Reseña:
Tere Domínguez O., escritora de nuestro blog, nos relata un pasaje de la vida de Santa Mónica, una madre que rezó mucho por la conversión de su hijo que era muy rebelde, y que después se convertiría en San Agustín. Jesús en ti confío haznos perseverar en la oración, no importa cuánto nos decepcionen.
Mi encargo especial:
El lunes 3 de agosto recibí un mensaje de la administradora de este blog:
—Tere, Tere, Tere. Necesito un favor inmenso. Help me.
Ese día había sido especialmente intenso por temas relacionados a la presentación de mi segundo libro en FIL Panamá.
Cuando hablamos me dijo que necesitaba que la apoyara en escribir un artículo sobre Santa Mónica,madre, que rezó mucho por la conversión de su hijo rebelde, cuya fiesta se celebra el jueves 27 de agosto. Cuando me lo dijo pensé en cómo lo iba a lograr. Yo escribo por inspiración. Este sería el primer artículo que escribiría por una solicitud especial.
Santa Mónica: madre dedicada a la oración y a la vida espiritual por su hijo
Les confieso que hasta ese momento no sabía quién había sido santa Mónica. No pude sentarme a leer sobre ella hasta pasada la presentación del libro, pero sí estuve preguntándoles a varias personas. Los que la conocían coincidían en que había sido una madre ejemplar que había rezado mucho por la conversión de su hijo rebelde, quien años después sería conocido como San Agustín.
Pero la información que encontré en Google difería en muchos aspectos. Por tanto, le pedí al párroco de mi barriada y que además es agustino, que si me podía ayudar y me mandó un texto muy completo de ambos santos.
Así supe que Mónica significa: “dedicada a la oración y a la vida espiritual”. Es, además, la patrona de las mujeres casadas y modelo de las madres cristianas. Estuve leyendo hasta tarde el domingo antes de esta publicación. Y cada vez que leía, más me maravillaba de la historia de Santa Mónica y San Agustín.
La reflexión que me quedó después de todas las lecturas es que si Santa Mónica pudo lograr la conversión de su hijo San Agustín, tan rebelde , perseverando en la oración, rezando mucho por él, en «uno de los cuatro doctores más reconocidos de la Iglesia Latina», llamado incluso «Doctor de la Gracia», qué no podría lograrse si todos rezáramos más por una intención específica.
Para Dios todo es posible «Imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas»
Hubo un momento en que Mónica cerró las puertas de su casa durante algún tiempo para no oír las blasfemias de su hijo. Pero luego una visión lo hizo tratarlo menos severamente. Soñó, en efecto, que se hallaba en el bosque, llorando por la actitud de Agustín, cuando de pronto se le acercó un personaje resplandeciente y le preguntó por la causa de su pena. Después de escucharla, le dijo que se secase sus lágrimas y añadió: “Tu hijo está contigo”. Mónica volvió los ojos hacia el sitio que le señalaba y vio a Agustín a su lado. Cuando le contó a Agustín el sueño, el joven lo interpretó con desenvoltura: su madre tenía que renunciar al cristianismo para estar con él; pero la santa respondió al punto: «No, se me dijo que yo estaba contigo, sino que tú estabas conmigo».
Esta hábil respuesta impresionó mucho a Agustín, quien más tarde la consideraría como una inspiración del Cielo . La escena anterior tuvo lugar hacia fines del año 337, nueve años antes de que su madre logrará rezando mucho por la conversión de Agustín. En todo ese tiempo, Mónica no dejó de orar y llorar por su hijo, de ayunar y velar, de rogar a los miembros del clero para que hablaran con él, aunque éstos le aseguraban que era inútil hacerlo. Un obispo le respondió a Mónica: «Vuestro hijo está actualmente obstinado en el error, pero ya vendrá la hora de Dios». Como Mónica seguía insistiendo, el obispo pronunció estas famosas palabras: «Estad tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas». La respuesta del obispo y el recuerdo de la visión eran el único consuelo de Mónica, pues Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.
Jesús en ti confío
En mi acompañamiento espiritual he tratado mucho el tema de personas que están a mi alrededor y a las que aprecio mucho, pero que tienen una actitud que no es la correcta. Ya sea por cómo se expresan, o porque están apegadas a algún vicio o a malas costumbres. El sacerdote siempre me dice:
— Sigue haciendo apostolado con tus escritos, con tus libros y a esas personas déjaselas a Dios. Pídeles que obre dentro de ellas.
Al principio cuestioné esta respuesta. Le decía al padre que yo podía hacer esto o lo otro. Pero poco a poco he entendido que es en Dios que debo confiar por sobre todas las cosas. Jesús en ti confío adquiere cada vez una dimensión mayor. Y ahora conociendo la historia de Santa Mónica me doy cuenta del poder de la oración y la comunión de los santos, que no es otra cosa que orar unos por otros. «Perseverar en la oración no importa si esas personas me decepcionan». Seguir pidiendo por ellas siempre cada día. Pero no solo pedir por los demás sino también por mí misma. Pedir a Dios que trabaje dentro de mí en las cosas que Él sabe que debo cambiar. Ante Dios somos un espejo y nada podemos esconder.
La enseñanza que me queda después de todo lo leído es inmensa. Quiero ahora leer las Confesiones de San Agustín, los trece libros que escribió como una alabanza a Dios y donde cuenta acerca de su juventud pecadora y de cómo se convirtió al cristianismo. En ellas se refiere con frecuencia a su madre, quien rezó mucho por su hijo reberlde y describe cómo logró la conversión de su alma.
Una madre, nunca deja de rezar por la conversión de sus hijos, te ánimas hacerlo:
ORACIÓN A SANTA MÓNICA
- A tí recurro por ayuda e intrucciones, Santa Mónica, En tu amorosos brazos yo deposito a mi (s)hijo/a (s) (mencinar aquí los nombres), para que por medio de tu poderosa interecesión pueda (n) alcanzar una genuina conversión a Cristo Nuestro Señor.
- A ti también apelo, madre de las madres, para que pidas a nuestro Señor me conceda el mismo espíritu de oración incesante que a ti te concedió. Todo esto te lo pido por medio del mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
Te Invitó a escuchar esta meditación : Dios vendrá el día menos pensado