Hay algunas escenas del Evangelio que llaman la atención, como que contrastan o chocan un poco. Hace algunos domingos, veíamos cuando Jesús viene caminando sobre el agua, de noche, el viento en contra… es fácil imaginarlo y ponerse en la piel de los apóstoles y decir: ¡Qué susto! O ¡qué asombroso todo aquello!
Y viene Jesús caminando y san Pedro:
«Señor, si eres Tú, manda que vaya y Jesús le dice: ven y Pedro se pone a caminar sobre el agua»,
(Mt 14, 28-29)
a caminar sobre el agua… y va acercándose a Jesús y le flaquea la fe, ¡a alguien que iba caminando sobre el agua! O sea que fe no le faltaba.
HOMBRE DE POCA FE
Le flaquea la fe, se empieza a hundir, el corazón fuerte, firme de Pedro -igual que el nuestro- tiene tan claro ahora que estamos con Jesús y también le decimos: “Jesús, yo quiero confiar, confío en Ti de todas maneras” y entonces Pedro, que confía en el Señor:
«Señor, ¡sálvame!
(Mt 14, 30).
Y el Señor lo toma del brazo, lo sostiene con el brazo y con la mirada llena de cariño, llena de fortaleza. Ya han pasado bastantes cosas sorprendentes, pero quizás lo más sorprendente, puede ser lo que Jesús le dice a san Pedro:
“Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?
(Mt 14, 31)
NUESTRO SEÑOR PIDE MÁS
“Hombre de poca fe…” ¡Madre mía! Es notable porque Jesús quiere más, “Tú Señor quieres mucha fe en Pedro; la tiene, pero quieres mucha fe en él. Quieres que sea muy firme, más firme que todas las firmezas; firme como Tu brazo, así quieres que sea.
Evidentemente Pedro tenía fe, pero «Tú Señor eres como esos buenos profesores, esos buenos entrenadores, esos buenos papás, esos buenos amigos que piden más, animan a más».
Hay otra escena en el Evangelio del día de hoy, el Evangelio de este domingo, en que la escena es que Jesús le había preguntado a Pedro y a los demás:
«¿Quién dice la gente que soy Yo?»
(Mt 16, 13)
Y le responden.
JESUCRISTO, EL HIJO DE DIOS
Y con la confianza que les tiene y porque también quiere de ellos más, el Señor les pregunta a los apóstoles, a sus amigos más cercanos:
«Bueno y ¿quién dicen ustedes que soy yo?»
También como animándolos a dar un paso, a pensar más, a seguir conversando de esto y profundizar; crecer, en definitiva.
Entonces Pedro le responde y le dice:
«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía…»
(Mt 16, 16).
El Señor le dice:
«Yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra…»
(Mt 16, 18).
TENER MUCHA FE
Justo después viene la escena de hoy. Cuenta san Mateo:
“Comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer ahí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día”
(Mt 16, 21).
Entonces de nuevo aparece Pedro, al que el Señor acaba de decir frente a todos eso tan impresionante, tan bien dicho, lo ha dicho movido por Dios.
San Pedro que acaba de dar muestras de una fe grande, de un Don de Dios muy especial, como la escena en el lago, Pedro que acaba de dar muestras de tener mucha fe, mucha confianza en el Señor, de caminar sobre el agua…
En esta ocasión Pedro acaba de dar muestras muy evidentes y el Señor lo ha refrendado de que de verdad tiene fe, ve bien las cosas según Dios.
Al decir el Señor esto -no lo estamos imaginando, lo estamos reviviendo-, con toda claridad, con la confianza de la amistad, cuenta san Mateo:
«Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Lejos de ti tal cosa Señor, eso no puede pasarte»
(Mt 16, 22).
SER DELICADOS COMO PEDRO
Pedro lo hace con un estilo poco propio de él. Pedro acababa de ser súper abierto y acababa de decir, frente a todos los demás: “
«Tú eres el Hijo de Dios».
En cambio, aquí Pedro ha sido delicado, ha sido cuidadoso y, en cambio, el Señor es súper abierto dice:
«Jesús se volvió hacia los demás y dijo a Pedro: —Ponte detrás de Mí satanás, eres para Mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios”
(Mt 16, 23).
Una traducción más habitual que muchas veces escuchamos, en vez de esto de: “ponte detrás de Mí satanás” es “Apártate de Mí satanás”. Esta traducción dice -y tiene sentido- en vez de “apártate de Mí satanás”, como quien echara lejos a alguien, dice “ponte detrás de Mí Satanás”.
PIEDRA DE TROPIEZO
Luego, “eres para Mí, piedra de tropiezo”, así como esas piedras que están delante y uno tropieza. Eso es lo que propiamente tal es un escándalo, algo que está delante y no deja avanzar, que hace tropezar, que hace caer.
Por eso, esta traducción es así: “Ponte detrás de Mí satanás, eres para Mí piedra de tropiezo”. Yo quiero avanzar, caminar, este es mi camino y, luego, el Señor le dice a Pedro: “Porque tú piensas como los hombres, no como Dios”, muy parecido a lo de la otra vez: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”.
“Tú piensas como los hombres, no como Dios”, cuando hace un ratito Jesús acaba de decir: “Oye, has dicho las cosas según Dios, movido incluso en el corazón por un don de Dios.
“Eso no te lo ha revelado ni la carne, ni la sangre, sino Mi Padre”.
(Mt 16, 17)
CONFIANZA PARA HABLAR CON JESÚS
Nosotros podemos pensar: hay muchas cosas que podemos rezar y fijarnos en la confianza con que pedro habla con Jesús, en la confianza con que Jesús habla con Pedro. Le podemos decir a Jesús:
“Señor, ayúdame a que yo en la oración te abra el corazón y te diga las cosas que de verdad tengo dentro; las cosas que de verdad necesito; las cosas que de verdad siento, lo que de verdad percibo en el corazón; las cosas tal como son.
No como las debiera ver; no como la versión de manual que yo debiera ser. ¡No! La versión real, el que soy. Señor, ayúdame a ser como Pedro, dime las cosas tal cual, ayúdame con Tu fuerza, con Tu confianza”.
APARTA DE MÍ LO QUE ME APARTE DE TI
Pero también es importante que nosotros nos demos cuenta de que, hay obstáculos muchas veces, en nuestro camino hacia Dios. Pidámoselo: “Jesús, viendo Tu ejemplo, ayúdame”. Hay una frase tan bonita, una oración que rezaba san Josemaría:
“Aparta Señor de mí, lo que me aparte de Ti”.
“Señor, quita de mi camino lo que me escandaliza, lo que es piedra de tropiezo, lo que me hace caer”. “Aparta de mí lo que me aparte de Ti”. Se lo podemos decir ahora: “Señor, ayúdame a ver qué es lo que me aparta de Ti, porque quiero estar contigo, porque quiero caminar hacia Ti”.
CONOCERSE UNO MISMO
Es muy bueno que se lo pidamos ahora, que lo pensemos, que nos propongamos crecer en conocimiento propio. Esto es algo de sabiduría espiritual muy profunda, el conocerse uno mismo.
Primero que nada “Jesús quiero conocerte a Ti, ver cuánto me quieres” y eso da una seguridad y un punto de vista muy realista, muy sólido, muy optimista.
Y de ahí, ese todo para bien,
(Rm 8, 28)
soy hijo de Dios, pero luego también el conocimiento propio y la decisión para ir hacia el amor del Señor y dejar atrás todo lo que sea un obstáculo. Se lo podemos pedir a la Virgen.
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