Junto a María caminemos en este Adviento
María nuestra Estrella, María nuestra madre, la Virgen está a la espera, ella sabe que el Niño está muy cerca. La Navidad se acerca, junto a María es preciso caminar para poder llegar a Belén con el corazón listo. Un año que se termina, tanto hemos vivido, un año que a su final llega, y Navidad está muy cerca. El corazón debe gozarse, el alma ha de alegrarse, nuestro sueño de amor con María ha de resguardarse.
La ciudad se viste de Navidad, los árboles nos llenan de gozo, el color aviva la esperanza, los villancicos tocan las fibras de nuestro corazón. Y es que no hay época más bonita que ésta, la familia se reúne, el pesebre nos recuerda uno de los misterios de amor más grandes y hermosos. Claro, Navidad sella una Nueva y perfecta alianza de amor entre Dios y nosotros su pueblo predilecto.
Esta temporada se suscitan reuniones, reencuentros, cenas familiares, momentos tan necesarios para el alma y para darle gozo al corazón. Y es necesario que en todo momento recordemos que el centro de la Navidad es nuestro Niño que está por nacer, y que en torno a esto gira la celebración navideña.
La celebración navideña
Es por esto que el Adviento, es el tiempo de gracia ideal para que nuestro corazón se prepare a la venida del Mesías esperado y prometido, 4 domingos que han de llevarnos a la reflexión, a la meditación a recogernos a orar y a esperar como María esperó y soñó el camino hacia Belén.
Y por esto que te quiero invitar a que juntos descubramos cómo preparar junto a María nuestro corazón para vivir el grande e inmenso misterio de la Navidad. Es necesario que soñemos con María y que la esperanza inunde nuestros corazones, y el anhelo de recibir a Jesús nos mueva a prepararnos como se debe.
4 velas, un corazón ardiente
Es momento de sentarnos en torno a la corona, y pedir realmente a Dios la gracia que cada cirio que encendamos incendie nuestro corazón y nuestra alma. Toma el tiempo de sentarte junto a tu familia a orar junto a la corona y a encender cada vela, a cantar villancicos que alegren el corazón y regocijen el alma.
Cada vela de la corona es una invitación al silencio, a la oración a recogernos, a no dejar que las fiestas se queden en meras celebraciones, sino que por la gracia de este tiempo de Adviento nuestro corazón esté presto a llegar a aquel portal en Belén
Cada oración, cada intención debe ayudarnos a recogernos, invitarnos a estar vigilantes y a orar. El misterio de amor que es el nacimiento de Jesús merece de nuestra parte una auténtica preparación.
El tercer domingo, se enciende una vela rosada, que no nos invita a dispersarnos, más bien en el recogimiento nos llama a estar alegres, porque evidentemente debemos permanecer contentos esperando a Jesús. La alegría del nacimiento del Niño ha de ser nuestro motor y nuestra fuerza en todo momento.
La Estrella de mi mar, «María» me muestra el camino a Jesús
El camino a Belén es un camino de silencio, recogido, piensa en José y María recorriendo cada pasito hacia Belén, soñaban caminos, anhelaban tener a Jesús ya con ellos, oraban y sus sueños y anhelos se lo dejaban a Dios. Ellos confiaron en las promesas del Buen Dios, ellos se sostuvieron en la oración, en el sacrificio, en la dulce espera.
Aprendamos de ellos y que estos dos maestros sean nuestros guías para poder prepararnos como es debido para recibir a nuestro pequeño Rey de amor.
Tan esperado, tan anhelado era el Mesías que María pedía por Él, sin saber que ella llevaría al sol de amor, Jesús, Ella que es el amor, Ella que es la luz de nuestra fe, es la maestra indicada para llevarnos a Belén, sin prisas, sin distracciones, porque Ella ya soñó este camino, porque Ella ya sueña con Belén, porque Ella ya sabe que su Hijo cerca está.
Si algo queremos darle a Jesús que sea nuestro corazón sumergido en el de María, esta maestra de fe, de amor y de oración, han de hacer de nuestro corazón una morada muy digna y hermosa, para poder recibir al recién nacido Rey nuestro.
Que Ella nos enseñe a amar intensamente y a vivir con amor ardiente este tiempo de Adviento.
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