Icono del sitio Hablar con Jesús

ACTO DE HEROISMO

hijos

En los atentados del pasado 15 de marzo de 2015 contra dos Iglesias en Pakistán, el joven cristiano Akash Basir realizó un verdadero acto de heroísmo; símbolo en la Parroquia de San Juan para salvar a cientos de personas. Se dio cuenta de los explosivos que tenía una persona que venía a la iglesia, lo frenó, lo abrazó y falleció, dio su vida por los demás.

La verdad que era un joven voluntario que se había acercado a la parroquia para ayudar y quería también velar por la seguridad de la Iglesia. Y por eso, en aquel entonces, cuando había tantos atentados, él sugirió ser voluntario también para salvar la seguridad de su iglesia, de su parroquia.

El tema de esta meditación es la rectitud de intención, porque, efectivamente, Akash Basir no lo hizo por querer quedar bien, por querer sacarse una fotito, por querer estar entre los demás con un aplauso, no. Lo hizo por amor a Dios, para dar gloria a Dios. Un acto de heroísmo que merece también toda la rectitud y toda la Gloria de Dios.

Quería fijarme en este ejemplo porque, efectivamente, también el Evangelio de hoy nos habla de esa falta de rectitud de intención entre los escribas y entre los fariseos, Jesús se lo recrimina y les dice:

“¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas a quienes mataron sus padres! Así son testigos de lo que hicieron sus padres y lo aprueban, porque ellos lo mataron y ustedes les edifican mausoleos.”

(Lc11, 47-48).

RECTITUD DE INTENCIÓN

Qué lástima que, a veces, nos falta esa rectitud de intención. Ese acto de heroísmo que a veces queda oculto. Si uno hace las cosas y no las hace para Dios, para quién las hace, para el aplauso, para guardárselo.

¿Tenés ese punto de vida sobrenatural en tu vida? ¿Trabajas solo para Dios, para que él se luzca? ¿Tocas tu vida, como quien dice: toca una canción solo para Dios? ¿Te examinas durante el día también para hacer de verdad un examen de conciencia si estamos orando para Dios?

Fíjate, los escribas y los fariseos eran maestros de la ley y tal vez incluso llegaban a cumplir la ley perfectamente. Sin embargo, Jesús no estaba satisfecho con ellos, les faltaba algo. De hecho, en la Palestina del siglo primero habían surgido algunos grupos entre la población judía, porque tenían distinta sensibilidad de lo que hacían.

Y en la Antigüedad, los escribas habían sido personas dedicadas a hacer copistas, personas muy cultas, llevaban el control de la ley, los impuestos, algo de arquitectura e incluso de cálculos.

El término latino scriba y en hebreo sofer transmiten la idea de un secretario, copista o escribano, y asimismo de una persona instruida intelectualmente. Pero qué lástima, si a veces, nos quedamos en esa falta de rectitud de intención.

En los tiempos de Jesús lo más apreciado por la mayoría del pueblo eran los fariseos. Su nombre en hebreo era perusin que significan los segregados. Dedicaban mucha atención a las cuestiones relativas al culto, a las leyes, a la pureza, pero también a veces le faltaba esa rectitud.

Hay unas palabras de san Josemaría que me gusta mucho, que pronunció en 1973, nos decía:

“¡Hay que rezar siempre! Ahora, en este rato de oración, también sabemos lo importante que es rezar siempre. La oración va siempre en primer término, decía. Antes de trabajar, levantad el corazón a Dios, y no os importe si la gente se da cuenta de que sois piadosos: que vean que estáis preparados profesionalmente y que contáis en todo con el Señor. Insisto: tenemos que rezar siempre, porque, si no, sería nuestra una vida farisaica.”

LA GRACIA ES IMPORTANTE

Seríamos como estos escribas, como estos fariseos. Nos faltaría, la Gloria de Dios no haría más las cosas para la salvación de las almas. ¿Vos trabajás para conseguir un brillo humano o trabajás para amar a Dios? ¿Trabajas por autocomplacencia o trabajas para que el Señor alcance su Gloria?

En un libro de espiritualidad cuentan la siguiente anécdota de un famoso predicador que estaba angustiado por su próxima muerte. Y uno de los que estaba ahí le dice: -Bueno, tranquilo, acuérdese de sus sermones cuando se presenta ante Dios. Y este otro le dijo: -Mira, yo no diré nada a no ser que él sea el que lo saca a la conversación.

Es más, le faltaba rectitud de intención desde que había escrito esos libros. El temor de este hombre estaba motivado por esa falta de rectitud de intención a la hora de predicar, a la hora de escribir.

Qué lástima si, a veces, nos falta esa rectitud de intención o no estamos totalmente purificados para decir las cosas.

Hay un hombre que tenía un hijo que trabajaban de sol a sol, y tenían también un burro bastante viejo. Estando fuera el padre, llegó el rey de sorpresa a la casa, lo invitaron a cenar, se enteró del trabajo que habían hecho, de sus preocupaciones y los problemas económicos y le dio al hijo, de este buen hombre, un anillo de diamantes para ayudarlos.

Cuando volvió el padre se lo contaron, le mostraron el anillo, este lo miró y lo tiró a las gallinas y les dijo: -Hijo, nada que se consiga sin esfuerzo puede ser bueno.

La moraleja es muy clara y hay que tener cuidado con el amor propio, con la rectitud. Lo más importante es la Gracia, que es gratis. Dios también nos lo da como ese anillo y es gratis la Gracia.

BUSCAR AGRADAR A DIOS

¿Cómo buscamos agradar a Dios? El mismo trabajo del que trabaja en la Sorbona o del peluquero del pueblo, decía San Josemaría, es igual. Lo más grato a Dios depende de la rectitud de intención, depende de la entrega, del espíritu de sacrificio con el que se lleva a cabo. También depende de cuánto amor ponemos en las cosas que queremos hacer.

Lo mismo, a la hora de hablar de rectitud de intención lo muestra el Evangelio:

“¡Ay de ustedes, maestros de la ley, que os habéis apoderado de las llaves de la ciencia! Vosotros no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo han impedido.” (Lc 11, 52)

¡Cuidado! Y examinémonos también con nuestros motivos, qué es lo que nos impulsa a obrar ¿Por qué realizamos las cosas? ¿Dónde está Dios en nuestra vida? Examínate bien, para ver si Dios también está de acuerdo o está contento con lo que estás haciendo o si lo estamos descuidando Dios en nuestro trabajo, en nuestra vida.

¿Qué pureza de intención tenemos también en nuestra presencia de Dios? Dios que es Nuestro Señor está presente en todas partes, pero también quiere que vos te des cuenta. ¿Vos llevas al Señor en lo que haces o buscas ser visto simplemente?

¿Tenés presente esas palabras de san Josemaría que decían:

“Es verdad que los hijos de Dios no hemos de servir al Señor para que nos vean…, pero no nos ha de importar que nos vean, y ¡mucho menos podemos dejar de cumplir porque nos vean!”

(Surco 368).

Si hay rectitud de intención eso es lo que pasa, eso es lo que basta. “Todo, nada y menos que nada lo que se acaba y no contenta Dios”, decía Santa Teresa.

AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS

¿Con qué rectitud hacemos las cosas? ¿Amamos a Dios sobre todas las cosas? Nos quedamos como los escribas y fariseos que empezaron a acosar a Jesús, que querían echarlo, que querían echarle en cara también todos sus malos milagros. O querían casarlo dice con alguna palabra de su boca, le querían hacer una trampa.

A veces nos puede pasar que mucha gente no le interese lo que Jesús nos dice y perdón, Señor, si a veces, nos falta a nosotros esa rectitud de intención a la hora de que estamos juzgando a los demás.

Me encanta esa palabra, San José María que dicen:

“No hagas crítica negativa: si no puedes alabar, cállate.”

(Camino 443).

Yo lo digo en argentino: Si no puedes alabar, cállate.

Que es lo mismo, o sea: rectitud actual, rectitud también de las personas que hablamos, rectitud posterior a la hora de rectificar, si hay que rectificar. Si tenemos que ser sal, luz y levadura, qué bonito que también sepamos continuamente rectificar.

Me acuerdo de esos dos hombres que llevaban una carga muy pesada; uno llevaba perlas y otro llevaba unos ladrillos simplemente. Y eran los mismos cansancios, pero en realidad uno llevaba perlas y el otro llevaba ladrillos. Lo importante es hacer las cosas cara a Dios.

¿Te animas a obrar cara a Dios como obró este joven, Akash Basir, que dio su vida en Pakistán para salvar a muchos jóvenes más? ¿Te animas también a rectificar, como canta esa canción y ese himno: non nobis domine, non nobis…, que no sea para nosotros la Gloria, sino para ti Señor.?

Vamos a pedirle a la Virgen, que estamos todavía en este mes del Rosario, que también nos ayude a rectificar todas las veces que hagan falta poniendo intenciones en cada Ave María, poniendo intenciones dirigiéndonos a Nuestra Madre con esa actitud, con esa ilusión por ser sal, luz y levadura que ofrecen a Dios las cosas con rectitud.

Salir de la versión móvil