Se escucha canción de Los Beatles…
🎶 Here comes the sun, doo-doo-doo-doo
Here comes the sun, and I say
It’s alright 🎶
AHÍ VIENE EL SOL
¿Te acuerdas de esta canción? Un temazo de Los Beatles, “Here comes the Sun”, Ahi viene el sol…
Y pensé en esta canción por el Evangelio de hoy, en el cual Zacarías, el papá de Juan Bautista, “el Precursor”, cuando éste nace, exulta y habla, ¡habla ante la sorpresa de todos!, porque se había quedado mudo.
Y empieza a dar gloria a Dios y hablar de la misión de su hijo, que será el precursor, el precursor de Jesús, el precursor de el Sol, así lo llama Zacarías.
«Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz»
(Lc 1, 78-79).
Porque nosotros estamos en las tinieblas, en las sombras y viene el sol, ¡qué alegría! Nosotros a veces perdemos la paz, nos angustiamos, nos enfrentamos unos con otros. Nos quedamos parados al lado del camino sin saber para dónde ir. Perdemos la claridad… Pues ahí viene el sol. ¡Qué alegría que viene el sol!
LAS SONRISAS VUELVEN…
Hace unas semanas tuve la oportunidad de estar en la sierra de Jalisco y Nayarit, que son dos estados grandes y hermosos de México. Ahí hay comunidades indígenas, muchas. Son una zona de doscientas cuarenta mil hectáreas en las que están esas comunidades indígenas.
Fuimos a una en concreto una mañana, a estar con ellos y ayudarles en hacer una cisterna para captación de agua pluvial. Y ahí, en esa comunidad, no tenían electricidad y ya empezaba a hacer frío.
Estaba oscureciendo muy temprano y pensaba: —Qué largas noches tendrán estas personas, sabrán cómo calentarse, sabrán pues, encender alguna fogata y tener algunas velas para poder caminar y no tropezarse…
Pero pensando en esas circunstancias, imaginaba qué deseos de que salga el sol en las mañanas para ellos que ya salga el sol, por favor, para calentarme un poquito, para ponerme a pleno rayo de sol, poner la espalda, poner la cara, las manos, abrir los brazos para que me bañe el sol y me caliente. Pues, “Ahí viene el sol”.
Esa canción de los Beatles habla precisamente del invierno, que ha sido largo. Parece que son años que no ha estado aquí el sol. Ya viene el sol, las sonrisas vuelven a los rostros y el hielo se derrite. Ahí viene el sol. ¡Qué alegría!
Tú, Jesús, eres el sol. En Ti encontramos claridad, encontramos todas las respuestas y paz de verdad. Encontramos solución a todo, incluso a la muerte… Porque si estamos unidos a Ti, aunque hayamos muerto, viviremos, porque Tú nos vas a resucitar. Y cualquier sufrimiento que tengamos aquí en la Tierra, si estamos unidos a Ti, adquiere un valor infinito, corredentor.
PREPARARNOS PARA SU LLEGADA
Nos vamos preparando para tu llegada… Hoy en la noche celebraremos tu nacimiento y las cosas van a ser distintas, de verdad.
Quizá hayamos vivido muchas Navidades y hemos seguido siendo las mismas personas… Nos ha faltado abrirte más nuestro corazón Señor, para que nos cambies, para que nuestra vida sea nueva, porque Tú vienes a renovarnos. Tú quieres estar con nosotros de verdad.
Pensamos en san Juan Bautista, que nació y que su padre Zacarías canta con estas palabras: «Ya viene el sol». ¡Qué bueno, qué alegría!
Pero después de eso hubo silencio durante treinta años, hasta que san Juan empezó a predicar y a hablar, a preparar el camino para la venida de Jesús. Y luego señala al Cordero de Dios.
Y luego Tú, Jesús, empiezas tu vida pública: a enseñar, hacer milagros, a renovar todas las cosas. Pero pasaron treinta años… Y hubo que esperar. Tenemos que ser pacientes.
Tú vienes, Señor, pero vienes poco a poco, y quizá a veces se ralentiza tu avenida por nuestra culpa… Por mi culpa.
PEDIR POSADA
Pensaba yo en aquel canto de las posadas, como tu Jesús vienes ya, pero te cerramos las puertas.
Y va la Virgen, San José y el niño (que todavía está en el vientre de María), buscando posada. Piden posada. ¿Y qué responden los de la posada? —Aquí no hay mesón, sigan adelante. Yo no puedo abrir. No sea algún tunante.
¡Un tunante! Esa palabra se utiliza solo ahí, en las posadas. Y, ¿qué significa tunante? Tunante significa pícaro, bribón, taimado. Y taimado, es otra palabra dominguera, que significa bellaco, astuto, disimulado y pronto en advertirlo todo.
Es una persona que engaña, una persona astuta que busca su beneficio.
Entonces, están pidiendo posada y dice el de la posada: —No, no les voy a abrir. No vaya a ser alguien que quiera aprovecharse. No vaya a ser alguien que venga a robar, que venga a hacer algún daño. Tengo que protegerme…
Y te cierran las puertas, Señor. No te abren por miedo, por desconfianza.
CONFIANZA EN EL SEÑOR
Y a veces yo soy así que no te abro las puertas por miedo, por desconfianza. Tú me pides que cambie, que me convierta, que sea generoso Contigo, que me comprometa, que sepa perdonar, ayudar más a los demás. Que sepa crecer en vida interior, comprometiéndome a rezar más…
Cada quien sabe qué le está pidiendo Dios. Y a veces, pues, no confiamos en Ti, Señor, pensamos que nos vas a quitar algo de alegría, desconfiamos.
Pues ayúdame a confiar para que puedas entrar. Para que ese encuentro Contigo pueda ser más rápido, porque a Ti te urge. Quieres encontrarte con nosotros, para eso te haces hombre.
SOMOS LA AMBICIÓN DE DIOS
Leí hace poco unas palabras de la beata Conchita Armida, una beata mexicana que fue recientemente beatificada. Escribe en uno de sus libros hablando de Dios mismo, hablando del misterio de la Santísima Trinidad, de la esencia Divina.
Dice: “Dios es amor. En ese éxtasis de amor que Dios tiene en sí mismo, no le impide ocuparse de las almas, porque la sustancia de Dios es amor y el amor se difunde y el amor Divino se va. >
Se lanza a donde ve algo de la imagen misma de Dios, y las almas llevan esa imagen Divina.
Y la Iglesia es para salvar esas almas y extender en ellas el reinado de Dios. Y cada cuerpo es templo del Espíritu Santo y cada corazón es la ambición de Dios”.
Mi corazón, Señor, es tu ambición. Tú deseas entrar en él.
Pues que yo confíe, que yo no sea más cómo esos hombres piensan, que no voy a ser un tunante, no lo voy a abrir. Pero más bien nosotros somos los tunantes. No hay que ser tunantes, no hay que ser desconfiados. No hay que ser egoístas para que Tú puedas entrar de verdad en el corazón.
Nosotros somos los tunantes y Tú podrías haber dudado de nosotros. Podrías haber desconfiado. Podrías haber sentido miedo de venir con nosotros, porque muchas veces te tratamos mal.
Pues Señor, que yo no te trate mal y que sepa reconocerte también en las personas que están cerca de mí, que me buscan y que yo puedo hacerles tanto bien.
Ayúdame Señor, a saber recibir esta Nochebuena. Madre nuestra, ayúdanos a saber descubrir a tu Hijo que viene y que nos busca constantemente.