El evangelio de hoy nos presenta una frase que quizá porque uno la ha escuchado muchas veces en el evangelio, cuando uno va a misa o cuando lee el evangelio que nos toca hoy, que es el de san Mateo, uno como que ya se ha acostumbrado un poco, pero si uno la lee con calma, sorprende que la haya pronunciado el Señor, sobre todo que la haya pronunciado antes de su Pasión, su Muerte y su Resurrección.
EL QUE QUIERA VENIR DETRÁS DE MÍ
Jesús le dice a los discípulos:
“el que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo que cargue su cruz y me siga”.
(Mt 16, 24)
Digo que son palabras misteriosas porque nos dice qué está tratando de hacer Jesús durante su vida pública, está tratando de que la gente lo siga, pero al mismo tiempo no dice esto: “el que quiera venir detrás de mí que cargue con su cruz”; es una una invitación un poco extraña, uno dice bueno el que quiera venir detrás de mí, que vaya donde su familia y le comunique la buena noticia, el que quiera venir detrás de mí que sea alegre porque ha encontrado un gran tesoro, el que quiera venir detrás de mí que comparta esta alegría y es verdad, todo lo anterior es verdad.
QUE CARGUE CON SU CRUZ
Pero el Señor dice “el que quiere venir detrás de mí que cargue con su cruz” San Josemaría en una de sus homilías decía que él se había convencido de que con el con el paso del tiempo de que “encontrar la cruz es encontrar la felicidad, es encontrar el amor de Dios, porque el Señor nos premia “con la cruz” a veces con el dolor y el sufrimiento para que nos podamos ir pareciendo cada vez más a Él y para que encontremos que es precisamente en la negación de nosotros mismos en la negación de nuestra comodidad, en el salir de uno mismo para servir al prójimo.
Es ahí donde uno encuentra la verdadera felicidad.
La felicidad no está en una vida cómoda, lo dice también San Josemaría en un punto de “Camino”; “la felicidad no se encuentra en una vida cómoda sino en el corazón enamorado”.
Y el corazón enamorado es esa persona que está dispuesta a dar su vida por sus amigos, el que está dispuesto a cargar con la cruz para seguir al Señor.
Y ME SIGA
Porque
“el que quiera salvar su vida la perderá y el que pierda su vida a causa de Mí la encontrará”
(Mt 16, 25-26)
sigue diciendo Jesús.
El que esté demasiado atado a las cosas de la Tierra y que esté demasiado atado a sí mismo no va encontrar esa felicidad, va a estar siempre como mirando hacia al lado, mirando sospechosamente a los demás, porque lo que le importa es el mismo y se está comparando, está mirando un lado para otro, en cambio, el que renuncia a su propia vida, por así decirlo, no tiene nada que perder, porque lo ha ganado todo, porque ya ha ganado el amor de Dios.
Señor, estamos hablando contigo en este rato oración, por eso este podcast se llama “Hablar con Jesús” porque es un ratito de oración, un ratito en el que estamos hablando Contigo.
RENUNCIANDO A NOSOTROS MISMOS
Jesús, Tú que nos escuchas ahora, Tú quien me quieres hablar también, me dices: si tú quieres ganar la vida, si tú quieres ganar esa felicidad, renuncia a tu felicidad, renuncia a ti mismo, renuncia a tu comodidad, a eso que estás tan atado ahora, porque así vas a liberarte, así vas a ser verdaderamente feliz.
“De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida”,
(Mt 16, 26-27)
sigue diciendo el evangelio y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida.
¿De qué me sirve Señor ganar todo el mundo entero si pierdo mi vida? es como esa parábola que Tú mismo nos dices en el evangelio: ese hombre que había tenido una cosecha tan grande, tan grande que echa abajo sus graneros, su bodega, sus galvones y construye uno más grande para poder albergar toda esa ganancia, toda esa cosecha y se le aparece en la noche el Ángel del Señor y le dice: “insensato, hoy mismo morirás”.
De qué me sirve ganar todo eso, de qué me sirve toda esa cosecha, de qué me sirve esos graneros gigantescos si voy a perder mi vida, en cambio, si renuncio a mi vida, si me empeño en el amor a los demás, cuánta felicidad tendré Señor, ¡Cuánta felicidad!, cuánto me darás Señor cuando me abrazo a la cruz, cuando tomo mi cruz de cada día, cuando renuncio a mi mismo, tomo mi cruz de cada día y te sigo.
PARA TENER LA VERDADERA FELICIDAD
Y esa ese tomar la cruz, lo dice San Josemaría: “es un tomar la cruz abrazándola con alegría, no con resignación, porque resignación es palabra poco generosa”, resignación es decir es lo que toca, es lo que hay y no hay otra opción.
Hay que apretar los dientes y resistir y esperar a que la situación pase, que el temporal, la tormenta, la lluvia o el viento se calmen por un segundo y poder vivir en paz, poder vivir cómodamente.
Lo que nos está pidiendo el Señor es abrazarnos a la cruz de cada día, tomar nuestra cruz de cada día, con alegría, con optimismo, sabiendo que lo que el señor nos tiene preparado para cada uno es lo mejor.
Es cierto vendrá la cruz, por definición es algo que a veces cuesta y que tiene sus dificultades, tiene sus contrariedades, pero que esa cruz al final el plan del Señor lo que nos va a traer es la verdadera felicidad, el verdadero amor completo de Dios.
ABRAZAR LA CRUZ
Señor que sepamos abrazarnos a la cruz, Señor que cuando vengan esos momentos más difíciles, esos momentos de tristeza de dificultad, esos sufrimientos, esas contrariedades, tanto en el ámbito familiar, económico, social en las relaciones, en las amistades, en la familia, que sepamos ver Tu presencia ahí Señor.
Nos cuesta sí, porque no es fácil aceptar una dificultad, o un dolor de un sufrimiento, pero Señor sabemos que esas cosas Tu las permites porque quieres sacar cosas mucho más grandes de ahí, que no lo entenderemos quizá ahora en el corto plazo, pero que a la larga vamos a ver qué es lo que nos conviene, porque abrazarnos a la cruz es aceptar que Tu nos quieres hacer felices pase lo que pase.
Abrazar la cruz es decir: sí Señor estoy dispuesto a entregarte mi comodidad actual o mi salud actual o mi bienestar actual para conseguir algo mucho más grande y lo mejor de todo es que esas consecuencias positivas no es que haya que esperar in eternum, como si esas cosas fueran a llegar en miles de años o en la vida eterna simplemente.
Tú Señor en el evangelio nos prometiste que el que renuncie a su casa, a su país, a su Tierra, a su padre, a su madre y sus hermanos, etcétera, logrará el ciento por uno aquí en la Tierra y la felicidad eterna en el cielo.
QUE SEPA ENTREGARME
Pero aquí en la Tierra ya tendremos el ciento por uno, de qué me sirve entonces ganar el mundo entero si pierdo mi vida, pero es que si pierdo mi vida voy a ganar el mundo entero, voy a ganar mucho más que el mundo entero, voy a ganarte a Ti Señor, todo tu amor, toda tu gracia, todo tu cariño, todo lo que Tú me quieras dar Señor.
Señor que yo sepa entregarme, que sepa abrazarme a la cruz con alegría.
Tú me invitas
“el que quiera venir detrás de mí que renuncie a sí mismo que cargue con su cruz y me siga”
Que yo sepa tomar mi cruz de cada día y seguirte sabiendo que ahí está mi felicidad, ahí está el mayor bien que yo puedo lograr en toda mi vida.
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