceptó o, que dos ancianos reconocieran a su pequeño como Hijo de Dios. Flexible, tuvo paciencia con todos y recibió sin orgullo lo que les regalaban pastores, reyes y amigos.

Durmiendo san José recibe la orden de partir apresuradamente hacia Egipto. Flexible, se levanta y levanta a su mujer partiendo ambos en medio de la noche como dos fugitivos asustados. Flexible, san José supo adaptarse a otra tierra y ganarse el pan entre extranjeros. Y una vez asentado…ser flexible para volver cuando Dios se lo hizo ver.

San José supo corresponder a todo lo que Dios le fue solicitando. Se adaptó, se acomodó, obedeció, se aclimató, se acostumbró… se transformó para vivir para Dios.

¿No es eso lo que tenemos que hacer todos? Transformarnos a través de las circunstancias con los instrumentos que Dios va poniendo en nuestro camino para poder vivir para Dios.

Sagrada Familia

San José maestro de la confianza en Dios

San José era un hombre como tú y yo. Con pecado original y todas las limitaciones que tenemos por nuestra propia naturaleza. Pero tan enamorado de María, que supo dejarse contagiar por la disponibilidad de nuestra Madre.

Para poder secundar los planes de Dios, debió olvidarse de sí. La vida de san José nos grita: ¡Confía en Dios! Que todo lo que sucede es para bien de los que aman al Señor. Sólo se puede vivir con esa flexibilidad, que no es otra cosa que estar disponibles para lo que Dios quiera, si tenemos confianza en el Señor.

Y Dios necesita de gente flexible, disponible, libre para su servicio. Si por el contrario, no nos adaptamos a lo que con confianza de Padre, Dios nos envía…nos rompemos.

¿Cómo andas tú de confianza en el Señor? ¿Sabes que los vuelcos inesperados son permitidos por Dios para tu bien? Profundiza reflexionando sobre aquello por lo que hoy sufres ¿Qué espera Dios de ti en esa circunstancia concreta? Pídele a san José en su día que te ayude a aceptar con alegría y generosidad las circunstancias nuevas por las que debas pasar. Especialmente en estos momentos de pandemia en que la incertidumbre es el pan de cada día.

San José ruega por nosotros, San José ruega por nosotros, San José ruega por nosotros.

 


Escrito por

Cristina Balart

Periodista, Universidad de Los Andes, Chile. Community Manager Cami Junts. Comunicaciones. Diplomada en Prevención de Crisis Institucionales

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