EL BUEN PASTOR
Hace unos tres años pude conocer las catacumbas de San Calixto en Roma. Se trata de un cementerio, probablemente el primer cementerio de Roma en esos primeros siglos, y allí se hacía enterrar a los primeros cristianos.
Y para que se notara, para aquellos que visitaban estos lugares, a las catacumbas de los cristianos les solían poner algún tipo de representación, algún símbolo o alguna imagen que hiciera ver a las personas que allí había un cristiano y que era también un lugar cristiano.
Más adelante, con el paso de los años, allí se refugiaron allí los perseguidos e incluso allí se les daba homenaje, se les daba ese culto a esos primeros mártires, o los primeros santos.
Las catacumbas, -que son muy grandes- y que llama mucho la atención es un fresco de un hombre, un pastor vestido, que lleva una oveja en sus hombros. De ahí viene la idea de la imagen del Buen Pastor.
PREOCUPADO POR SUS OVEJAS
Y esta no es una idea que se la inventaron los primeros cristianos, sino que simplemente pusieron en práctica. Simplemente representan lo que nos narra hoy san Juan en su Evangelio.
Dice el evangelista:
“En aquel tiempo dijo Jesús en verdad, en verdad os digo que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, es ladrón y bandido”.
A continuación, el Señor nos hace reflexionar sobre el buen pastor:
“Aquel pastor que tiene preocupación por sus ovejas”.
Es más, en un momento dice:
“En verdad, en verdad os digo yo soy la puerta de las ovejas, yo soy la puerta. Quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir y encontrará pastos”
(Jn 10, 1-10).
UNA IMAGEN PARA REFLEXIONAR
De allí viene esa idea del buen pastor que es Jesús. Ese fresco que está en las Catacumbas de San Calixto, en Roma: es una imagen. Es una representación de Cristo, por tanto, que los que están allí o el que está allí enterrado es un cristiano.
Eso nos hace ver cuánto nos quiere el Señor. “Tú, Jesús, utilizas esa imagen de un pastor de aquellos años”.
Muy probablemente también en sus años, un pastor que cuida de sus ovejas, que las lleva por buenos pastos. Que, si hay alguna que está herida, a lo mejor la carga y trata de curarla. Que va con sus perros ovejeros para que las protejan, tal vez de algún animal, de un lobo que busca agarrar alguna presa.
Es el pastor que está muy atento y cuida de todos, porque son suyas esas ovejas. Así también nosotros somos de Cristo.
NO TE ENTIENDEN SEÑOR
San Juan nos comenta -como siempre le gusta hacer-, y que mucha gente no entiende lo que Jesús les está diciendo en ese momento, con esto de las ovejas y del pastor. Y se preguntan: ¿de qué habla? (…)
Porque también advierte que ha habido unas personas que no han cuidado de sus ovejas y no entienden… No entienden quiénes son esas personas… Y no entienden que Jesús es un buen pastor.
Esto nos lo explica san Pedro en su Primera Carta:
“Queridos hermanos que aguantes, cuando sufrís por hacer el bien. Esa es una gracia de parte de Dios, pues para esto habéis sido llamados, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado, ni encontraron engaño en su boca”
A continuación, evoca el proceso de condena de Jesús y nos acordamos porque, aunque han pasado algunas semanas, debemos tener en nuestra mente y en nuestro corazón, esas imágenes de la pasión, muerte y resurrección.
LAS ESCENAS EN NUESTRA MENTE
San Josemaría decía que la pasión del Señor la debemos tener en la cabeza como una película. Y te pasará, cuando uno se acuerda de una película o tal vez de un libro y sobre todo, si te gusta mucho, si lo has leído muchas veces, lo recuerdas y dices: En esta escena pasó esto, este personaje hizo esto o dijo esto…
Pues más aún con la pasión del Señor, porque con su muerte, con su Pasión, Muerte y Resurrección, ¡hemos sido salvados!
San Pedro llama la atención sobre esto, porque dice que Jesús sufrió por nosotros, por hacer el bien y nosotros, sus discípulos, “tus discípulos, Señor, no podemos hacer menos”.
Encontramos sufrimiento en nuestra vida, encontramos dificultades. Y el Señor, tu Jesús, no te cansas de hacer el bien.
Te vemos como narra, san Pedro: “Tú que no cometiste pecado, callas ante estas acusaciones no devuelves los insultos”. Él no devolvía el insulto cuando le insultaban, dice san Pedro.
JESÚS CALLA Y SUFRE
Sufriendo, no profería amenazas, sino que se entregaba al que juzga rectamente, aunque en este caso vemos que Pilato se deja llevar por, sobre todo, lo que le podría pasar a él: las consecuencias políticas.
No se da cuenta, bueno, si se da cuenta y nos los dice san Juan, pero sobre todo, no le importa tener al frente a un justo. Y Jesús sabe esto. Por eso le dice: “Aquel que te entregó a mí tiene mayor responsabilidad”.
Jesús calla, porque sabe el gran bien que vendrá de todo esto, pues nosotros, cuando nos encontremos, a lo mejor estamos en una situación mal, de dificultad, y tenemos a alguien que nos ha causado mucho daño o tal vez un momento de enfermedad.
Las dificultades que ahora muchos estamos pasando; como la cantidad de familias que ahora están pasando dificultades económicas porque tal vez no hay trabajo, no hay modo de conseguir lo necesario para vivir como estábamos antes de esta pandemia. Hay tantas preocupaciones que tenemos en nuestro corazón. Y ¿qué va a pasar?…
CONFIANZA ES TENER FE
Miremos a Cristo, dejemos que Él, como buen pastor, nos cargue sobre sus hombros y no pensemos que nos ha olvidado. ¡No, el Señor no nos ha olvidado! ¡¿Cómo nos podría olvidar el Señor, quien ha muerto en la cruz!? De ninguna manera.
Y tengamos esa confianza, que no es una fe ciega, ¡no! Es confianza, es tener fe. Es tener fe en aquel que no defrauda. Es tener fe en el buen pastor.
Y en ese sentido pidámosle al Señor: “Te pedimos, Jesús, tener esa docilidad como las ovejas, que se dejan llevar por el pastor por donde les indica, porque las va a llevar a esas buenas praderas verdes, donde puede encontrar buenos pastos, y donde también pueden beber agua porque hay un riachuelo… Y esos son los sacramentos, sacramentos que tal vez ahora no podemos recibir.
SACRAMENTOS PARA LA VIDA ETERNA
También aprovechamos, para pedir al Señor que ilumine a nuestros gobernantes, y que en las siguientes fases de la pandemia permitan, como corresponde en ese derecho de libertad religiosa, poder asistir a la Santa Misa, recibir los sacramentos con los debidos cuidados, y por supuesto, evitar contagios o propagación del virus.
Porque necesitamos de Dios que ilumine a nuestros gobernantes para que pronto podamos tomar esos pastos, tomar esa agua, que es para la Vida Eterna.
Te pedimos Señor, ahora por intercesión de nuestra Madre Santísima, que nos ayudes a ser dóciles y dejarnos llevar por Ti, por Tu palabra, por el Espíritu Santo y ser felices. Vivir aquí ya en la tierra, esa felicidad que algún día encontraremos en el Cielo.