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Daniel Urdaneta

Venezolano de 19 años vive Buenos Aires. Estudia Comunicación Publicitaria en la U.Católica. Recibe formación cristiana desde hace 4 años.

5 min

¿La Oración Sirve Para Algo?

¿La oración sirve para algo? La verdad es que sí, para mucho. Pero a veces creemos que no sirve pues nos parece que su utilidad es otra…

La publicidad de la oración

Si algo le agradezco a Dios es que, hoy a mis 19 años, ya conseguí una de las cosas que más me apasionan: la comunicación. Estoy estudiando comunicación publicitaria precisamente porque me di cuenta que hay algo que me encanta en transmitir información. Me emociona mucho saber que el próximo semestre voy a cursar teoría de la comunicación (a pesar de que ya muchos me han advertido que es una materia muy pesada).

Otra cosa que realmente amo de mi carrera es el tema de la publicidad. El hecho de servir a la sociedad, ayudando a personas o empresas a vender sus servicios o productos, me encanta. Me parece una labor muy noble. Ayudar al kioskero a que su kiosco venda, al heladero a que su heladería venda, al pizzero a que su pizzería venda…no sé, me parece un trabajo muy hermoso. Sobre todo si el producto o servicio que ofrece es muy bueno.

pizza

Una de las cosas que he aprendido es que el cliente debe tener la menor cantidad de fricción posible al momento de comprar. Mientras más servido en bandeja de plata tenga el producto, más factible es que el cliente compre.

Un televisor con envío gratis, que si lo compras en este instante lo consigues con 30% de descuento y te llega el mismo día, es un producto que se va a vender sí o sí. La comunicación del producto genera en ti un sentimiento de urgencia (cómpralo ahora), de comodidad (envío gratis) e incluso de exclusividad (solo por hoy, 30% de descuento).

Es impresionante pensar que con pronunciar las palabras “Alexa, quiero un televisor”, puedes tener un televisor en tu casa esta misma tarde. O con abrir la aplicación de Rappi, puedes tener una pizza en tu casa en 30 minutos con tan solo presionar unos botones. O que con Amazon Prime, en cuestión de segundos tienes en tus manos el iPhone 12 pro.

ALEXA

¿Qué tiene que ver eso con la oración? Pues… más de lo que crees

Estamos acostumbrados a que las cosas sean para ya. Es lo que se define como la “instant gratification” (gratificación inmediata). Hemos perdido de vista que las cosas toman tiempo, que no todo es de un instante para otro, que a veces tenemos que ser pacientes.

Recuerdo que una vez, en una meditación, el sacerdote dijo: “La oración no es un PedidosYa, que te pedís una hamburguesa y te llega al toque a tu puerta”. Y es verdad, la oración no es una especie de lámpara de Aladino que te concede tres deseos, aunque a veces parezca así… pues se habla mucho de pedirle cosas a Dios (cosa que trataremos en otro artículo).

Pedios Ya

Y esto es lo que me encanta de la comunicación, que la oración es eso. La oración es comunicarse. Este concepto lo repito tantas veces que ya los que me conocen de cerca deben estar cansados, pero es lo mejor que he encontrado para hacer una buena oración.

“Una pareja de ancianos va paseando por la calle. No hablan de nada. Se sientan en un banco un tiempo largo, en el que apenas cruzan cuatro palabras. Pasan largas sobremesas en silencio, en las que sencillamente están, y están en paz. En otras ocasiones pasean cogidos del brazo, él con los auriculares puestos, escuchando la retransmisión del partido de fútbol. Ella sigue hablándole con toda naturalidad. Su comunicación no es verbal, pero ella sabe que aunque él no la esté escuchando, le importa a su marido. Que esté con los auriculares en ese momento no deja de ser algo circunstancial.” (Santos de Carne, José Pedro Manglano).

up

¿Alguien se anima a decirle a estos ancianos que no se comunican? ¿Crees que la viejita no siente el amor de su marido con el simple hecho de estar sentados en la misma mesa? ¿Crees que el hecho de no articular palabras implica que no se aman? ¿Se amarían más si hablaran hasta el cansancio?

Es verdad que tendrán sus momentos en los que se dirán muchas cosas lindas, tan buenas y necesarias para construir el amor. Pero acá hay un fenómeno comunicativo que no se puede explicar con algo que no sea amor y confianza. Estos dos personas se aman, se aman tanto que, se lo demuestran en el silencio.

Entonces… la pregunta de si la oración realmente sirve, la respuesta evidentemente es sí. Un sí enorme en mayúsculas en negrita subrayado con brillantinas. Pero, ahora, hay que responder para qué sirve.

Entonces, ¿para qué sirve la oración?

Pues el problema está en que a veces rezamos buscando que la oración funcione como un PedidosYa. Que después de hacer un rato de oración de 30 minutos, desaparezcan todos mis problemas, mis notas automáticamente mejoren, yo deje de ser feo, que mi tía se mejore de esa enfermedad, que mis planes profesionales se den… A veces eso buscamos. Y lo queremos ya, en este momento, sin esperar. La oración nunca va a cumplir esa función.

Para lo que la oración sí sirve, es para comunicarme con Dios. A veces no tengo que usar palabras, a veces sí. A veces simplemente voy a llorar o a reír. Muchas veces estaré en blanco. Pero hay algo que tiene que estar siempre: la comunicación, que no es más que hacer a Dios partícipe de nuestra vida.

Que le contemos cómo va nuestro noviazgo, cómo esa persona nos hace sentir. Que le contemos cuáles son nuestros problemas y por qué queremos que desaparezcan. Contarle la necesidad que tengo de aumentar mis notas para mantener la beca. Hablarle de por qué quiero dejar de ser feo. Qué quiero ganar con mis planes profesionales y por qué. Eso quiere Dios de ti, que le cuentes lo que hay en tu corazón. No lo que necesitas, que eso ya lo sabe (y mejor que tú).

Jesús solamente quiere una cosa, y a veces creemos que lo que quiere es que nunca nos equivoquemos, que fundemos una empresa trasnacional, que curemos el cáncer o que ganemos medallas olímpicas. Pero, lo que Jesús quiere es tu corazón.

corazón

Y sobre eso tenemos que construir nuestra oración. La oración sirve para que tu corazón crezca en amor, se infle. Para que Dios se meta sin pedir permiso y te convierta en una máquina de amar a todo el mundo como corresponde. Que en cada cosa diminuta que hagas durante el día, haya tanto pero tanto amor, que se note a kilómetros de distancia. Para eso sirve la oración.

Por lo tanto, si la oración sirve para que tu corazón crezca, entonces, la oración se hace con el corazón. Es un acto del amor, no de la inteligencia. No es pedir por Amazon la computadora que sé que necesito ya, sino pedir lo que yo siento que mi corazón necesita. Y lo que nuestros corazones siempre necesitan, es más amor. Siempre.

La oración no te va a servir para transformar una realidad, sino para ayudarte a afrontar esa realidad con todo el amor posible. Es básicamente el entrenamiento para amar más y mejor.

Espero con esto animarte a confiar en la oración para crecer en amor, y te invito a cultivar este hábito con mucho cariño :).


Escrito por

Daniel Urdaneta

Venezolano de 19 años vive Buenos Aires. Estudia Comunicación Publicitaria en la U.Católica. Recibe formación cristiana desde hace 4 años.

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