El feminismo radical ha conseguido que muchos hombres, sin una clara comprensión de lo que significa ser hombre, no acepten su masculinidad. Algunos, faltos de referentes claros, pierden su vitalidad y propósito, sintiéndose desorientados.
La falta de un modelo auténtico puede llevar a algunos a la inhibición, las dependencias y la pérdida del sentido de la vida. La desconfianza en la masculinidad, alimentada tal vez por una narrativa muy agresiva que alimenta una visión negativa que la tacha de «tóxica», agrava aún más esta crisis.
Incluso, se propaga la idea a voz en grito de que «no necesitamos a los hombres». Este caudal erosiona el valor del hombre en la sociedad.
Ante esta realidad, debemos redescubrir el corazón del hombre, su poder y capacidad para el bien. Es necesario evidenciar las virtudes y cualidades que la masculinidad aporta al mundo.
Jesús, modelo de masculinidad auténtica
La figura de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, resulta atractiva para todos, pues nos ofrece un modelo de masculinidad auténtica, libre de estereotipos y prejuicios. En Él encontramos la integridad, la responsabilidad, la lealtad y la honestidad; virtudes que le permiten ser ejemplo para los demás.
Su liderazgo protector se manifiesta en su cuidado por quienes lo rodean, especialmente los más débiles y vulnerables. Jesús, como cabeza de cuerpo que es la Iglesia, guía y protege a sus discípulos, mostrando una masculinidad que no teme al servicio y la compasión.
Jesús, como hombre verdadero, encarnó virtudes propias de la masculinidad auténtica: fortaleza, valentía, liderazgo, compasión. Sin embargo, Él trascendió las limitaciones de roles del varón de su época, mostrando una masculinidad liberadora y redentora.
En Cristo, encontramos un modelo de masculinidad que no se basa en la dominación o el poder, sino en el servicio, el amor y la entrega a los demás. Su ejemplo nos invita a vivir nuestra masculinidad de forma plena y auténtica, en armonía con nuestra naturaleza creada y con la voluntad de Dios.
Ejemplo de vida
Son numerosos los ejemplos de Jesucristo donde se manifiesta como modelo de masculinidad:
Lavatorio de pies (Juan 13, 1-17): Jesús, a pesar de ser el Maestro, se humilla lavando los pies de sus discípulos, enseñándoles el verdadero significado del servicio y el liderazgo.
Multiplicación de los panes y los peces (Mateo 14, 13-21): Ante la necesidad de la multitud, Jesús toma la iniciativa, mostrando su capacidad de proveer y cuidar de aquellos que dependen de él.
Calmando la tempestad (Marcos 4, 35-41): Con autoridad y poder, Jesús calma la tormenta, protegiendo a sus discípulos del peligro y demostrando su liderazgo en momentos de crisis.
Defendiendo a la mujer adúltera (Juan 8, 1-11): Jesús se enfrenta a los fariseos, defendiendo a la mujer de la injusticia y mostrando compasión y misericordia.
Jesús no se aleja del problema, al contrario muestra su masculinidad al enfrentarse a fondo con las faltas de justicia cuando se hacen a los demás. El coraje moral de Jesús es admirable. Con fortaleza, valentía y determinación, enfrenta desafíos y adversidades, sin ceder ante el dolor o el miedo. Nos enseña a tomar decisiones difíciles y a defender lo que es justo, incluso cuando implica sacrificio.
Expulsión de los mercaderes del templo (Mateo 21, 12-13): Jesús, con valentía, confronta la corrupción en el templo, defendiendo la santidad del lugar y denunciando la injusticia.
Enfrentamiento con los fariseos (Mateo 23): Jesús no teme denunciar la hipocresía de los líderes religiosos, aún sabiendo que esto le traería consecuencias.
Pasión y muerte en la cruz (Mateo 27): Jesús enfrenta el sufrimiento y la muerte con valentía, manteniéndose fiel a su misión hasta el final.
La piedad de Jesús se refleja en su humildad y nobleza. Reconoce su dependencia de Dios y de los demás, y encuentra en ello un propósito que va más allá de sí mismo. Su vida es un ejemplo de servicio y entrega a los demás.
La castidad del Hijo del Hombre es un signo de su autodominio y pureza de intenciones. Sus relaciones se basan en el respeto y la dignidad, mostrando una masculinidad que no se deja llevar por los impulsos egoístas.
El respeto de Jesús hacia los demás es evidente en su capacidad de reconocer el valor de cada persona y comprender sus perspectivas. Construye relaciones auténticas, tratando a todos con dignidad y consideración.
La caballerosidad de Jesús se expresa en su servicio y sacrificio por los demás. Su gentileza y disposición a ayudar a quienes lo necesitan son un ejemplo para el hombre de hoy.
La masculinidad auténtica es emotiva
La masculinidad no reprime las emociones, sino que las integra en la vivencia plena de la persona. Como nos enseña la encíclica Dilexit Nos, Jesús, en su humanidad perfecta, nos muestra un modelo de cómo vivir esta integración.
Lejos de las expresiones superficiales o explosivas, Jesús manifiesta sus emociones con profundidad y autenticidad. Su amor por sus amigos, su compasión por los que sufren, su tristeza ante la muerte y el dolor, son ejemplos de cómo la masculinidad puede ser a la vez fuerte y sensible.
Recordemos cómo el Evangelio nos muestra a Jesús conmovido ante la necesidad de la multitud, llorando por la muerte de su amigo Lázaro, o lamentándose por la ciudad de Jerusalén. Estas expresiones de profunda emotividad no disminuyen su masculinidad, sino que la enriquecen y la hacen aún más auténtica.
En un mundo que necesita referentes masculinos positivos, Jesús se presenta como el modelo a seguir. Su masculinidad no se basa en la dominación o el poder, sino en el servicio, la compasión y la integridad.
La masculinidad de Jesús, reflejo de su amor y entrega, nos interpela y nos invita a seguir sus pasos. Acerquémonos a Él a través de la lectura del Evangelio, dejando que sus palabras penetren en nuestro corazón. En la oración y la contemplación de su vida, descubriremos la verdadera esencia de la masculinidad, un camino de servicio, compasión y entrega a los demás.
Que el encuentro con Jesús transforme nuestra vida y nos impulse a construir un mundo más humano y fraterno.
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