La semana pasada, termino el año de san José, pero hoy que es miércoles, ¡Cómo no vamos a aprovechar, especialmente para volver a poner con cariño, con agradecimiento, la mirada en San José!
Claro que sí, fue una gran idea, entre tantas buenísimas ideas del Papa Francisco. Esta del año de san José. ¡Y que no se nos olvide! Que no quede en el pasado, sino que quede como un tesoro en nuestra alma.
Pues ya que es miércoles, quizás podemos tener algún detalle de cariño, de atención, alguna petición especial a San José.
PREPARÁNDONOS PARA LA NAVIDAD
En el evangelio de hoy día, estamos como preparándonos para la Navidad, preparándonos para la venida del Señor. Eso que hizo san Juan Bautista hoy en el evangelio.
Por eso mismo, se recoge el momento en que Juan, que estaba pasando por momentos de dificultad, dice san Lucas:
«Entonces él, llamando a dos de sus discípulos, los envió al Señor diciendo: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»»
(Lc 7, 18-19)
Estaba preso san Juan, pasándolo mal, dando la cara por el Señor. Lo pasaba mal en esos momentos, y manda a preguntar a Jesús… Y cuenta san Lucas:
«Los hombres se presentaron ante él y le dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a Ti para decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?» En aquella hora, Jesús curó a muchos de sus enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
(Lc 7, 20-21)
LAS DIFICULTADES
Fíjate que hay un montón de gente con dificultades. La dificultad grande de san Juan, era estar ahí en la cárcel injustamente. Pero luego, están todas estas otras personas que también tenían dificultades; enfermedades, achaques, malos espíritus, ciegos… ¡con dificultades!
Como también nosotros, como todo el mundo que tiene dificultades, algunas personas especialmente tienen dificultades.
“Pero el Señor, Tú, Señor, que estamos aquí conversando contigo, haciendo oración, contemplándote. Tú, Señor, has venido como luz, para las gentes, como Salvador”.
Y, cuenta san Lucas:
«Y respondiendo Jesús, les dijo: «Vayan y anuncien a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados; «¡y bienaventurado el que no halle escándalo en mí!» «
(Lc 7, 22-23)
MENSAJE DE ESPERANZA
Este era el mensaje que le manda Jesús a san Juan, mensaje de esperanza, de fuerza, ¡de ánimo en medio de las dificultades! Jesús no está yendo a liberar a Juan de su prisión, de su injusta prisión ¡No! Jesús lo anima, porque en esas dificultades que está padeciendo san Juan; ¡Él es luz para los demás!
Su testimonio, en griego: “martirio”; da luz a mucha gente, da fortaleza a mucha gente. Pero la fortaleza en verdad viene de Ti, Jesús. “Y Tú, me quieres ayudar también en medio de mis dificultades, que son dificultades reales, que a veces se hacen pesadas, cansadoras”. Pero con el Señor, tenemos fuerza.
Y el Señor demuestra que es capaz de liberar de las dificultades a quien sea, es capaz de liberar de su ceguera a un ciego, y de su sordera a un sordo, y así… Él Señor lo muestra, ¡Porque el Señor, es Señor!
Hay un valor muy grande en estas dificultades, muy grande, muy grande, ¡Muy grande! Pero hace falta la mirada de fe, de esa luz que tiene Jesús en la oscuridad de Getsemaní, en la oscuridad de la Cruz.
“Tú mismo, Señor, tienes esa luz de ver que, en esas dificultades, en esos sufrimientos, hay una luz de vida eterna. Que aquí en este mundo nos pesa, aunque aquí también da mucha paz, da mucha alegría. Pero, ya se verá en la vida eterna, lo que esto va a dar de fruto.”
BURRITO, BURRITO
Hoy día es el aniversario, de hace un montón de tiempo, pero es un aniversario bien redondo en verdad, son 90 años, de una vez en que san Josemaría tuvo una dificultad grande.
Lo cuenta él mismo, en las notas de sus apuntes, dice:
Octava de la Inmaculada Concepción de 1931. Los días posteriores a la Inmaculada Concepción del año 1931, (-hace justo 90 años-) Y cuenta lo siguiente san Josemaría, -fíjate la dificultad que le cayó encima-
Eran momentos revueltos, álgidos, de mucha incomprensión y de dificultades hacia la Iglesia, hacia la fe, ¡injustas! Como la injusticia que sufría san Juan Bautista, como la injusticia que sufrió nuestro Señor… Bueno, anota lo siguiente San Josemaría:
“En la tarde de ayer, a las 3:00, cuando me dirigía al colegio de Santa Isabel a confesar a las niñas, en Atocha, por la acera de San Carlos, esquina casi a la calle de santa Inés, tres hombres jóvenes de más de 30 años se cruzaron conmigo. Al estar cerca de mí, se adelantó uno de ellos gritando: ¡Le voy a dar! Y alzaba el brazo con tal ademán que yo tuve por recibido el golpe. Pero antes de poner por obra esos propósitos de agresión uno de los otros dos le dijo con imperio: No, no le pegues. Y seguidamente, en tono de burla, inclinándose hacia mí, añadió: Burrito, Burrito”
UN SACERDOTE VALIENTE
Quizá te suena esta anécdota, algunos quizá ya la conocemos. Como a san Josemaría, que entonces era un sacerdote súper joven, tenía 29 años, todavía no tenía los 30. Iba por ahí valiente, con su sotana, dando la cara por el Señor, por la Iglesia, danto paz a mucha gente también…
Pero en un ambiente revuelto, difícil, y se le cruzan estos tres, era a media tarde, tres de la tarde; y uno que le va a dar un golpe, otras veces le insultaron, le pegaron pelotazos, distintas cosas…
Bueno, a san Josemaría y a un montón de sacerdotes, y muchísimos de ellos testimoniaron con su sangre por la fe, pocos años después…
Se le cruzan estos tres, y uno le va a pegar, san Josemaría dice: Yo vi el golpe ya encima. Y otro de esos tres, lo frenó. Pero ese mismo que lo frenó, se le acerco burlón y le dice esto: “Burrito, Burrito.”
Y sigue contando san Josemaría:
“Crucé la esquina de Santa Isabel con paso tranquilo y estoy seguro que nada manifesté al exterior, me trepidación interna.” (-Claro, cualquiera de nosotros queda tembleque-) Al oírme llamar por aquel defensor con el nombre: Burrito, Burrito, -que tengo delante de Jesús- ¡Me impresioné! Recé enseguida tres aves Marías a la santísima Virgen, que presenció el pequeño suceso, desde su imagen puesta en la casa, propiedad de la congregación de San Felipe.
EN TONO BURLÓN
Este nombre, que se daba a sí mismo san Josemaría: de “burrito”, frente a nuestro Señor. Este, -apunta la biografía de san Josemaría, una muy extensa de tres tomos-, este sobrenombre o este apelativo que se daba asimismo san Josemaría, solo lo conocía: el Señor, (por la oración de san Josemaría) y el confesor de san Josemaría, el Padre Sánchez, un jesuita con el que el conversaba.
Y le sorprendió muchísimo que este hombre lo usara, -es verdad, en tono burlón y lo que sea- pero, que lo usara, este otro hombre que actuó como “defensor”, pero burlón, y era amigo de este otro…
Dice san Josemaría:
“Al día siguiente, (-esto lo anota el 16 de diciembre-) me pasmó, según conté; el tono de ironía, de burla, que empleó para llamarme por dos veces: “Burrito”.
Días antes, cuando escribió “Santo Rosario”, había un texto que él puso, (que después, su confesor el Padre Sánchez, le recomendó que quitara). Es referente a esa visita de María a su prima santa Isabel, dice:
UN TOQUE DE FORTALEZA
Acompaña con gozo a José y a santa María, (-y ahí intercala, dice: ¡cuidado no te cedo el honor, soy el borrico de la caravana! -) José suavemente tira de mí, mis espaldas tiemblan de gozo, sirvo de trono a la madre de Dios.
El Padre Sánchez, le puso entre paréntesis: “esto solo para usted”.
Entonces san Josemaría lo quitó de Santo Rosario, y tú que conoces el librito, no está ahí.
Pero, fíjate cómo en las dificultades, como las de Juan Bautista, como las tuyas, Señor en Getsemaní, en la pasión, también en la vida de los santos, también en mi vida, estas dificultades traen un toque de fortaleza, que nos da el Señor.
¡En las dificultades está la fuerza de Dios!
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