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P. Federico

6 min

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A LA CONQUISTA DEL CIELO

“El Reino de los Cielos exige esfuerzo” y Jesús nos propone a San Juan Bautista como ejemplo de esa lucha esforzada. Se trata de gracia de Dios y correspondencia de nuestra parte. Preparar la Navidad es exigente, que no nos anestesie lo que comercialmente la rodea y sepamos vivir bien este Adviento.

Las palabras de Jesús del Evangelio de hoy son, entre comillas, raras; o mejor dicho, excepcionales.  Es extraño escuchar a Jesús elogiar públicamente a alguien, pero hoy lo hace y, además, con toda claridad.  Jesús dijo a la gente:

«Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es todavía más grande que él.  Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos exige esfuerzo y los esforzados lo conquistarán”.

(Mt 11, 11-12)

“Ojalá Jesús y pudieras hablar de mí de la misma manera que lo haces de tu primo Juan el Bautista (la verdad es que lo dudo mucho) pero bueno, hago el propósito de intentar vivir de tal manera de aquí en adelante, para darte razones para hacerlo.

¡Con qué orgullo, con qué satisfacción debes haber pronunciado estas palabras! y, claro, Juan el Bautista no está presente, por lo que no hay posibilidades de que se ensoberbezca, que se llene de orgullo o de vanidad… Pero ahí está su figura grabada con claridad en nuestra cabeza y eres Tú Jesús, quien nos animas a dirigir nuestra atención a aquel hombre, a su figura”.

“Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y de miel silvestre”.

(Mc 1, 6)

LA CORRESPONDENCIA IMPLICA EXIGENCIA

Su forma de vestir y su dieta nos hablan de una persona recia, austera, fuerte… Nos hablan de exigencia y nos hablan de correspondencia a la gracia de Dios también.   Porque el Bautista fue tocado por la gracia desde que estuvo en el vientre de su madre Santa Isabel, aquel día de la Visitación, cuando llegó María.

Pero la gracia necesita eso: correspondencia y la correspondencia implica exigencia, esfuerzo. Tú y yo sincerémonos: somos flojos en la lucha, nos rendimos con facilidad, demasiada facilidad…

Conquistar el cielo

La Madre Teresa advertía la necesidad de “dar hasta que duela y, cuando duela, dar todavía más”, como Jesús camino de la Cruz: dar hasta que duela, vivir según la voluntad de Dios, actuar movidos por la Gracia de Dios.  Dar y darnos:  un buen programa para el Adviento, hay que pensar ¿cómo concreto esto yo? La iglesia nos anima: no te aburgueses, no te conformes, no te apoltrones.  Ten cuidado, no vayas a pensar que con poco ya es mucho y que todo lo tuyo, es ya suficiente.  Mira que viene Dios a tu encuentro, prepárate para recibirle y darle todo, aunque te cueste, aunque te implique esfuerzo…

DEBEMOS ESFORZARNOS

“Volteo a ver la figura, el ejemplo del Bautista y me doy cuenta Jesús, que Juan es grande porque siempre te dijo que sí.  Maestro mío, si Tú quieres, yo también podré ser santo y amarte con todo mi ser y decirte siempre ¡sí!  Quiero esforzarme como Juan… no quiero arrugarme delante de las dificultades,  ¡ayúdame!”

Los hombres y las mujeres que quieren realizar grandes hazañas se esfuerzan: el deportista se entrena una y mil veces; el científico pasa horas en el laboratorio; el alpinista sube grandes alturas a base de esfuerzo… y así todos.

“Tú me enseñas: “el Reino de los Cielos, padece violencia y sólo los esforzados lo conquistan”.

(Acercarse a Jesús.  Adviento, Navidad, Josep Maria Torras)

Yo quiero eso: el Cielo (que no es poco pedir) pero, por tanto, quiero el esfuerzo que implica, quiero luchar, volver a intentarlo, no desanimarme… y si siento que ya no puedo, pues me agarraré a Tu brazo, a Tu mano que me sostendrá y me dará las fuerzas que me faltan.

ADVIENTO, TIEMPO DE CONVERSIÓN

Jesús que no me despiste, porque esto es el Aviento:  tiempo de conversión, de preparación y, de alguna manera, este es también Tu mensaje, lo que trajiste al mundo: gracia (gracia abundante) que exige correspondencia”.

“El Evangelio es exigente, porque Dios es Verdad y  es Amor y todo amor verdadero lo es. Penetrar en la Navidad es penetrar en el misterio de la vida de Cristo.  Ahí no se puede entrar -como en una pastelería, dispuestos a hartarnos de dulzuras-” como dice un autor, “se entra en ella, como en la tormenta, dispuestos a que nos agite”.

(J. L. Martín Descalzo)

Conquistar el cielo

Amar no es ceder siempre, no contrariar nunca; es más bien un continuo tirar hacia arriba, una incesante y libre invitación a aspirar a lo más alto.  Dios quiere que vivamos como hijos suyos, quiere que, aunque nos cueste, cortemos todo lo que nos envilece y degrada. Por eso, sus exigencias duelen; pero se trata de un dolor de amor, de ese al que Pedro Salinas, un conocido poeta, se refería diciendo:

“perdóname el dolor alguna vez, es que quiero sacar de ti, tu mejor tú”.

(Madre en la puerta hay un Niño.  Eduardo Camino)

LO IMPORTANTE EN NAVIDAD

Pues Dios quiere sacar lo mejor de ti y de mí, “¡Gracias Dios mío! y ayúdame a darme cuenta que este es un tiempo adecuado para dar esos pasos que necesito dar.  Que no me despiste, que no caiga en una modorra espiritual, como anestesiado, por todo lo que comercialmente rodea la Navidad”.  Por eso Jesús nos señala al Bautista y nos habla de exigencia, para que nos preparemos realmente a lo que viene.

Ya lo decía Benedicto XVI:

“Los escaparates de los grandes almacenes, que antes en Navidad se decoraban con nacimientos, ahora se adornan con representaciones místicas, con venados y ciervos o Santa Claus, con lo que verdaderamente el mito sustituye a lo Cristiano.  Como es lógico, sigue quedando el resplandor posterior de lo que impresionó a las personas cuando supieron que Dios se había hecho hombre, pero es un intento de conservar lo bello y conmovedor y librarse de las exigencias que contiene”.

(Dios y el mundo, Joseph Ratzinger y Peter Seewald)

Pues fijarnos en San Juan Bautista es como el antídoto que necesitamos para no caer en eso, fijarnos en él y sacar consecuencias…  Creo que el siguiente ejemplo nos lo puede ilustrar:

“Don Quijote de la Mancha, se cruza camino de Zaragoza con unos mercaderes que llevan unos cestos tapados.  Cual gendarme aduanero les ordena amenazante que los abrán para poder inspeccionarlos.  ¿Y qué encuentran dentro de ellos?:  estatuillas de santos.  Al verlas, se queda mirándolas hipnotizado, con rostro meditativo durante un tiempo prolongado, pero como Sancho Panza no estaba acostumbrado a estos estadios contemplativos del espíritu, a los pocos minutos le pregunta aburrido:

¿Quijote en qué piensas? Tras seguir meditando en silencio, el Quijote sin apartar su hipnotizada mirada de aquellas estatuillas, responde: 

¡Sancho, estos santos son personas que lucharon y dieron su vida por el Reino de los Cielos, eran personas que sabían muy bien qué era lo que buscaban; y estaba pensando en que yo también lucho y doy mi vida, pero la verdad es que aún no sé muy bien con qué fin!”

(Amor, soberbia y humildad.  Pedro José María Chiesa)

Nosotros sabemos el fin por el que luchamos, por el que nos exigimos: estar bien dispuestos para el encuentro con Jesús y por eso Jesús nos señala a San Juan, a ese santo, no como a una estatuilla, pero sí para su figura, para que aprendamos.

Nos esforzamos para estar bien dispuestos y podernos encontrar con Él,  un encuentro con Jesús en nuestro diario vivir, encuentro con Jesús cuando nos salga al encuentro al final de nuestras vidas; encuentro con Jesús en el pesebre en Belén donde, además, lo encontraremos arropado por Santa María, nuestra Madre Inmaculada.


Citas Utilizadas

Is 41, 13-20

Sal 144

Mt 11, 11-15

Mc 1, 6

Acercarse a Jesús.  Adviento, Navidad, Josep Maria Torras

J. L. Martín Descalzo

Madre en la puerta hay un Niño.  Eduardo Camino

Dios y el mundo, Joseph Ratzinger y Peter Seewald

Amor, soberbia y humildad.  Pedro José María Chiesa

Reflexiones

Jesús ayúdame a ser más exigente, fuerte y austero para que en el camino del Adviento me encuentre contigo y con tu Madre en Belen…

Predicado por:

P. Federico

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