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AMISTAD

En el libro del Eclesiástico se hace un gran elogio de la amistad y nos dan un tip para tener más amigos. Vemos cómo en el Evangelio Jesus vivió ésta realidad intensamente.

FIEL

En la Primera Lectura del día de hoy, del libro del Eclesiástico o del Shirazi, que también es como se le llama, nos da un tip para tener más amigos. Y es muy bueno tener amigos.

Al final de la misma lectura nos dice:

«El amigo fiel es un refugio que da seguridad. El que lo encuentra ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio, ningún dinero justo para comprarlo. El amigo fiel es un tónico de vida» 

Pues vale la pena, y nos animan estas palabras a buscar tener amigos. Y al principio, como te decía, nos da un tip para tener más amigos. ¿Cómo lo puedo hacer yo para tener más amigos? 

Pues nos dice:

«Las palabras amistosas multiplican el número de amigos, los labios amables aumentan los saludos». 

Es bueno que te saluden muchos. Palabras amistosas, palabras amables. Y es muy fácil que una persona que es alegre, que es amable, que dice cosas positivas, atraiga a los demás. 

En cambio, el que se está quejando, el que critica, pues repele naturalmente y es una consecuencia de lo que traemos en el corazón. 

QUERER QUERERLAS

Cuando traemos amor, cuando buscamos y valoramos a las demás personas, nos damos cuenta de lo valiosas que son y las estimamos.

Es normal que nos salgan palabras cariñosas, de saludarles, de preguntarles cómo están, de preocuparnos por algún problema que tenían, y nos acordamos con facilidad si las queremos. 

Si no las queremos, pues no nos salen esas palabras. Pero sí buscamos querer a las personas, me doy cuenta de que no quiero a la gente y quiero quererlas. 

Una buena táctica, es buscar tener esas palabras amables. Es uno de los lenguajes del amor. ¿Conoces ese libro “Los lenguajes del amor”? Ese libro dice cómo hacerlo.

Pues para mostrar el amor a la otra persona, a las personas que están alrededor, hemos de buscar ‘saber qué es lo que esa persona valora’

Porque hay personas que valoran unas cosas, y nosotros podemos estar como queriendo manifestar ese amor, y que esa persona no valore lo que estamos haciendo, porque ella tiene otro lenguaje. 

LOS LENGUAJES DEL AMOR

Es como si habláramos en chino y la otra persona habla inglés, no nos vamos a entender. Pero si la otra persona valora qué lenguajes del amor hay.

Uno es las palabras amables, palabras amistosas. Otro lenguaje son los actos de servicio, los regalos, el tiempo de calidad (pasar tiempo de calidad con la gente), el contacto físico, los abrazos.

Hay gente que valora más unas cosas que otras. Y tú, ¿cuál es el lenguaje que manejas? ¿Qué es lo que valoras? 

A lo mejor tampoco te importa mucho si te saludan o no, pero sí que te hagan un favor. 

Bueno, volvemos a las palabras amistosas, a ser amables, a ser cordiales con los demás. 

Y por supuesto que pensamos en Ti, Señor, y cómo en el Evangelio, constantemente nos muestras lo que nos quieres y usas palabras amistosas. ¡Sin duda!

amigos

PALABRAS QUE ANIMAN

Comenta el Papa Francisco en Amoris Laetitia, aquella Exhortación Apostólica que habla del matrimonio, en capítulo cuatro, ¡es maravilloso!

Es un comentario al himno de la Caridad de san Pablo, que está en la Primera Carta a los Corintios, capítulo 13. 

¿Te acuerdas de esas palabras de san Pablo que dice:

«El amor es servicial, el amor es comprensivo, todo lo soporta, todo lo espera, no habla mal,… ».

Pues cuando dice «no habla mal», el Papa comenta:

“El que ama es capaz de decir palabras de aliento que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan”. 

Veamos, por ejemplo, algunas palabras que decía Jesús a las personas.

«¡Ánimo, hijo! ¡Qué grande es tu fe! ¡Levántate! ¡Vete en paz! ¡No tengan miedo!»

No son palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian… En la familia hay que aprender este lenguaje amable de Jesús.

Recordamos al inicio, ésta cita del Papa Francisco:

“El que ama es capaz de decir palabras de aliento”. 

ESPONTÁNEOS Y AMABLES

Pues efectivamente, si amamos, será más espontáneo, más natural que hablemos bien. Pero a veces nos puede faltar ese amor y efectivamente, podemos esforzarnos por hablar bien, por saludar, por sonreír, por despedirnos.

Preguntarle a la gente con interés por sus problemas, por sus proyectos, por cómo le fue, a dónde va; haciéndolo sin hostigar. 

Quizá la otra persona no percibe tanto ese lenguaje del amor. También hay que ser sensibles, pues a lo mejor le molesta que le preguntemos -como típico adolescente-, que la mamá le pregunta, y el adolescente se enoja y se siente como dicen, ‘medirle el agua a los camotes’. O sea, saber cómo está la situación para, tampoco atosigar a la gente. 

Pero en general, se valora que hay esas palabras amables, y así podremos tener. más amigos. Tener muchos amigos es importante, querer a la gente, es buscar su bien. ¡Eso es la amistad!

Pero también, nos advierte esta lectura que leemos el día de hoy:

«Es bueno que te saluden muchos, pero que uno solo entre mil, sea tu amigo íntimo».

CONTIGO JESÚS

¿Quiénes son mis amigos más cercanos? ¿Qué tanto interés o qué tanta preocupación tengo por ellos? Y es muy bueno tener esos amigos más cercanos, que serán pocos. 

Pero Señor, yo quiero que Tú seas mi amigo, el más cercano, más íntimo. Así nos anima san Josemaría, en el libro de Camino, cuando habla de oración.

Dice  lo siguiente: “Buscas la compañía de amigos que con su conversación y su afecto, con su trato, te hacen más llevadero el destierro de este mundo…, aunque los amigos a veces traicionan. -No me parece mal. 

Pero… ¿cómo no frecuentas cada día con mayor intensidad la compañía, la conversación con el Gran Amigo, que nunca traiciona?” (Camino, 88).

Bueno, pues así también el libro de la Sabiduría nos pone algunos ejemplos. Dice:

«Hay amigos que te acompañan a comer, pero nunca se aparecen a la hora de las penas. Cuando te va bien, están contigo. Cuando te va mal, huyen de ti. Si ocurre una desgracia, cambian de actitud y se esconden de tu vista». 

Bueno, Señor, ayúdame a ser buen amigo, ayúdame a estar presente en las buenas y en las malas. También saber disculpar a algún amigo que eventualmente, me haya dado la espalda o me ha dejado solo o no se acordó de mí en algún momento de dificultad. 

Que no sea rencoroso, que sepa perdonar como Tú, Jesús, siempre me perdonas tantas veces que te he dejado solo

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EL GRAN AMIGO

Pero nos desviamos, estábamos con el punto de san Josemaría sobre la oración. Dice: “… aunque los amigos a veces traicionan. -No me parece mal. 

Pero… ¿cómo no frecuentas cada día con mayor intensidad la compañía, la conversación con el Gran Amigo, que nunca traiciona?” 

El Gran Amigo lo pone san Josemaría con mayúscula. Y, por supuesto, se refiere a Jesús. Señor, se refiere a Ti. Tú eres el gran amigo de verdad. 

En el Evangelio le dices a tus apóstoles:

«A ustedes los he llamado amigos, porque se ha revelado todo lo que sé y he oído hablar de mi Padre».

Señor, a mí también me lo ha revelado en el Evangelio, y es cosa de que nos interesemos, que te busquemos porque Tú nos buscas constantemente. Tú estás presente en la Eucaristía, siempre disponible para estar con nosotros. 

A veces yo te traiciono porque te abandono ahí. No voy a estar Contigo, no voy a recibirte todas las veces que puedo, que son muchas…

Señor, ayúdame a ser amigo de verdad y sobre todo ser amigo Tuyo. 

Y se lo pedimos a la Virgen, que es nuestra Madre y también es nuestra amiga. Qué bonito cuando las mamás son amigas de sus hijos y los hijos le abren el corazón a sus mamás. 

Pues Madre mía, yo quiero ser también amigo tuyo, quiero decirte cosas bonitas. Madre mía Inmaculada, decíamos al principio, que bonitas palabras y también tratarte más en la oración para conocerte más.

Que ese trato contigo me ayuda también a ser más amable con todas las personas y al final tener más amigos.


Citas Utilizadas

Ecl 6, 5-17

Sal 118

Mc 10, 1-12

Reflexiones

Señor, a veces te traiciono porque te abandono. No voy a estar Contigo, no voy a recibirte en la Eucaristía todas las veces que puedo, que son muchas…

Señor, ayúdame a ser amigo de verdad, y sobre todo, ser amigo Tuyo.

Predicado por:

P. Juan Pablo

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