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ARCÁNGELES DE DIOS

Le dijo, Dios a Moisés: “No puedes ver mi rostro, porque nadie puede verme y vivir” (Ex 33, 20). Aparece en el Éxodo esas palabras. ¿Quién podrá mirar a Dios y resistir?

Hoy en la primera lectura de la misa vemos una descripción de la majestad de Dios. Que está en un trono de fuego, hay un río de fuego, aparece después, un hijo de hombre que se acerca a Él y le dan el poder real y el dominio de todos los pueblos y naciones.

¿Quién puede estar, Señor, en tu presencia? ¿Quién podría mirarte cara a cara Dios nuestro? Aquel a quien le des un don especial. Que le das a los santos, por ejemplo, que entran en el cielo, que se llama Lumen Gloriae para que puedan estar en tu presencia y mirarte. Por esa Majestad, por ese poder abrumador, por esa infinitud que no podemos ni imaginar.

También están en tu presencia y te ven, Señor, los ángeles. Hoy aparece en el evangelio dice el Señor:

“Yo os aseguro, veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.”

(Jn 1, 51)

Celebramos hoy en la Iglesia a los tres arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael. Los ángeles y los arcángeles son, Señor, una manifestación más de tu poder, de la riqueza de la creación; la riqueza que será también el cielo.

Podemos pensar, cuando vayamos al cielo, no solo Señor, nos darás ese don para verte a vos y estar en comunión con vos, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sino también con los ángeles, cada uno con su propia personalidad, con su propia sabiduría, sus rasgos.

Tanto que, según Santo Tomás, cada uno agota su especie, cada uno es como si dijéramos en el mundo animal que está la especie del león y que es distinta del tigre, de la jirafa… Cada ángel es único en su especie.

LOS ARCÁNGELES

Cada uno tiene un grado distinto y tiene una comunicación entre ellos, se relacionan y forman parte de nuestro universo. Señor, también quieres que nos relacionemos con ellos, que vengan a enriquecer nuestra vida.

Interceden por nosotros, nos pueden inspirar, nos pueden dar fuerza, nos pueden ayudar. Pueden llevar nuestras oraciones a Dios, como aparece en el libro de Tobías.

Hoy celebramos a Rafael, Miguel y Gabriel.

Rafael es el ángel que le llevaba y presentaba las oraciones de Tobit al Señor y después aparece en forma de hombre. Acompaña a Tobías en ese viaje, termina curando a su padre, que había quedado ciego… Es una historia lindísima. Rafael significa medicina de Dios.

El Arcángel san Gabriel, que significa el “poder de Dios”. Es el que anuncia a María que va a ser la madre del Salvador, nos trae nada menos que ese anuncio determinante para la redención de la humanidad.

Miguel, que aparece en el Apocalipsis con sus huestes, con su ejército echando al demonio en ese combate. Su nombre significa: “Quien como Dios”.

Al Arcángel san Miguel acudimos muchas veces para que, justamente, mantenga a raya, nos defienda del poder del demonio. Porque también existen otros ángeles que en vez de decir quién como Dios, dijeron no serviré y se apartaron de Dios. Y como a Él no pueden hacerle nada, tratan de dañarnos, de apartarnos de Él, a sus criaturas, porque Dios nos ama.

Hay casos muy lamentables que aparecen en el evangelio o también hoy suceden, de posesiones diabólicas, donde se nota que el diablo existe y actúa. Pero, muchas otras veces, intenta actuar de manera más escondida y mete la cola, mete cizaña, división, incluso dentro de la iglesia, si puede.

ACUDIR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Nosotros no tenemos que hacer su juego. Tenemos que saber que el diablo existe y hay cosas, a veces, horrorosas que suceden en el mundo y que uno dice cómo puede ser. Quizá, el diablo está ahí de una manera… No sé, puede ser la única explicación: para algunos crímenes, para algunas cosas que son tremendas, que requieren mucho odio, que no se entienden.

También en la división, en meter cizaña y por eso hay que acudir a san Miguel Arcángel. Tenerlo de aliado cercano, a mano y también no olvidarnos que el diablo existe, que podemos ser tentados y que no hay que hacerle su juego.

A mí me gusta cuando voy a nadar. A veces, cuando voy nadando me acuerdo de un amigo que me decía: -A mí me gusta nadar, porque no pienso en nada. Yo voy contando las piletas, a veces, me ayuda para tener presencia de Dios, contar las piletas, las vueltas. Relacionando el uno, Dios uno; el dos, Jesús y yo; el tres, la trinidad, el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo; el cuatro, los Evangelios…

Y el seis… yo escuché que ese número era, para los judíos, el de que le falta la plenitud. Y 666 es el número del diablo, según dice el Apocalipsis. El seis, yo me acuerdo del diablo, el diablo existe.

Hay que saber que estamos en una lucha. Cómo lo recordaba hace poco, en una de estas meditaciones, esa película Nefarious, que aparece un endemoniado, que le dice a al médico psiquiatra, que iba a ver si efectivamente era una persona que estaba en su juicio o no. Le dice: -Primer round, te gané. Y el otro le dice: -No sabía que estamos en una pelea. Por eso vas perdiendo, le dice el diablo.

No hay que olvidarse de que estamos en una pelea, que hay alguien que nos quiere apartar de Dios.

AGRADECER A LOS ÁNGELES

San Josemaría recomendaba rezar una oración después de la misa; antes se rezaba siempre y después con la Reforma Litúrgica dejó de estar dentro de las oraciones al acabar la misa. Era la oración a san Miguel, Arcángel:

“Arcángel, San Miguel defiéndenos en la lucha. Se nuestro amparo contra la maldad y las acechanzas del demonio. Pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio. Y tú, príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el Poder Divino a Satanás y, a los otros espíritus malvados que andan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén.”

Él recomendaba libremente el que quiera seguir rezándola. Porque el diablo acecha y para que defienda a la Iglesia y nos defienda del mal en esta lucha.

Los ángeles son nuestros amigos, nos ayudan; quizás, probablemente, muchísimo más de lo que les agradecemos o de lo que nos damos cuenta. Nos ayudan a tener presencia de Dios, a no olvidarnos de lo importante: que cada minuto, cada acción, cada cosa, estamos delante del Señor. Él está con nosotros, podemos acercarnos a Él. Podemos dar un pasito en esta lucha por la santidad y nos ayudan a recordarlo y nos ayudan también a vivirlo.

Por eso, qué bueno, hoy un día para que les agradezcamos, para que acudamos más a Miguel, Gabriel y Rafael. Que tengamos ese aliado siempre a mano, ¿no? Que nunca está de más acudir san Miguel Arcángel ante las cosas y no olvidarnos eso que el demonio existe.

Y a nuestro ángel y a todos los ángeles para que nos ayuden en nuestro día a día. Pidámosle a Nuestra Madre, Reina de Los Ángeles. ¿Cómo se admirarán los ángeles de María, la criatura más perfecta de Dios? ¿Cómo Nuestra Madre se fijará también en estas criaturas, que son más perfectas que nosotros y que son fieles a Dios y ella es su Reina?

Ayúdanos, Madre Nuestra, también a tratar a los ángeles, que después los podremos conocer seguramente con esa visión beatífica, con mayor claridad y en un trato más directo en el cielo.

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