“Acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón…”
(Mc 3, 7-8).
Eso nos dice hoy el Evangelio de la misa. Me acordaba de una anécdota, yo estaba en Roma cuando fue elegido el cardenal Jorge Mario Bergoglio, como Romano Pontífice, como el Papa Francisco en el 2013.
Y no es para chicanear ni nada, pero allá estaba. Yo estaba estudiando en Roma y justo el Papa Benedicto, dimitió por su estado de salud.
Fue bastante sorpresivo realmente. Después, el cónclave y la elección del Papa… y ahí estaba. Me acuerdo como si estuviera viviendo todo lo que tuvimos que hacer para ir a la Plaza de San Pedro.
Tomar un tren de cercanías, luego entrar a la boca del metro a tomar uno para acercarnos un poquito más a la Plaza de San Pedro y ahí correr a toda velocidad a ver si llegábamos antes del
“Habemus Papam”.
Lo conseguimos.
Cuando me monté en el metro, estaba repleto de gente y subimos un buen número en la estación de Flaminio. Entonces, de repente escucho que un señor italiano se le escapa del alma decir: “Ojalá así fuéramos todos los católicos el domingo”.
Yo me quedé con ¿qué habrá querido decir con esto?
Evidentemente, lo que quiso decir es: ojalá así se llenara el metro todos los domingos para ir a la misa. Ojalá así fuéramos los católicos en el mundo para ir a encontrarnos con Jesús, por lo menos el domingo, que es el día en que Jesús dice: “Aquí los estoy esperando, vengan, vengan el domingo”.
“Acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón…”.
Señor y yo que estoy en Bogotá tengo que darte gracias, porque las iglesias se llenan los domingos acá, se llenan, tengo que decirlo, se llenan gracias a Dios.
Espero que así sean las otras ciudades de Colombia, pero igual desearía que ocurriera en todo el mundo; en Estados Unidos, en África, en toda Europa y aquí en todo este continente, en toda Latinoamérica. Que acudamos a Ti todos, ponernos a tus pies.
Del Evangelio me llama la atención esto, pero mucho más me llama la atención que muchos querían tocar a Jesús. Todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo; había una necesidad imperiosa de tocar a Jesús, todo el mundo quería tocarlo.
Podemos hacernos esta pregunta en este rato de oración: “Señor, ¿yo quiero tocarte? O ¿solamente acercarme y verte de lejos? Escucharte o hacerme en la puerta de la iglesia y ya Señor, ya vine, aquí estoy, Tú me has pedido que venga los domingos, aquí estoy. Listo, ya me voy, hasta luego, nos vemos el próximo domingo”.
O ¿yo quiero tocarte Señor, quiero acercarme, escucharte, tocarte y que Tú me toques?
No solamente tocarte, sino que Tú me toques como le pasó a la hemorroísa.
“¿Quién me ha tocado?”
(Lc 8, 45).
Porque Jesús no solamente quería que esa mujer, con su fe, recuperara su salud tocando la orla de su manto, sino que Él quería encargarse de ella, ocuparse de ella, mirarla, tocarla, bendecirla. Así quiere Jesús también con nosotros el domingo.
APLICACIÓN
Una vez fui a visitar a la esposa de un amigo profesor del colegio en el que trabajaba al hospital, estaba llegando a la clínica y se me acercó una señora:
– “Padre, ¿a qué hora es la misa?”
– Yo le dije: “no señora mire, es que resulta que yo no soy el capellán de la clínica”.
– “Ah padre, bueno y ¿usted sabe a qué hora es la misa aquí en la clínica? ¿Usted sabe si hay capilla?”
– Yo le dije: pues señora, venga si quiere, preguntemos porque yo acabo de llegar.
Entonces preguntamos y, efectivamente había capilla, pero no había misa. Entonces le dije:
– Espere un momento señora, ¿usted quiere ir a misa?
Tomé mi celular y abrí la aplicación: “horarios de misa”, así, tal cual. Es una aplicación que descargué cuando alguno me la compartió. Me dijo: “¿Tú conoces esta aplicación? En cualquier parte del mundo en el que estés, abres la aplicación, él se ubica por GPS y te dice las iglesias que están alrededor de ti.
Es gratuita y es muy bonita, tiene una muy buena diagramación. Tiene un color naranja muy simpático y funciona de maravilla.
Es una aplicación que tiene toda la información de la iglesia más cercana a la que estés en el punto GPS: los horarios de misa, los horarios de confesión; tiene el teléfono de la parroquia, incluso tiene la posibilidad de actualizar los datos por si ha cambiado el horario de misa el día anterior…
Entonces, yo tomé esta aplicación y le dije: “señora mire, aquí hay una iglesia, aquí hay otra misa, aquí hay otra iglesia, aquí hay otra, en esta hay misa de seis…”. La señora quedó sorprendida y se fue para su misa.
“Señor, yo no he hecho negocio con la aplicación”, yo no pretendo que todos en 10 min con Jesús ahora la descarguemos, pero es muy buena, porque uno puede sacar disculpas: “Es que no sé, tengo que ir a alimentar a mis bueyes o tengo que ir a revisar el campo…. Las mismas disculpas que le pusieron a Jesús en su momento.
Pero no hay disculpas aquí en Bogotá, no hay disculpas para no ir a misa el domingo. “No es que la iglesia me queda muy lejos…” mentira, queda muy cerca. Hay muchas iglesias, están muy cerca y hay misas a muchas horas del día.
Me dio curiosidad y busqué en internet la aplicación y dice la página web que ha tenido 1.5 millones de descargas. Tiene la relación de 81,000 iglesias. Está traducida a nueve idiomas.
Estos son parte de los datos que da la aplicación “horarios de misa”. El fondo de la aplicación es naranja y tiene un círculo con una cruz; tiene el logo de una hostia, esa es la aplicación.
BUSCAR LA MANERA DE ENCONTRARNOS CON EL SEÑOR
“Señor, ¿por qué digo esto? Porque qué bueno que busquemos los modos, las maneras de ir a encontrarnos contigo el domingo.
Cuando te recibamos decirte: “Señor, espero en Ti, te adoro, te amo, auméntame la fe. Sé el apoyo de mi debilidad. Tú que te has quedado en la Eucaristía inerme para remediar la flaqueza mía Señor.
De todas las criaturas, aquí estoy, me quiero alimentar de Ti. Quiero tomar de Ti tu bendición, tu gracia””.
Pensaba también cómo nos preparamos para recibir esa comunión. La comunión es como un abrazo.
Hay diferentes tipos de abrazo; hay abrazos displicentes, hay abrazos que más que abrazar es como rechazar.
También pensaba en las genuflexiones. ¿Cómo son las genuflexiones? Cada genuflexión es un abrazo; cada comunión es un abrazo.
¿Cómo es mi comunión? ¿Mi comunión tiene calidad? ¿Me preparo bien con la confesión?
“Señor, Tú te quedaste en la Eucaristía por mí, por amor a mí y te quedaste sabiendo que algunos hombres te recibiríamos y muchos no; que muchos nos acercaríamos a tocarte, intentar tocarte, a comulgar.
Señor, la comunión, la misa; vamos a preguntarnos ¿cómo es mi misa, mi comunión? ¿Cómo es mi deseo de ir a encontrarme con Jesús y con mucha gente también? Porque la Iglesia somos todos; la comunión de los hijos de Dios.
Y ¿cómo me acerco a Ti Señor? ¿Cómo hago todo lo posible por tocarte para que vengas a mi alma, a mi corazón y me llenes de Ti?”
Vamos a pedirle a la Virgen que nos ayude a enamorarnos cada día más de la misa y de la comunión.