ESCUCHA LA MEDITACIÓN

APÓSTOLES DE LA RESURRECCIÓN

Como María Magdalena, estamos llamados a ser apóstoles y testigos de la resurrección de Jesús.

EL ENCUENTRO

El Evangelio de hoy nos trae una escena muy bonita, que es ese encuentro de María Magdalena con Jesús resucitado. 

Pienso que nos puede servir irnos un poco más atrás, e imaginarnos lo que habrá sucedido en ese momento. 

María Magdalena se despierta muy temprano el domingo para ir a embalsamar el cuerpo de Jesús, junto con las otras tantas mujeres que van movidas por el amor grandísimo que le tienen a nuestro Señor. 

El amor grandísimo que te tienen a Ti, Jesús. Ojalá mi amor fuera como el de ellas. Que no les importa las circunstancias, no les importa nada, solo quieren estar Contigo. Ojalá que yo también tenga ese mismo amor a Ti. 

Pero bueno, volviendo a la escena, ellas se despiertan muy temprano y van corriendo al sepulcro. No saben qué es lo que pasará ahí porque no saben quién les ayudará a mover la piedra. 

Ellas mismas habían sido testigos de que se necesitaban varios hombres, varios hombres fuertes. Esos soldados o esos hombres que acompañaban ahí, que llevaban el cuerpo del Señor para hacer rodar esa piedra y para tapar la piedra del sepulcro. 

Y seguramente ellas iban a necesitar mucha ayuda para poder abrir y encontrar el cuerpo de Jesús. Pero no, no sé, no les importa esa dificultad, ya resolvería ese problema al llegar ahí. 

PROBLEMAS PARA SUPERAR

Tampoco les importa ese otro problema, entre comillas, que es que la tumba está custodiada por los soldados y que lo más probable era que si ellas llegaban, ellos no la dejaran pasar. 

Ese segundo problema también lo resolverian ahí. Solo el amor movía a María Magdalena, María Salomé y esas otras tantas mujeres que estaban con ese deseo grande de darle esos últimos servicios al cuerpo de Jesús. 

Y cuando llegan se encuentran que la piedra ha sido movida, que los soldados no están por ninguna parte.

De repente se les aparecen dos hombres vestidos de blanco que les preguntan:

«¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado». 

Recuerdan lo que él le decía cuando aún estaban en Galilea.

«Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día». 

Estas mujeres se fueron corriendo de vuelta. Así como habían venido corriendo, se fueron corriendo de vuelta y anunciaron a los apóstoles lo que había pasado. 

María Magdalena tenía una congoja en el alma muy grande. Quizá no había entendido del todo lo que le habían dicho esos Ángeles. Pensó que eran dos hombres cualquiera. 

¿POR QUÉ LLORAS?

Y entonces vuelve al sepulcro. Primero va San Pedro y San Juan, que van corriendo. Ven todo como se lo dijeron las mujeres. Y vuelven porque a Jesús no lo vieron. 

María Magdalena se queda ahí, en el huerto, quizás cerca del sepulcro, aunque sin atreverse totalmente a acercarse. 

Lloraba y de nuevo se le aparecen dos hombres vestidos de blanco que le preguntan:

«¿Por qué lloras?» 

Y ella con ese amor tan grande, les dice:

«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». 

En ese momento, Jesús emocionado por ese amor tan grande que le mostraba María, la llama primero, no le dice su nombre, sino que como que se hace el encontradizo. 

María lo ve y le dice, pensando que era el cuidador del huerto:

«Señor, si tú sabes dónde lo han puesto, dímelo para que yo vaya a buscarlo». 

Y ahí Jesús sí que la llama por su nombre:

«María».

Y ahí, ella lo reconoce cuando la trata por su nombre. Porque Jesús a cada uno de nosotros nos trata por nuestro nombre con un tono único que solo nosotros podemos reconocer. 

apóstol

APÓSTOL DE APÓSTOLES

Solo Jesús nos trata con ese cariño tan grande, con ese amor tan grande que nosotros podemos identificar cuando Él nos está llamando. 

María como que trata de abrazarlo, se echa a sus pies y Jesús le dice:

«No me toques. Anda y anuncia a mis amigos, a mis discípulos lo que has visto». 

Y ella fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras. 

Así María Magdalena, una de las mujeres que seguía al Señor, se transforma no solo en apóstol de Cristo, sino en Apóstol de los Apóstoles. 

Así la nombró el Papa Francisco en el año 2016, utilizando un título que ya había sido utilizado por Santo Tomás de Aquino. 

Dice el decreto a través del cual se declara a María como oficialmente Apóstol de Apóstoles; precisamente porque fue testigo ocular de Cristo resucitado, fue también, por otra parte, la primera en dar testimonio delante de los apóstoles. 

De este modo se convierte, como ya se ha señalado, en Evangelista, es decir, en mensajera, que anuncia la buena nueva de la Resurrección del Señor. 

Con razón, el doctor Angélico, o sea, Santo Tomás de Aquino, utiliza este término Apóstol de Apóstoles aplicándolo a María Magdalena. 

Es un testigo de Cristo resucitado, y anuncia el mensaje de la resurrección del Señor, al igual que los otros apóstoles.

SER TESTIGOS

Pienso que de este modo, en la Liturgia, el Evangelio nos quiere animar a nosotros, que también somos testigos de la resurrección, tú y yo después de dos mil años, seguimos siendo los testigos de la resurrección. 

Lo celebramos antes de ayer, el domingo, ¡Jesús ha resucitado!

Estábamos alegrándonos, quizá incluso con chocolates y con una comida un poco más rica para celebrar esa gran alegría de la resurrección del Señor. 

Y ahora nos toca también a nosotros ser esos mensajeros, llevar a todo el mundo ese mensaje de amor, ese mensaje de paz de la resurrección del Señor. 

Y como María Magdalena, queremos ser esos apóstoles que llevan ese tesoro, esa alegría de la Resurrección a todas partes. 

Quizá te puede ayudar en este rato de oración pensar, cómo Dios quiere, ahora que estamos hablando con Él y que estamos tratando de escucharlo.

Señor, cómo Tú quieres que yo lleve este mensaje de amor, este mensaje de paz, el mensaje de la resurrección a los lugares donde yo estoy. 

Quizá te puede servir pensar, que entre mis amigos, entre mi familia, entre las personas que trabajan conmigo. O entre las personas que me topo día a día en las distintas circunstancias… ¿Cómo puedo llevar esa luz de Cristo resucitado, el amor de Cristo resucitado, a cada una de esas personas? 

¿Cómo puedo comunicar la Buena Noticia de la Resurrección y la Buena Noticia del Evangelio a todas partes?  (…)

REINA DE LOS APÓSTOLES

Seguramente el Señor te hará ver muchas cosas… O al menos alguna, aunque sea muy pequeña. 

Oye, yo puedo llevar este mensaje tratando de sonreír. Yo puedo llevar este mensaje rezando más por las personas con las que trabajo o por las personas con las que convivo, con las personas que pertenecen a mi familia… 

Quizá yo pueda servir con más alegría. Puedo estar presente con mi sonrisa, con ese afán de servicio o con lo que el Señor nos vaya mostrando en todos esos ambientes. 

María Magdalena seguramente se apoyó durante toda su vida en la Santísima Virgen. Nosotros también en este rol de apóstoles, de llevar a Jesucristo a todas partes, también lo podemos afirmar en nuestra Madre del Cielo, en ella, que es Reina de todos los Apóstoles. 

Santa María, Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.


Citas Utilizadas

Hch 2, 36-41

Sal 32

Jn 20, 11-18

Reflexiones

Señor, ya te lo he pedido varias veces, pero hoy especialmente: ayúdame a ver, a creer y a llevar la buena nueva con alegría (con mi actitud) ya que has resucitado y me has llamado por mi nombre…

 

Predicado por:

P. Felipe

¿TE GUSTARÍA RECIBIR NUESTRAS MEDITACIONES?

¡Suscríbete a nuestros canales!

¿QUÉ OPINAS SOBRE LA MEDITACIÓN?

Déjanos un comentario!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


COMENTARIOS

Regresar al Blog
Únete
¿Quiéres Ayudar?¿Quiéres Ayudar?