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Rezar con María (III): Hola, te invito a una romeria

BENDITA SEA TU PUREZA

Foto de Cathopic

HACIA ROMA LOS BOLETOS

La palabra romería es muy antigua. Proviene de romero, nombre que designa a los peregrinos que se dirigían a Roma. En general consiste en un viaje o peregrinación que se dirige a un santuario o ermita de la Virgen situado normalmente en un paraje campestre o de montaña. A veces no es necesario que sea todo un viaje, sino que el peregrinar dura un día o unas horas.

Desde el tercer siglo de nuestra era, los cristianos participaron en romerías para visitar las tumbas de los primeros mártires.  Durante el tiempo de las Cruzadas los romeros se dirigían hacia Tierra Santa o hacia lugares donde existía una fuerte devoción mariana. Más tarde estos lugares se convirtieron en sitios donde los peregrinos dejaban auténticos testimonios de piedad y devoción.

San Josemaría se conmovía con las manifestaciones multitudinarias de amor a la Virgen, pero siempre decía que tenía predilección por las romerías hechas individualmente o en grupos reducidos, quizá sólo de dos o tres personas.

«Respeto y amo esas otras manifestaciones públicas de piedad, pero personalmente prefiero intentar ofrecer a María el mismo cariño y el mismo entusiasmo, con visitas personales, o en pequeños grupos, con sabor de intimidad». (Es Cristo que pasa, 139)

ROMERÍA 2.0

Si has llegado con tu lectura hasta aquí, concluirás conmigo que una romería incluye 3 elementos:

  1. un viaje o traslado,
  2. un lugar donde se rece a la Virgen María
  3. y cariño o deseo de encariñarse con la Madre de Cristo.

Durante Mayo, mes que se le dedica a la Virgen, es un tiempo propicio para tener el detalle de realizar una romería a María. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente que para aumentar nuestro amor por nuestra Madre del Cielo, podemos encontrar un lugar cercano donde se venera una imagen de la Virgen. Una iglesia cercana, un santuario en nuestra ciudad o sencillamente la imagen de la Virgen que tengamos en nuestro jardín o en alguna plaza cercana puede servir de destino para acudir a rezar. (convengamos en que hoy es difìcil dedicar semanas a una peregrinación).

¿CÓMO HACER UNA ROMERÍA?

Si ya te has decidido a dar un paso en tu cariño a la Virgen, si ya has encontrado un lugar donde exista una imagen de la Madre de Dios a la que puedas acudir, ¿sabes cómo hacerlo? Muy fácil. Aquí te dejo lo que hacía san Josemaría.

Era rezar tres partes del rosario: una, en el camino de ida; otra —que solía ser la correspondiente al día de la semana, con las letanías—, en el santuario o ante la imagen de Nuestra Señora que había ido a visitar; y la tercera, en el camino de regreso.

Se pueden ofrecer a santa María pequeños sacrificios por las necesidades personales y de toda la Iglesia: hacer a pie al menos la última parte del trayecto; aceptar con alegría las incomodidades del camino o las inclemencias del tiempo (esto significa no quejarse); privarse del pequeño refrigerio que sería normal en un paseo, etc. Obviamente la puedes hacer en coche o si te queda la imagen más cerca, como a mí, a pie.

¿POR QUÉ IR DE ROMERÍA?

Simple. «Muchas conversiones, muchas decisiones de entrega al servicio de Dios han sido precedidas de un encuentro con María. Nuestra Señora ha fomentado los deseos de búsqueda, ha activado maternalmente las inquietudes del alma, ha hecho aspirar a un cambio, a una vida nueva» (Es Cristo que pasa, 149).

Por lo anterior, te animamos a ser un romero “acompañado”. Acude junto a amigos, parientes, compañeros de trabajo a rezarle a la Virgen estos rosarios por intenciones concretas porque… ¿Hay alguien que no necesite la intercesión de nuestra Señora en algún tema de su vida? o, en otras palabras, ¿existe alguna persona que tenga todo resuelto?

Siempre necesitamos de la ayuda de esta gran intercesora que nos dejó el mismo Jesùs, por lo que terminaré estas líneas esperando tu respuesta: ¡Te invito a una Romería!

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